La peligrosa huida hacia delante de Sánchez, acosado por la corrupción
Con sus nuevas declaraciones y el anuncio de un próximo encuentro con el prófugo golpista, queda claro que la huida hacia delante del personaje no ha hecho más que empezar.
Los argumentos del sanchismo para negar la realidad son cada vez más patéticos, como corresponde a una banda política que ve cómo los días en el poder tocan a su fin. El propio presidente del Gobierno recurre ya a un argumentario decididamente pueril para eludir responsabilidades con el que ni siquiera engaña a los suyos, dispuestos a tragarse todas las piedras de molino con tal de que no gobierne la izquierda, como están haciendo desde que explotó la actual ola de corrupción.
La última aportación del propio Sánchez a este respecto es un nuevo giro del guion delirante con el que Moncloa pretende desactivar las informaciones periodísticas y actuaciones judiciales que acorralan al Gobierno y a su entorno personal más cercano. En esta ocasión, Sánchez ha llegado a despreciar el informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil que constata fehacientemente los hechos por los que se investiga al Fiscal General del Estado, afirmando a preguntas de los periodistas que, tras el escándalo monumental del borrado del teléfono móvil, confía todavía más en Álvaro García Ortiz.
Esa relación de confianza con el primer Fiscal General del Estado de la democracia imputado por graves delitos es, obviamente, el pago de los servicios de García Ortiz en la operación de Estado contra el entorno personal de la presidenta de la Comunidad de Madrid. El propio Sánchez, incapaz de moderar su bravuconería, completó los halagos hacia su esbirro con una nueva exigencia de responsabilidades a Isabel Díaz Ayuso por su pareja que, a diferencia de la de Sánchez, no está acusada por ningún juzgado de haberse aprovechado de su condición familiar para traficar con influencias y enriquecerse ilícitamente.
En su huida permanente de la realidad, Sánchez asegura a sus fieles que terminará la legislatura y renovará su mandato en las urnas, esto en unos momentos en los que las derrotas parlamentarias se le acumulan por el desprecio de sus socios de investidura, la última de ellas a manos de PNV y Junts. Para ello está dispuesto a visitar a Puigdemont a rendirle pleitesía y suplicar su apoyo, buena prueba de que el personaje está dispuesto a asumir cualquier humillación para mantenerse en el poder.
Alguien podría pensar que, tras reclamar que se pida perdón al Fiscal General del Estado por haber borrado de su teléfono todos los mensajes incriminatorios, Sánchez no iba a superar el listón del disparate político que él mismo colocó con semejante afirmación. Con sus nuevas declaraciones y el anuncio de un próximo encuentro con el prófugo golpista, queda claro que la huida hacia delante del personaje no ha hecho más que empezar.
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