
Para disipar dudas y malentendidos, vaya por delante que quien esto firma (yo) está inequívocamente a favor del derecho al aborto. Cualquiera que haya parido sabe la inmensa responsabilidad que con ello se contrae, y cómo esa responsabilidad no se puede imponer a ninguna mujer ni persona por razones religiosas ni morales la mar de respetables, pero que no todos ni todas tenemos por qué compartir. Más siendo mentira que el Estado te va a "ayudar" a criar a tu hijo de principio a fin. Ningún Estado puede cumplir esa promesa. Al Estado se le puede exigir que te dé todos los medios y oportunidades de traer a un hijo al mundo. Se le puede y se le debe demandar que ponga de su parte para evitar abortos evitables dando información, apoyo, alternativas. Y, sobre todo, no frivolizando la cuestión ni presentando la interrupción voluntaria del embarazo como una fiesta de la democracia. O del feminismo. Pero si una mujer, cualquier mujer, en última instancia, decide abortar, las leyes tienen que acompañarla, no criminalizarla.
Dicho lo cual, me parece muy bien que Kamala Harris centre en esto los intentos de despegue de su campaña electoral a la desesperada. Es un enfoque inteligente que puede atraer voto progresista y femenino a la azarosa candidatura demócrata. Pero si no se trata sólo de arañar votos, sino de solucionar el problema, convendría saber cómo se ha llegado a la actual crisis jurídica en torno al derecho a abortar en Estados Unidos, y por qué.
Estados Unidos es un país donde la jurisprudencia es muy importante para incidir, no ya en las decisiones de los tribunales, sino en el marco legislativo. Eso ha animado a emprender campañas de verdadero activismo judicial para promover determinadas agendas. Ejemplo: en un momento en que el matrimonio entre personas del mismo sexo era legal en unos estados de la Unión, pero en otros no, una pareja de lesbianas, legalmente casadas en un estado donde se podía, solicitaron el divorcio en un Estado donde no se habrían podido casar nunca. Provocaron así una deliberada paradoja federal: si se les tramitaba el divorcio donde lo pidieron, de facto ese estado ya estaba dando por bueno el casamiento entre dos mujeres. Pero si se les negaba, se las estaba discriminando respecto a otras uniones homosexuales que sí se podían deshacer en otros puntos del país, y dejándolas en una especie de indefensión. Prevaleció esto último.
En el caso del derecho al aborto, el problema no es tanto, como vulgarmente se dice, que en la era Trump la judicatura americana se llenara de ultraconservadores (que también), la cuestión de fondo era que cualquiera que quisiera tumbar la legislación vigente favorable al tema, lo tenía fácil, muy fácil, porque esta se aprobó en falso, basada en una mentira.
Corría el año 1970 cuando Norma L. McCorvey (Jane Roe para el tribunal) solicitó abortar el hijo que esperaba, según dijo, resultado de una violación, en el Estado de Texas, donde sólo se reconocía este derecho si hay peligro para la vida de la madre. Se lo denegaron y el caso escaló hasta el Tribunal Supremo. La sentencia llegó tres años después, cuando "Jane Roe" ya hacía tiempo que había dado a luz, pero fue histórica. Se consideró que toda mujer embarazada tenía amparada por la Decimocuarta Enmienda de la Constitución americana su derecho a la privacidad, es decir, a decidir ella y sólo ella si quería abortar, y que todas las leyes federales y estatales que contravinieran eso tenían que ser anuladas.
Fiesta grande en el feminismo americano. Por desgracia, todo aquel célebre caso, Roe versus Wade, se basaba en una mentira. Sencillamente no era verdad que la demandante hubiera sido violada. Peor aún: con el tiempo, Norma L. McCorvey cambió de idea y de forma de pensar —estas cosas pasan— y pasó de ser una defensora del aborto a una enérgica detractora. Con lo cual no escatimó en denuncias contra el activismo judicial que ella misma había encabezado. Ante este giro de guión, y con otros vientos políticos soplando, fue relativamente fácil, en 2021, darle la vuelta a lo conseguido en 1973. Volvió a romperse el consenso federal, los estados menos "progres" empezaron de nuevo a restringir los supuestos legales del aborto, y vuelta a empezar, casi, desde el principio.
Moraleja: o se hacen las cosas bien, y se explica bien por qué se hacen, o se pueden torcer en cualquier momento. Durante décadas, muchas mujeres americanas que querían o necesitaban abortar se beneficiaron del activismo judicial de Roe versus Wade. Desde 2021, muchas otras mujeres pagan los platos rotos. Ojalá se arregle, pero no haciendo trampas ni engañando a los jueces ni al personal. Que eso es pan para hoy y desamparo para mañana.