
Lo ha vuelto a hacer. Pedro Sánchez siempre vuelve al lugar del crimen. Pero esta vez ya conocemos sus hechuras.
A todos nos sorprendió cuando a la mañana siguiente de perder las elecciones autonómicas del 28 de mayo de 2023, convocó elecciones generales anticipadas. Sin contar con nadie, a excepción de dos colaboradores con los que se pasó aquella noche intrigando cómo salir del entuerto.
Una pérdida de votos correctiva; pasó de gobernar nueve comunidades autónomas a tres. El hundimiento del PSOE no tenía parangón; pero en lugar de reflexionar sobre sus errores, sus pactos obscenos o el alcance insoportable de sus mentiras, convocó elecciones dejando a todo el mundo descolocado.
En aquella ocasión se hicieron muchas especulaciones. Al final, una sola fue la correcta: impedir las críticas internas de su partido y cortar de cuajo la censura a su manera caudillista de ejercer el liderazgo. Tendría a todos en posición de revista ante las elecciones inminentes y la boca cerrada. Para él, lo primero siempre fue el poder, en este caso, el más inmediato, el de su propio partido. Tiempo habría de enfrentar las elecciones generales; sobre todo si careces de principios y estás dispuesto a pactar con el mismo diablo para retener el poder.
Con el adelanto del Congreso del PSOE a un año vista de su convocatoria oficial, vuelve a repetir la misma jugada: cerrar filas contra la disidencia interna de su partido ante el "concierto catalán" y neutralizar a los críticos que aún no se han doblegado públicamente a su caudillismo. Traducido al sanchismo: purgar a todo el que se le oponga en los resortes de poder del partido, incluidos autonómicos y municipales. El caudillo aborrece la disidencia tanto como ama la sumisión. A eso quiere reducir al PSOE, y lo está consiguiendo. ¿Alguien alberga alguna esperanza a que ese cantamañanas de Page le vaya a plantar cara en el próximo Congreso? ¿Alguien cree que en el actual PSOE existe oposición?
Cómo será la cosa, que la mayoría de españoles ya no esperamos nada de la dignidad moral ni ideológica de los militantes del PSOE, ni de sus cuadros políticos, diputados y varones regionales. En su lugar, un rebaño de costaleros sin más criterio que el pesebre, pendientes de cómo reaccionar a sus "cambios de opinión". El socialismo reducido a una casa de citas, donde el chulo de guarda cruza la cara a la que no cumpla. ¡Qué escarnio a la igualdad socialista y a la teoría crítica sobre la alienación humana!
Lo peor de esta colonización de un partido democrático no es su destrucción. Ahí está Izquierda Española para sustituirlo, o cualquier otro. Lo peor es que su caudillo quiere extenderla a las propias Instituciones del Estado. Y lo está consiguiendo. Ya han caído bajo su control, el CIS, el TC, RTVE, la Fiscalía del Estado, el Consejo de Estado, la Agencia EFE, el INE… Su última cacicada la ha culminado con el nombramiento del ministro de economía como Gobernador del Banco de España. ¡Qué más dan los nombres si son meras fichas intercambiables en sus planes! Un hecho insólito que nos remonta al Caudillo Francisco Franco. El periodista Vicente Vallés nos obliga a mirar al vacío. Da vértigo.
Esta mirada pesimista no quiere, sin embargo, ser derrotista. Se comienza a detectar cierto asco generalizado en un creciente número de intelectuales y medios que hasta la fecha tragaban con todo o ejercían de equidistantes exquisitos. Incluso algunos socialistas avergonzados por tanta sumisión se despachan a gusto abochornados por su propio entorno militante. Hartazgo es la palabra, cabreo ante tanto descaro. La fatiga de materiales empieza a hacer mella. Pedro Sánchez podrá colonizar institución a institución, utilizar afines en sus puestos clave, pero todo tiene un límite. Lo comprobó el martes con la elección del presidente de CGPJ. De izquierdas, progresista, sí, pero no de su banda. Isabel Perelló, una juez, que antes que cualquier otra cosa, es juez. O dicho de otro modo, nadie puede comprar el alma de una nación entera. Todavía hay muchos Quijotes con dignidad en esta vieja tierra de idealistas. Y mucho Sancho acomodado, a la espera de cambiar de montura en cuanto peligre la circunstancial.
CODA: en una de las caras de las antiguas pesetas aparecía esta inscripción: Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios. A los socialistas que os engañáis a diario sin engañar a nadie: No permitáis que os tatúen el alma con ésta otra: Pedro Sánchez, Caudillo por la gracia del nacionalsocialismo.
(Aclaro, no pretendo ni comparar ni banalizar el mal de lo que fue el nacionalsocialismo alemán, sólo remarcar que Pedro Sánchez es presidente de España por el pacto entre el socialismo y los nacionalistas, un dato tan obsceno como innegable. Si alguien sigue escandalizado, puede recurrir a la definición de Nacionalsocialismo que aporta la Gran Enciclopedia Larousse).
