El infierno está empedrado de buenas intenciones. Y la Resolución 1701 (2006) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) ha aportado un saco de adoquines. Un fracaso que le ha dado cobertura a Hezbolá. La resolución "autoriza a la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (FPNUL-FINUL) a que tome todas las medidas necesarias y que estime que están dentro de sus capacidades… para asegurarse de que su zona de operaciones no será utilizada para llevar a cabo actividades hostiles de ningún tipo".
Palabrería que precede a la ineficacia. Los informes al CSNU recogen los ‘no’ de las Fuerzas Armadas Libanesas a permitir patrullas de la FPNUL en áreas clave. Aducen para negarse que son carreteras privadas o zonas de importancia estratégica. Recientes declaraciones de Andrea Tenenti —portavoz de FPNUL en Líbano— entrevistado por la periodista Keren Betzalel del canal israelí 12N, lo confirman: "Teníamos indicios de armas y túneles (de Hezbolá) pero por las limitaciones de nuestro mandato no podíamos hacer nada. No podemos registrar propiedad privada. No se nos permite buscar en casas de civiles". Ni Gila: "¿Es Hezbolá? Les llamo de parte de la ONU. Miren, que ayer estuvo aquí el espía de ustedes, uno bajito, vestido de lagarterana. Que se llevó los mapas, que los traiga que solo tenemos esos…".
No contenta con anular el cometido militar, la ONU se puso chévere y después de "instar" a que ninguna fuerza extranjera esté presente en el país (un engaño porque Hezbolá no es una fuerza extranjera), "exhorta al Gobierno del Líbano a que asegure sus fronteras y otros puntos de ingreso para impedir la entrada de armas o material conexo sin su consentimiento". El fracaso ha sido total.
Desde el año 2006, el Secretario General presenta un informe cuatrimestral al CSNU sobre la aplicación de la Resolución 1701. Llevan 18 años repitiendo lo mismo:
28 de junio de 2007. "Me indican un aumento de las actividades realizadas por elementos armados al norte del río Litani, donde las Fuerzas Armadas Libanesas son las únicas responsables de la seguridad. Se sospecha pertenecen a Hezbolá"; 1 de noviembre de 2010. "Hezbolá mantiene capacidades militares considerables fuera del control del Estado, y sigo recibiendo informes en los que se afirma que ha mejorado y ampliado considerablemente su arsenal militar"; 15 de noviembre de 2018. "No se lograron progresos. Hezbolá sigue reconociendo públicamente que mantiene su capacidad militar"; 13 de julio de 2023. "No se lograron progresos en el desarme de los grupos armados…"; 16 de noviembre de 2023. "No se lograron progresos…".
Corta y pega. El mismo texto, la misma hipocresía. 680 militares españoles. 151,3 millones de euros en 2023 (la segunda misión internacional con mayor coste tras los Grupos Navales Permanentes bajo bandera de la OTAN). Derroche inútil. Pero todo está okey.
El pasado 29 de enero RTVE entrevistaba al general Aroldo Lázaro, Jefe de Misión y Comandante de la FPNUL. "Quisiera señalar —afirmaba— que la Resolución 1701 es el marco adecuado para poder alcanzar esos acuerdos. La importancia de la 1701 viene dada por el empeño de las partes en conflicto en implementarla en su totalidad y es una herramienta para que eso pudiera llegarse a efecto". Tras 18 años de fracasos ¿qué necesidad tenía usted de decir esto, mi general? Usted sabe mejor que nadie lo que "la verdadera disciplina, tan alejada de la sumisión y el servilismo, puede y debe abarcar". Estos días, don Aroldo, en la intimidad del búnker, tendrá tiempo para reflexionar sobre sus capacidades de análisis: "La solución a lo que está ocurriendo en Oriente Próximo es política, no militar". ¡Y dos huevos duros!
El propósito de la misión que usted dirige, desde el pasado 4 de febrero, es el de colaborar para crear una zona al sur del río Litani libre de Hezbolá y bajo el control de las Fuerzas Armadas Libanesas. Impedir la transferencia de armas a los terroristas, desarmar a todas las milicias y detener los ataques contra Israel. ¿Qué han estado haciendo los 10.000 soldados de la FPNUL desde 2006? Es chupi confraternizar con la población y hacer publirreportajes en los que nuestros militares parecen extras de una ONG. Pero ustedes no están ahí para repartir la ayuda del padre Ángel.
A un general español le ha tocado estar al frente, en el peor momento, de una misión fracasada desde su inicio. Obedece órdenes, pero sabe que está mandando una fuerza regulada por el Capítulo VI de la Carta de Naciones Unidas, lo que significa que solo pueden hacer lo que les pida o autorice el Gobierno libanés, que está acoquinado por los terroristas a sueldo de Irán. Sean honestos y vuelva a casa.
"No habrá retirada del Líbano como quiere Benjamín Netanyahu… cuya única pretensión es imponer un nuevo orden regional por la fuerza, que lo único que va a traer es más desorden y más destrucción en Oriente Próximo", proclamó El señor 1 el 14 de octubre. Convertido en portavoz internacional de la causa palestina, considera a Hezbolá e Irán factores de estabilidad y progreso. La ministra Robles es responsable de la situación en la que se encuentran nuestros soldados y en esta ocasión no tiene a una directora del CNI para colgarle el mochuelo. Las Fuerzas de Defensa de Israel han advertido a la FPNUL de que Hezbolá los puede utilizar como "escudos humanos, poniendo en peligro a sus tropas".
Algún malpensado afirma que se busca un muerto para aumentar la presión sobre Israel. Si es así, que no olviden a los seis militares españoles asesinados el 24 de junio de 2007. Dos artefactos explosivos detonaron al paso de su vehículo en el sur del Líbano. Comenzaba el despliegue de la misión. Nunca se supo la autoría. La Oficina de Contraterrorismo del Departamento de Estado de EE.UU. advierte en Country Reports on Terrorism 2007-Lebanon que "se consideró que se trataba de un intento de quienes se oponen a los esfuerzos de la FPNUL por impedir los ataques contra Israel lanzados desde el sur del Líbano". Hoy, nuestro Gobierno no recuerda ni honra su memoria. Sus compañeros aprietan los dientes en el búnker e Israel lucha por su existencia.