De los asistentes al Comité Federal del PSOE se puede decir que cuando fueron, fueron como rosas, y cuando salieron, salieron como lelos. Pasmados quedaron los llamados barones que fueron allí con la certeza o, al menos, la expectativa de que el jefe del partido explicara lo del pacto con Esquerra para romper la caja común y conceder a Cataluña la soberanía fiscal. Pasmo es lo mínimo que pudo producir la absoluta omisión de cualquier detalle sobre el acuerdo firmado para que Illa obtuviera la presidencia catalana al precio más alto que nunca se ha pagado por un gobierno regional, que eso y no más es la Generalidad sin el oropel que colocan en las fábricas de mitos.
El asunto no se trató y no porque no fuera importante. No hay nada, ahora mismo, que importe más en la política española por su trascendencia para el futuro del país, si aún puede decirse que tiene alguno. Pero precisamente por su trascendencia, no se trató. El Comité Federal no es un órgano de partido en el que se abordan las cuestiones fundamentales de la política que ejecuta el Gobierno del partido. Es un órgano que se reúne de vez en cuando para escuchar al jefe del partido y del Gobierno, que sólo lleva ahí lo que quiere llevar y de la forma que le da la gana. Sus ministros y colocados, que no son pocos, aplauden con las orejas lo que sea que diga el jefe, mientras que del resto se espera que sean los figurantes que hacen bulto y no tienen texto. Se les concede, sí, la libertad de expresión de decir algo a la prensa a la entrada y salida del cónclave.
Todo lo que sabían de este insólito pacto los dirigentes socialistas que no figuran en la corte presidencial, lo sabían por el borrador que filtró Esquerra. Y todo lo que saben después del Comité Federal, es lo mismo que lo que sabían. Los gerifaltes llegaron con la excusa preparada para no decir más que nimiedades. ¡Es que no se sabe cómo va a quedar la cosa! ¡Todavía hay que negociar, ya se verá! Y lo que digan los barones antes de que se perpetre la letra pequeña del cupo catalán, no quieren oírlo Sánchez y su corte de los milagros. Pronto les endosarán un tochazo sobre el asunto para que definitivamente no se enteren.
Hace nada, lanzaban arengas contra la desinformación, como si no hubiera otro problema más acuciante en España. Ahora, desinforman cada día sobre una concesión sin precedentes que rompe la igualdad y acaba con lo común. Han dicho (Peña y Alegría) que la soberanía fiscal catalana es igual que la que tienen provincias como Soria, Teruel y Cuenca. Han dicho que "toda la financiación es singular en este país" (Patxi López), con lo que queda sin sentido que se dé a Cataluña un tipo de financiación del que ya dispone. Han dicho que no es un concierto (Montero) aunque suene la música. Están al borde del surrealismo y con un pasito más, entrarán de lleno. ¿No cogió Duchamp un urinario corriente y moliente e hizo de él una obra de arte al presentarlo fuera de su contexto? Sólo la gente sin sentido artístico ve en el urinario de Duchamp, un urinario. El reto socialista es hacer del cupo catalán el urinario de Duchamp.