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El virus que ocultó el Partido Comunista Chino

Si no comprendemos la naturaleza totalitaria del marxismo del siglo XXI, no entenderemos por qué el Partido Comunista Chino engañó a la Humanidad en la crisis del COVID-19.

Si no comprendemos la naturaleza totalitaria del marxismo del siglo XXI, no entenderemos por qué el Partido Comunista Chino engañó a la Humanidad en la crisis del COVID-19.
Xi Jinping. | LD/Agencias

50X1-HUM es la signatura del informe The meetings of communist party leaders in Moscow, 14-19 november 1957. Analysis of their Significance. Lo elaboró la CIA en diciembre de ese año y se desclasificó en enero de 2014. Durante esos días se reunieron en Moscú 65 dirigentes de los principales partidos comunistas. El español entre ellos. Conmemoraban el 40 aniversario del golpe de mano bolchevique contra el Gobierno de Alexander Kerenski. La Revolución de Octubre.

Unos días antes, la Unión Soviética puso en órbita el segundo Sputnik y el 27 de agosto, la agencia TASS había informado del éxito de las pruebas del primer cohete balístico intercontinental. "Los resultados obtenidos demuestran que existe la posibilidad de lanzamiento de misiles a cualquier región del planeta".

Mao Tse-Tung intervino cerca de tres horas en la sesión plenaria del 18 de noviembre. El informe de la CIA destaca que: "Mao explicó que en el momento de la crisis de Suez, el politburó del Partido Comunista Chino estimó que en caso de guerra atómica morirían 600 millones y otros 300 millones quedarían totalmente discapacitados. Declaró que ‘no deseamos iniciar una guerra’. Afirmó, sin embargo, que si no había otra alternativa ‘lo haremos’ y en ese caso, se produciría una nueva y rápida victoria del socialismo". La versión del discurso editada por Mao se puede leer en el archivo digital del Wilson Center. Coincide en lo sustancial con el resumen de la CIA. "Debatí esta cuestión con un estadista extranjero. Él creía que si se libraba una guerra atómica toda la humanidad sería aniquilada. Yo le dije que si se llegaba a lo peor y moría la mitad de la humanidad, la otra mitad permanecería, mientras el imperialismo sería arrasado y el mundo entero se convertiría en socialista".

Seis años después —el 5 de agosto de 1963— se firma en Moscú el Tratado de prohibición parcial de pruebas nucleares. El PCCh no se adhiere y ataca al "camarada Kruschev". Estalla el conflicto entre la URSS y China. Los dirigentes del PCUS recuerdan las palabras de Mao en Moscú en 1957 y le acusan de querer que triunfe el socialismo sobre cadáveres y ruinas. De estar dispuesto a que mueran trescientos millones de chinos. Que desaparezca la mitad de la Humanidad, con el fin de construir "una civilización más elevada". Pravda publica el 21 y 22 de septiembre de 1963 una dura respuesta del Gobierno soviético a las críticas del PCCh. "Consideramos absolutamente inadmisible el continuar la discusión cuando se nos propone construir nuestra política sobre la evaluación del número de personas que podrían perecer en una catástrofe termonuclear". Revelan que en la crisis de los misiles de Cuba "los dirigentes chinos trataron de empujarnos a una apuesta extremadamente peligrosa y convertir a Cuba en un lugar donde se habría ensayado por primera vez el concepto formulado por Pekín para que los pequeños pueblos se sacrificaran ‘en aras del maravilloso futuro de la humanidad".

Existe una línea ininterrumpida entre Mao Tse-Tung y Xi Jinping. Es el gobernante más poderoso desde Mao y al igual que sucedió con el maoísmo, su pensamiento sobre el socialismo con peculiaridades chinas, fue incluido en 2017 en la Constitución. Es la columna vertebral del marxismo mundial del siglo XXI. Para Xi todo gira en torno al partido: "tanto en el este, el oeste, el norte o el centro, el partido provee directivas para todo".

"Durante más de dos semanas, el Partido Comunista Chino tuvo en sus manos la clave de la respuesta al COVID-19 pero se negó a compartirla. El PCCh ocultó información, perjudicó la respuesta mundial y provocó enfermedades y muertes innecesarias". Estas contundentes afirmaciones se leen en el Informe del Subcomité Especial sobre la pandemia del coronavirus del Congreso de los Estados Unidos. Y continúa: "Cuando la OMS declaró el COVID-19 como Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (PHEIC), el 30 de enero de 2020, la enfermedad había infectado a unas 10.000 personas y matado a cerca de 1.000 en 19 países". El Servicio Federal de Inteligencia Alemán concluyó que el retraso de la OMS en declarar la PHEIC, fue debido a las intensas presiones que el PCCh ejerció sobre la organización. "Se desperdiciaron de cuatro a seis semanas en la respuesta mundial a la pandemia".

Previamente a estas acusaciones, el Informe afirma que la hipótesis con mayor respaldo científico es que "el COVID-19 surgió como resultado de un accidente de laboratorio o relacionado con la investigación en el Instituto de Virología de Wuhan". El primero de los cinco argumentos a favor de la "fuga de laboratorio" es que el virus posee una característica biológica que no se encuentra en la naturaleza.

La pregunta que no se hace el Subcomité Especial es si las decisiones del PCCh fueron una sucesión de negligencias o consecuencia de un cálculo político. ¿Por qué los dirigentes chinos tardaron en alertar a la OMS? ¿Quisieron evaluar la respuesta de las democracias una vez propagado el virus? ¿Observar los efectos de la crisis en la cohesión de las sociedades occidentales? Seguramente sean especulaciones. Pero "el partido provee directivas para todo" y en este caso también lo hizo. El Informe constata hechos pero elude avanzar hipótesis. Quizá no sea su cometido, pero sin éstas, buena parte de las recomendaciones para "predecir, protegernos y, con suerte, prevenir la próxima pandemia" solo son buenas intenciones.

Hay mucho ajuste de cuentas contra la Administración demócrata de Estados Unidos. El Subcomité felicita a Trump por la Operación Warp Speed que "alentó el rápido desarrollo y autorización de la vacuna COVID-19. Fue altamente exitosa y ayudó a salvar millones de vidas" y critica a Biden porque "obligó a los estadounidenses sanos a cumplir con las órdenes de vacunación que pisotearon las libertades individuales". Los bebelejía lo celebran. En una reciente entrevista se le preguntó al doctor Antonio Zapatero —el que enfrentó la dureza de la pandemia y una oposición truculenta en la Comunidad de Madrid—: ¿Cree usted que quizá se fue demasiado (lejos) en el acoso a la libertad individual para imponer esa vacunación? "Las vacunas han salvado millones de vidas. No tiene sentido discutir su utilidad. Eso para mí, como médico, es el elemento esencial". El resto es farfolla para tertulianos.

Mao no era un conspiranoico y Xi Jinping tampoco lo es. Si desconocemos la ideología que anima sus decisiones políticas, si no comprendemos la naturaleza totalitaria de ese marxismo del siglo XXI que representa, no entenderemos por qué el Partido Comunista Chino engañó a la Humanidad en la crisis del COVID-19.

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