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Cristina Losada

Una emergencia no depende del hombre providencial

Si en una emergencia, la respuesta depende de lo que haga o deje de hacer un solo hombre, entonces, el sistema falla.

Si en una emergencia, la respuesta depende de lo que haga o deje de hacer un solo hombre, entonces, el sistema falla.
Pedro Sánchez. | LD/ Agencias

El presidente del Gobierno ha dado nuevas pruebas de lo que duran sus buenas intenciones, siempre desde el supuesto de que fueran buenas y fueran intenciones. Después de la catástrofe en Valencia, proclamó que no era el momento de entrar en la guerra de culpas, que esa sucia batalla era para después y que había tiempo. Cierto que la intención proclamada la contrapesaba y contradecía todo su entorno, que se lanzó como un solo hombre contra un solo hombre, el presidente valenciano. Pero Sánchez, cierto también, podía decir que él no. Ahora, con su comparecencia en el Congreso, ya no puede decir que él no. Él, sí, culpa a Mazón de todo. Claro que, fiel a su estilo, entra de lleno en la refriega, señala con el dedo a un culpable, pero no renuncia a colocarse au-dessus de la mêlée. Culpa a Mazón de todo y, a la vez, dice que habrá tiempo para depurar responsabilidades. La simulación de buenas intenciones es el vehículo para pasar de contrabando las auténticas.

La coherencia discursiva en la política ha dejado de ser necesaria porque ha dejado de tener valor. Esto es así a la vista de que esa coherencia no se premia y lo contrario pasa la aduana sin revisión. Pero los que todavía dan valor a la racionalidad y al raciocinio no dejarán de asombrarse de que incurriera en una incongruencia más. Porque si Mazón, como dijo, es "el principal responsable de la catástrofe" y Feijóo le tiene que obligar a dimitir, lo lógico es que el Gobierno central le quitara la gestión de los efectos del desastre y la asumiera directamente. Pero no. Sánchez confirma que la gestión seguirá en manos de la Generalidad valenciana y de un presidente que ha dejado como un inútil, un incompetente o algo peor. Se burla de Feijóo por reclamar que el Gobierno central gestionara la emergencia, mientras defendía la de Mazón, pero no se percata de su propia y peor incoherencia. Qué falta, digamos, de perspicacia.

La incongruencia más perniciosa es otra, no obstante. En la asombrosa comparecencia, el presidente remachó su cerrada defensa propia diciendo que no ha fallado "el sistema", sino que han fallado "algunas personas, algunas con altas posiciones", aludiendo al señalado Mazón. Pero si en una emergencia, la respuesta depende de lo que haga o deje de hacer un solo hombre, entonces, el sistema falla. No hay vuelta de hoja. Cuando todo depende de una persona, estamos ante un mal sistema: un sistema que sólo puede fallar. Lo mismo si por sistema entendemos Estado. Si se dice que no falla "el Estado" y sólo falla una persona concreta, bueno, señores, entonces es que no hay "Estado".

El Estado moderno, con estructura, con organización, con normas, con protocolos, funciona o debe funcionar de un modo que evite o corrija, precisamente, los posibles fallos de una persona. Que el presidente del Gobierno de España diga que la reacción a una emergencia de protección civil depende de un solo individuo es muy triste, y muy triste para él también. Está diciendo que no tenemos —y él, como presidente no tiene— un Estado capaz de funcionar sin que un político, hombre providencial, cual deus ex machina, tenga la suerte de tomar, él solito, en su mismidad, la decisión acertada. En qué mundo —primitivo— vive, caso de que tenga por cierto lo que dice.

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