El señor Feijóo espera de pie ante la primera fila de butacas del Auditorio del Centro de Convenciones Internacionales de Barcelona. "Se alzan los pueblos con valor…". De fondo se escucha La Internacional (una falta de respeto ponerla de hilo musical). Va a comenzar el 44º Congreso de la UGT. A su izquierda, Sordo de CCOO y junto a este Garamendi, de la CEOE. Los tres esperan a la vedete, que habrá habilitado alguna subvención para pagar parte de la fiesta. Yolanda Díaz llega sonriente y cogida del brazo por Pepe Álvarez, el anfitrión. Saludan a Feijóo; Pepe tira hacia su vera de Sordo que, prudente, se apartaba. Le dan la espalda a Garamendi. Este, incómodo, se bambolea intentando hacerse ver: "¡Eh! Que estoy aquí! ¿No me veis?". No, no le ven. Es más, no lo quieren ni ver. Gerardo Cuerva, el presidente de Cepyme, estira ridículo el pescuezo detrás de Díaz. Los cuatro posan ante las cámaras. Con la perplejidad de quien ha sido invitado y le hacen un feo, el señor que ejerce de patrón de patronos, aguanta en su sitio con expresión pánfila. Eso a José María Cuevas no se lo hacen. Mutis por el foro y que se note.
Quizá le fallaron los reflejos o por prudencia no quiso violentar, pero a Feijóo le hicieron partícipe del ninguneo a la patronal y, mala educación aparte, pudo comprobar, en vivo y en directo, lo que entienden por diálogo social el Gobierno, UGT y CCOO. Era el aperitivo. "¿Os imagináis la política laboral de un Gobierno del PP y VOX? ¿Os imagináis la política de igualdad de un Gobierno del PP y VOX?". La vicepresidenta Díaz arremetía contra Feijóo que la escuchaba (¿atónito?) sentado en primera fila. Cada bravata era correspondida con los aplausos de los delegados y las sonrisas y cuchicheos de Pepe Álvarez y Rafael Espartero, (secretario de Organización de la UGT. Como Ábalos o Cerdán, pero en esmirriao). Vamos, que esta gente te invita, te ponen a pingar y encima se ríen en tu cara. Le honra a Feijóo comportarse como un demócrata, que no imagina semejante desfachatez por parte de la UGT.
"Feijóo abandona el Congreso después de que Yolanda Díaz lo acorrale con la reducción de jornada". "Yolanda Díaz acorrala a Feijóo en el Congreso de UGT", tituló la prensa del régimen. Y para completar la sesión, Pepe Álvarez le compromete anunciando que éste le ha confirmado su apoyo a la última parte de la reforma de pensiones. Algo a lo que el PP se había opuesto hasta la fecha.
No deja de ser un poco presuntuoso decirle a un dirigente político cómo actuar. Una frivolidad del mismo tenor que si ese político le dictase al director del periódico, o de una tertulia, el texto del editorial. ¿Pero nadie en su entorno advirtió a Feijóo de lo que podía suceder o convino con los organizadores un mínimo de cortesía? El dirigente del PP tendrá el recuerdo de sus negociaciones, como presidente de Correos o de Insalud, con los sindicatos de esas empresas, pero la lógica de las cúpulas de UGT y CCOO y, en especial, de Pepe Álvarez y su relación con Pedro Sánchez, nada tienen que ver con esa práctica sindical. Han pasado más de 20 años. Pepe y Sordo hacen política en connivencia con el Gobierno y dirigen un poder no democrático. Los sindicatos, todos, reciben subvenciones atendiendo a su audiencia electoral, que se mide por los resultados a delegados de personal y comités de empresa. Pero estos datos no son públicos y no lo son porque en el año 1994 UGT y CCOO lo acordaron así y el Ministerio de Trabajo lo aceptó.
Los sindicatos organizan huelgas generales contra decisiones del Gobierno, aprobadas por el Parlamento, justificándolas en que todo lo que afecta a los ciudadanos les compete. La huelga general de 1988, una movilización política de Nicolás Redondo contra Felipe González, tuvo la excusa de un contrato de inserción para los jóvenes. Actúan como un poder fáctico que no rinde cuentas, ni se les piden. El señor Feijóo debería entender esto.
"La envergadura de la tarea que tenemos por delante exige recuperar el dialogo social…". En 1996, José María Aznar se comprometía así en la presentación del programa electoral del PP para las elecciones que ganó. Hoy, la relación de CCOO y UGT con el Gobierno de socialistas y comunistas nada tiene que ver con lo que sucedía en esos años. Su debilidad les hace dependientes del presupuesto gubernamental. Son piquetes contra la patronal y propagandistas desprestigiados.
Señor Feijóo, usted parece una persona de concordia que enfrenta, para su pesar, a la izquierda más sectaria desde la recuperación de la democracia. A su derecha, compiten en sectarismo. En una sociedad democrática que el líder de la oposición acuda a un congreso sindical debiera ser un acto rutinario. En España no es así. Cumplió con su obligación aceptando la invitación. Los delegados ugetistas que reían y aplaudían las invectivas de la vicepresidenta del Gobierno, le desprecian. Y con ello, a millones de españoles. No busque votos ahí. UGT y CCOO no prestigian. Todo lo contrario. Haga usted lo que quiera pero, y esto sí es una sugerencia, la próxima vez envíeles una postal.