Es cierto que el tiempo suele poner las cosas —y a las personas— en su sitio, tal y como ha venido a balbucear el presidente del Gobierno como único comentario ante el gravísimo hecho de que el juez Juan Carlos Peinado haya dictado un auto en el que cita de nuevo a declarar a la esposa de Sánchez en calidad de "investigada" por dos nuevos delitos: apropiación indebida e intrusismo profesional.
Ahora bien, con independencia que cómo acaben todas estas acusaciones penales en el futuro, el tiempo y tres resoluciones judiciales ya han demostrado el infundio de decir que no tenían más fundamento que el "fango de la extrema derecha" o que su admisión a trámite sólo podía obedecer a una "voluntad prevaricadora" por parte del juez Peinado. Lo que el tiempo ya ha demostrado es que este juez, lejos de retirar los cargos contra la esposa de Sánchez por tráfico de influencias y corrupción en los negocios, los amplia por la supuesta apropiación ilícita de un software [plataforma tecnológica] de la Universidad Complutense de Madrid. Y lo hace, además, en base a unos hechos mucho más indiciarios de la existencia de delito, por cierto, que los que se dan en las acusaciones contra Iñigo Errejón —no digamos ya el novio de Isabel Ayuso– a los que el presidente del Gobierno y sus socios, sin embargo, ya han parecido dar por condenados sin dar tiempo al tiempo y sin esperar a resolución judicial alguna.
Habrá también que dar tiempo al tiempo, por otra parte, para saber si Begoña Gómez ha viajado a la India con su marido por "necesidades de protocolo y representación" o "porque se le ha solicitado" pero en ningún caso "como representante o cargo público con agenda propia", tal y como Moncloa justificó la presencia de la esposa de Sánchez en París los pasados 27 y 28 de julio, cuando se desplazó a la capital gala junto al presidente con motivo de los Juegos Olímpicos en esta ciudad.
En cualquier caso, y puestos a hablar del tiempo, no parece este el momento más oportuno, desde el punto de vista diplomático y protocolario en defensa de los intereses de España, para que una mujer imputada, entre muchos otros graves delitos, por tráfico de influencias y por corrupción en los negocios, se desplace a la India por mucho que sea esposa del presidente del Gobierno o precisamente por ello.
Para lo que ya no hace falta dar más tiempo al tiempo es para que quede acreditado que su ex mano derecha, José Luis Ábalos, su esposa Begoña Gómez, su hermano David Sánchez o nada menos que su Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, están imputados por varios y graves delitos. Y que nada de eso es óbice para que Sánchez se aferre al poder como si el tiempo fuera siempre a mantenerlo en él, como si su sitio fuera a ser siempre ese y nunca el banquillo de los acusados, en donde se sentará el próximo 18 de noviembre su esposa Begoña Gómez.

