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Anna Grau

El Madoff indepe

Asombroso sería verle saltar al vacío sin red, sin amnistía y con bastantes menos posibilidades de obtenerla si se carga la legislatura de Pedro Sánchez.

Asombroso sería verle saltar al vacío sin red, sin amnistía y con bastantes menos posibilidades de obtenerla si se carga la legislatura de Pedro Sánchez.
Carles Puigdemont en el aniversario de Junts el pasado mes de julio. | Europa Press

Yo no contaría con que las juventudes de ERC rompan la disciplina de voto en la investidura de Salvador Illa y frustren el acuerdo avalado por la dirección y refrendado por una militancia dividida y cariacontecida, pero más preocupada de sus batallas internas que de lo que pasa alrededor. Es más fácil que el calendario de la investidura se tambalee y hubiera incluso que retrasarla si Carles Puigdemont cumple su promesa/amenaza de volver y acaba detenido en el peor lugar y momento. No es que eso suene automáticamente creíble tampoco: ¿de verdad se va a arriesgar a ir a la cárcel, algo que lleva tantos años eludiendo a cualquier precio, total para nada? Porque si hay repetición electoral, estaremos en las mismas: más hasta las yemas, con sus claras y sus cáscaras, pero en las mismas. O peores.

Dentro de la incertidumbre de que sólo Puigdemont puede confiar ciegamente en la palabra de Puigdemont, pues Puigdemont es el único que no ha sido nunca engañado por Puigdemont, si usted tiene un calcetín lleno de bitcoins y le va la marcha, igual le sale más a cuenta apostar a que el "legítimo", como ya le llaman por ahí —no precisamente con embeleso— gaste su última bala en mirar por él antes que por ningún otro catalán, amigo o enemigo. Sus posibilidades de volver a ser president son equivalentes a las de Spiderman. Asombroso sería entonces verle saltar al vacío sin red, sin amnistía y con bastantes menos posibilidades de obtenerla (o en su defecto, el indulto) si se carga la legislatura de Pedro Sánchez. ¿Saben aquel de dejar al otro tuerto, pero quedándote ciego tú?

Si Puigdemont al final dice que lo de volver para la investidura de Illa era broma, o que esta vez él sí quería volver, pero la afición le ha suplicado de rodillas que se lo repiense, en fin, si vuelve a dar una larga cambiada —como siempre hasta ahora— y después de amenazar por tierra, mar y aire al final se queda quieto y donde está, podrá seguir jugando de farol. Podrá seguir manteniendo viva la estafa piramidal de una huida hacia adelante del independentismo que ya no se la cree nadie. Podrá rentabilizar el miedo a pinchar la burbuja y asumir pérdidas. Igualito que cuando en Wall Street se despertaron muy amargamente del hechizo de Bernard Madoff, aquel supuesto mago de las finanzas que durante décadas parecía transformar en oro todo lo que tocaba. Hasta que alguien pidió ver y tocar el dinero real y todo se derrumbó como un castillo de naipes.

Durante los locos años del procés, el que más gorda la decía y la liaba era el que medraba más rápido. No todos los indepes eran unos trepas. Pero todos los trepas se hacían indepes. Es que ha habido momentos en que, con franqueza: parecías tonto si no lo eras —o no te lo hacías— y te quedabas a pan y agua, mientras otros nadaban en una abundancia electoral, institucional y profesional aparentemente inagotable.

Bueno, pues la burbuja ha pinchado, el valor de las acciones ha empezado a caer, y botifler el último. Así vemos estos días, asombrados, cómo los indepes más irredentos —o los que están más abajo de la pirámide, según se quiera ver—, critican el pacto para investir a Illa con más ferocidad incluso que los no indepes. Tiene guasa, si lo piensas, haber convencido a todo el mundo a la derecha del Ebro (visto desde Cataluña) y de Pedro Sánchez de que PSC y ERC se bastan y se sobran para romper la caja única, mientras son la CUP, Lluís Llach y Silvia Orriols los que más denuncian que es mentira, que así no se puede, que eso no es verdad.

Volviendo al ejemplo de Madoff: el FBI nunca le hubiese pillado de no ser por un chivatazo, porque alguien que conocía la estafa por dentro dio la voz de alarma. ¿Pasará lo mismo con Puigdemont? Hay que estar atentos a las señales. Y en el preciso momento que ves que indepe empieza a comer indepe, y se empiezan a tirar a la cabeza las tupper-urnas del 1 de Octubre —menos mal que eran de plástico—, los que creen en otra cosa, los que tienen otra idea de Cataluña, a lo mejor hasta de España, también tienen que apresurarse a cambiar el paso y la estrategia. Cuando una burbuja estalla, hay que actuar rápido. Si no, en su lugar se empieza en seguida a hinchar otra.

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