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Pedro Gil Ruiz

Iñigo, yo sí te creo

Iñigo, hazte un favor: libérate de "esa subjetividad tóxica" y cállate.

Iñigo, hazte un favor: libérate de "esa subjetividad tóxica" y cállate.
El diputado de Sumar Íñigo Errejón, antes de una rueda de prensa del portavoz del partido, Ernest Urtasun. | EFE

Todo empezó en julio de 2018 con una entrevista muy personal en la revista Esquire. El estratega de la nueva izquierda, defenestrado en el aquelarre podemita de Vista Alegre II, meditaba sobre su futuro y el del gobierno socialista. "Estamos ante un Gobierno que es como una bicicleta, solo estará estable si permanece en marcha". Siempre fue un visionario. Le hicieron un reportaje y en la foto de apertura estaba más bonito que un San Luis. Llevaba un traje de chaqueta dos piezas en gris medio de la firma Adolfo Domínguez (229 euros la chaqueta y 99 el pantalón), camiseta de Anthony Morato (50 euros) y zapatillas deportivas de Hugo Boss (150 euros). "Solo el relato minucioso es verdaderamente ameno", escribía Thomas Mann en José y sus hermanos…

Iñigo Errejón observa un balón de futbol que levita frente a él. ¿Presiente que su papel en la farsa que comienza será el de un bufón sabiondo y sin gracia, flojo de remos? "He empezado a hacer yoga hace poco. Comencé porque la tensión se me acumulaba en los hombros y me lo recomendaron". Se sinceraba con la periodista.

Hay que comprender a Iñigo y quizá compadecerse de él. Lo que ha sucedido se veía venir. Cuando nació -diciembre de 1983- su padre ya era un destacado militante socialista. Uno más de los centenares de maoístas del PTE y la ORT que cambiaron el Libro Rojo por el coche oficial (entre ellos Paca Sauquillo y José Sanroma Aldea, el secretario general de la ORT nacido en Daimiel y que, para aparentar, se puso de nombre de guerra ‘camarada Intxausti’). Y digo que hay que comprenderle porque ustedes -que son de derechas y formales- no se imaginan lo que debe ser tener unos progenitores maoístas reciclados en psoeístas.

La gente de la ORT y el PTE eran lo más cutre entre el cutrerío de la extrema izquierda no terrorista. Al menos los que yo conocí. Confesaba el simpar saltimbanqui Juan Carlos Girauta -también en el verano de 2018 y en El Mundo- que de jovencito se hizo maoísta de la Joven Guardia Roja para ver si ligaba. No debió tener éxito y la experiencia le produjo ansiedad o algún tipo de trauma. Así se explica que se fuese al PSC, se presentase por el PP a tres elecciones ("por hacerles un favor", dijo el muy fantasma), la pintase en Ciudadanos y ahora se esté haciendo el favor a sí mismo en VOX. Y todo porque las maoístas eran unas estrechas. Si Freud levantara la cabeza…

No nos despistemos. Podemos se había presentado en sociedad e Iñigo quedó a comer con su familia. Estamos en el verano de 2014. Imaginen la sobremesa. "Mira hijo, para desempeñar esa función/tarea de avanzada de la unidad popular, Podemos tiene que defender un programa político articulado en torno al eje de la construcción del pueblo. Se trata de un mandato determinado, un encargo preciso para impulsar a un nivel superior la tarea constructiva". ¿Ahora lo entienden? Eso no se le hace a un hijo. A qué te dedicas después de que tu padre te diga esto y además, para tu sonrojo, se lo publique Viento Sur, el último reducto del trotskismo patrio.

Todo fue a peor. Las pesadillas eran más frecuentes. Se despierta sudoroso y sobresaltado. Una voz, que él confunde con "el núcleo irradiador", le aturde: "Las identidades políticas no están dadas, no responden a esencias rígidas, sino que se están construyendo constantemente… es una de las claves para aprehender la estrategia política y su objetivo: construir un pueblo". Es él quien repite el mantra. Asustado, intenta matar al padre (en la figura de Pablo Iglesias). Fracasado, busca consuelo en los pechos de Carmena. Pero Manuela es una comunista de armas tomar y pasa de niñatos. Después se refugia en los brazos de Yolanda. A partir de este momento la crisis se agudiza. "Vamos a hacer lo que es fundamental para la vida pública que es para que la gente sea más fácil para las personas en nuestro país". Iñigo se queda sin uñas cada vez que oye a la lideresa. No puede más. Lo reconoce al ser entrevistado por YoDona en mayo de 2023. "Voy a terapia desde hace meses y he aprendido a decir ‘no puedo’. Poco a poco voy reconociendo mis debilidades, algo que, creo, es un grado supremo de fortaleza". Cursi hasta el desayuno y después todo el día, que diría Federico.

Y llegó el final. Y no erró en su presentimiento cuando parecía interrogar al balón en la ya lejana portada de Esquire. Acaba como un bufón flojo de remos que estalla emocionalmente. Esas denuncias, de ser ciertas, ¿no serán provocadas? ¿Un castigo autoinfligido? Deja el escaño porque no soporta verse sentado junto a Ábalos.

Pero ¿y si todo este sufrimiento fuese la señal de un nuevo comienzo? Uno que le ayude a recuperar su "salud física y mental" y su "estructura afectiva y emocional".

"Los frutos del silencio los conoce quien lo ha experimentado. Aunque al principio nos resulte duro callar, gradualmente, si somos fieles, nuestro mismo silencio irá creando en nosotros una atracción hacia un silencio cada vez mayor". Estatutos de la Orden de la Cartuja. Capítulo 4, La guarda de la celda y del silencio. Seguro que te reciben con los brazos abiertos. Iñigo, hazte un favor: libérate de "esa subjetividad tóxica" y cállate.

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