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La 'fototrola' de la agencia Magnum

¿Y si la "obra cumbre" del fotoperiodismo de guerra resultase ser un montaje propagandístico?

¿Y si la "obra cumbre" del fotoperiodismo de guerra resultase ser un montaje propagandístico?
Muerte de un miliciano, de Capa | Archivo

Los treinta y seis miembros del jurado son todos personas principales, salvo algún "políticu socialista asturianu", que está como de "rellenu" (términos cuyo significado el Diccionario General de la Lengua Asturiana de La Nueva España traduce por: político, asturiano y relleno. Socialista no cambia). A lo que voy, entre esos prohombres y promujeres que concedieron el premio Princesa de Asturias (perdonen la reiteración toponímica) de la Concordia a la agencia Magnum Photos no hay nadie relacionado, ni remotamente, con el fotoperiodismo. Quizá el oftalmólogo Luis Fernández-Vega Sanz, forzando mucho la concomitancia. ¿A quién y por qué se les habrá ocurrido? Para decidir sobre los demás galardones (investigación, letras…) coinciden nombres reconocibles con el asunto que se premia. Además de ser jurados contenidos en su número (14 en deporte y artes; 19 en cooperación y comunicación). Entre esos 36 ilustres desfilan las Koplowitz y Brufau, pasando por Faine. También una marquesa y un vizconde. El gran dibujante Serafín hubiera tenido para dos páginas de La Codorniz.

Sorprende que a una cooperativa de fotoperiodistas le premien su contribución a la concordia. Además de que en la agencia se las tuvieron tiesas cuando el inglés Martin Parr solicitó en 1994 ser miembro de pleno derecho: "Cualquiera que sea descrito como el fotógrafo favorito de Margaret Thatcher ciertamente no debería pertenecer a Magnum". Ganó por un voto. "Su inclinación por patear a las víctimas de la violencia tory me hace describir sus imágenes como fascistas". Así lo retrató en una carta pública, oponiéndose a la admisión de Parr, Jones Griffiths, que fue presidente de Magnum entre 1980 y 1985.

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Descartado el buen rollo, el jurado explica el porqué del premio: "Por su icónica y exigente labor de fotoperiodismo extendida a lo largo de casi ocho décadas", se lee en el acta. La iconicidad expresa la similitud entre una imagen y lo que representa. Exigente es sinónimo de riguroso. Pero ¿y si la imagen más icónica de Magnum sobre la guerra civil española fuese una teatralización? ¿Y si la "obra cumbre" del fotoperiodismo de guerra resultase ser un montaje propagandístico? ¿Alguien en el jurado sintió curiosidad y preguntó por esa polémica que pone en duda la autenticidad de Muerte de un miliciano de Robert Capa, uno de los fundadores de Magnum?

El fotógrafo ha capturado un instante de ingravidez. La de un hombre que acaba de ser abatido. Cae de espaldas. Extendidos los brazos, la mano derecha todavía acaricia el fusil. La fotografía se publicó por primera vez el 23 de septiembre de 1936 en la revista francesa Vu. Pero no fue hasta su reproducción en el reportaje Death in Spain de LIFE -12 de julio de 1937- cuando se convierte en una potente imagen a favor del Frente Popular. Imagen que, extrañamente, no aparece en el contenido multimedia preparado por la agencia que se reproduce en la web de la Fundación Princesa de Asturias.

José Manuel Susperregui, hoy jubilado, fue profesor titular en el Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad del País Vasco. Un vasco bravo. De los que tuvieron el valor de plantar cara al terror etarra. En 2016 publicó un detallado estudio: Localización de la fotografía Muerte de un miliciano, de Robert Capa. Communication & Society, Vol. 29(2). Hace unos días hablé con él. No estaba al tanto del premio: "Magnum es sobre todo un negocio" afirma.

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Susperregui la disecciona y desmonta en su totalidad. Sitúa el lugar donde fue tomada (la localidad cordobesa de Espejo y no Cerro Muriano, según declaró Capa). Destaca la inexistencia de acciones bélicas. No murió ningún soldado en las fechas en las que estuvo el fotógrafo. Y, para rematar la caída del mito: no fue una Leica la que captó la escena. "Llegué a la conclusión de que la instantánea fue tomada con una cámara de formato cuadrado". Una máquina pesada y "seguramente utilizó un trípode", me dice.

El 19 de agosto de 2009 y tras las reacciones suscitadas por su libro Sombras de la fotografía, The New York Times editorializaba: "Esperamos que esta disputa finalmente se resuelva. Simular una fotografía de prensa sería un error terrible. La verdad sobre Muerte de un miliciano es especialmente importante. Para nosotros es de suma importancia -y para la reputación de Capa- saber si este hombre cayó para no levantarse más, o se levantó y se marchó". La agencia Magnum nunca se ha pronunciado. ¿Silencio cómplice con la trola?

Avanza la conversación con José Manuel y surge algo más oscuro. Siniestro. Su investigación sobre el trabajo de Robert Capa le llevó a indagar en la participación de esos "heroicos" milicianos, que posan sonrientes, en la matanza que se produjo en el pueblo de Espejo. Entre el 22 de julio y mediados de septiembre fueron asesinadas cerca de 70 personas. Uno de ellos -"ese de la gorra de plato que aparece en primer plano en la fotografía que publicó LIFE" (se refiere a la que muestra una línea de cinco milicianos que posan apuntando sus armas)- es Rafael Medina Ramírez, alias Rafaelito Berenjeno, "quien ordenó todos o casi todos ellos (los asesinatos)". Lo afirma el coronel farmacéutico Patricio Hidalgo Luque en su libro La guerra civil en Córdoba. Entre las víctimas Carmen Sánchez Trigo, que por ser ama de llaves del cura… Aquí dejamos la conversación y me despido de José Manuel. Para remover los muertos de la guerra civil ya se basta el Gobierno. El fundador de Magnum fotografió a unos y olvidó a otros. El jurado premió a la agencia y seguro que tiene argumentos, pero no por la concordia. Al menos no por la de todos nosotros.

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