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¿Un 15M de 'okuexpropiados'?

No hay okupaciones buenas y okupaciones malas. Todas son delito, incluso si el piso okupado está vacío y lo posee un fondo de inversión.

No hay okupaciones buenas y okupaciones malas. Todas son delito, incluso si el piso okupado está vacío y lo posee un fondo de inversión.
Irene Montero | LD/Agencias

El artículo 47 de la Constitución dice que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada Y ATRIBUYE A LOS PODERES PÚBLICOS la obligación de promover las condiciones necesarias y establecer las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho.

El artículo 33 reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia; estipula que la función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes, y precisa que NADIE PODRÁ SER PRIVADO DE SUS BIENES Y DERECHOS sino por causa justificada de utilidad pública o interés social MEDIANTE LA CORRESPONDIENTE INDEMNIZACIÓN y de conformidad con lo dispuesto por las leyes.

Las mayúsculas son para resaltar la contradicción en que nos hacen vivir (o sinvivir) algunos. En economías como la nuestra, que van muy bien pero están "muy tensionadas" —debemos ser como la economía del gato de Schrödinger, simultáneamente vivo y muerto…—, no es fácil garantizar a la vez el derecho universal a la vivienda digna y el derecho a la propiedad privada. Que incluye el derecho a comprarte o a heredar casas, a disfrutarlas y hasta a ganar dinero con ellas sin que te llamen fascista. No digamos en un país donde esa ha sido la vía de ahorro tradicional y habitual para millones de familias. Uno de los pocos ascensores sociales verdaderamente fiables, junto con el esfuerzo de muchos padres por proveer a sus hijos de una educación mejor que la que ellos mismos recibieron.

Si falta vivienda, es la Administración la que tiene que gastarse los muchos impuestos que recauda buscando soluciones. Sea construyendo o garantizando un parque público habitacional no sujeto a los vaivenes de la especulación, sea disuadiendo esta última, sea con ayudas directas a inquilinos y con incentivos fiscales a propietarios, y sobre todo, dotando a estos de alguna elemental seguridad frente a los riesgos de impagos y okupaciones. En vez de hacer lo contrario. La okupación fomentada desde las instituciones debería ser llamada por su nombre: okuexpropiación. Dícese de lo que ocurre cuando el gobierno abdica de su responsabilidad de solucionar la crisis de vivienda, le carga el problema a los ya propietarios y favorece una expropiación encubierta que, al no ir directamente a manos del Estado, ni siquiera merece indemnización. Pierdes la casa o la capacidad de usarla por la cara, y ya está.

No hay okupaciones buenas y okupaciones malas. Todas son delito, incluso si el piso okupado está vacío y lo posee un fondo de inversión. Los fondos de inversión no los gestionan idiotas sino profesionales en proteger los intereses de sus inversores mucho mejor de lo que lo hace el gobierno. No se van a quedar cruzados de brazos viendo cómo les desvalijan. Tomarán medidas para recuperar lo perdido por otro lado, seguramente pagando quien menos culpa tiene. Ningún atraco a mano armada o política sale gratis, no existen ni el dinero ni las casas que no son de nadie. Dejémonos de tonterías y de hipocresías.

Lo más grave es que una de las peores ministras que ha tenido España, Irene Montero, consiga recuperar foco para ella y para su partido, Podemos, no sólo no pidiendo perdón por el desastroso resultado de su paso por la Moncloa, sino instalándose en el erre que erre desde su cómoda condición de multipropietaria, adquirida tras largos años de opulentos salarios públicos y de heredar de sus mayores. Algo que sólo cuestionan los comunistas, precisamente. Por supuesto, sin predicar nunca con el ejemplo.

Podemos emergió de un movimiento ciudadano de indignación, el 15M, y podría acabar provocando otro. Un 15M de las clases medias y bajas, pero productivas. O que lo intentan. La desconexión entre los grandes discursos de las "élites" de ultraizquierda y la realidad del día a día empieza a ser tan ofensiva y tan sangrante que cada vez más gente puede acabar perdiendo el miedo a que la llamen ultraderechista o fascista. Expresiones que pueden quedar tan vacías de contenido como los derechos a la vivienda y a la propiedad privada tal y como los reconoce la Constitución. O como las ayudas directas para los afectados por la DANA. ¿Pero de verdad tendrán la cara dura de calcularlas en función del impacto en el PIB, y no en la ruina real para la gente? Que Carlos Mazón no sea Churchill y ya tarde en dimitir no le quita hierro a la estremecedora comparativa entre las ayudas para la reconstrucción de Gaza y las de Valencia. No sólo porque la reconstrucción bien entendida empieza en casa. También porque todas las "ayudas humanitarias" a Gaza van siempre a donde van: a los bolsillos del Podemos local, es decir, de los "antifascistas" de Hamás. Al pueblo, ni agua, como no la manden en camiones desde Tel Aviv. Es que es el mundo y el fascismo al revés. No sé qué es peor. Si no darse cuenta… o las consecuencias que puede llegar a tener que un día se dé cuenta todo el mundo. El día que una verdadera idea de justicia social se abra paso, se puede abrir la tierra a los pies de algunos.

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