365 días tiene el año (o la mayoría de ellos), que dan para mucho. Pero hay fechas y efemérides que rezuman un cierto… ¿gafe? Contradictorio a veces. Siempre me extrañó que los independistas catalanes eligieran nada menos que el 1 de Octubre para convocar eso que ellos llamaban referéndum (a algunos nos sigue haciendo más gracia llamarlo botifarrèndum) y que a día de hoy, ni ellos se ponen de acuerdo en si "valía" o no. Porque hay cepas indepes que piden "cumplir el mandato del 1 de Octubre", mientras otras piden un "nuevo" referéndum de autodeterminación. ¿Será que lo que pasó ese día no se lo creen ni ellos? ¿O era una broma pesada?
Pero les decía que siempre me extrañó que eligieran justo esa fecha. Hay en Madrid un hospital que a día de hoy se llama Doce de Octubre pero que en su día se llamó Primero de Octubre para conmemorar la ascensión de Francisco Franco a la jefatura del Estado, sólo unos meses después de empezar la guerra civil y tres años antes de acabarla. De ahí el nombre de los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) que precisamente debutaron el 1-10-75. Atentaron en el canódromo de Madrid con un Simca 1000, causando la muerte de un guardia civil y dejando herido a otro. Por no hablar de otras efemérides inolvidables: en un 1 de Octubre, el zar Nicolás II expulsó a los judíos de las principales ciudades de Rusia; una bomba destruyó las oficinas del periódico Los Angeles Times, matando a 21 personas; hubo un tiroteo en Las Vegas que, con 59 muertos y 851 heridos, fue la mayor masacre en suelo americano antes del 11-S; Vladimir Putin se convirtió en miembro permanente del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa. Ah, y para que no falte de nada, fue un Primero de Octubre cuando la Constitución de la Segunda República española reconoció el sufragio universal, es decir, también femenino, que había salido adelante raspando, muy raspando, por cuatro votos. Es que resulta que la izquierda más radical de la época estaba en contra. Vivir es ver volver.
Nada más nos faltaba que Nicolás Maduro eligiera adelantar la Navidad de este año en Venezuela al Primero de Octubre. Obviamente, si de él depende, se va a comer los turrones en la presidencia del país. Y el opositor Edmundo González, en la cárcel o en el exilio.
Es curioso que algunos quieran ver amenazas antidemocráticas en todas partes, menos donde de verdad las hay. No todos los Primero de Octubre han sido ni van a ser un chiste o un juego de rol. Un reducir la democracia al absurdo en la confianza de que la democracia todo lo aguanta, de que esos mismos jueces y policías de los que te ríes son los que te van a proteger de todo mal. Los que te permiten hacer "revoluciones" desde el coche oficial, con dinero público (muchísimo dinero público) y todavía autoproclamarse "represaliados" y "exiliados". Que le pregunten qué opinan del "exilio" de Puigdemont a los ocho millones de venezolanos que no pueden volver a su tierra. O a los que ahí siguen, pero con miedo. Miedo los unos de qué les puede pasar si se enfrentan a su gobierno. Miedo los otros de qué les puede pasar si vuelven los que se fueron, y que llevan años explicándoles que no son sus compatriotas, sino sus enemigos de clase. Miedo de todo. Del pasado, del presente y del futuro. Y de la soledad entre las naciones que prometen mucha solidaridad y luego se olvidan de hacerla efectiva. ¿Han visto a Putin paseándose como Pedro por su casa en Mongolia, sin preocuparse lo más mínimo por las órdenes de detención de la Corte Penal Internacional? ¿Se acuerdan de Navalni y de su "sorprendente" fin en el moderno gulag?
Las tiranías de nuestro tiempo me temo que hace rato que nos han tomado la medida y han comprendido que, cuanto más demócrata y progresista dice ser la gente en teoría, menos dispuesta está a demostrarlo en la práctica. O simplemente a llamar las cosas por su nombre, sin dobles varas de medir. Quien tenga la suerte de haber nacido aquí, no en Caracas, en Kiev o en un kibutz de judíos pacifistas y convencidos —hasta el 7 de Octubre pasado— de que con Hamás es posible entenderse y convivir, debería poner un poco más en valor lo que tiene. Y lo fácil que es perderlo. Todo.