
Una de las tradiciones de los Estados Unidos consiste en salvar a Europa de ella misma. Lo hizo en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial, dejando en suelo europeo miles de americanos muertos luchando para acabar con el totalitarismo nazi y, más tarde, dando ejemplo de firmeza contra el totalitarismo comunista. Las imágenes más simbólicos de esto último fueron las de Kennedy en Berlín ante el muro levantado por los alemanes sometidos al régimen soviético y Ronald Reagan firmando acuerdos con Gorbachov tras haber causado con su coraje el desplome del imperio del terror marxista-leninista.
Pero Europa nunca aprende. El legado intelectual de la Escuela de Salamanca, John Locke, Adam Smith, Tocqueville y Hayek pervive en los Estados Unidos, mientras que Europa chapotea en el fango intelectual de Hobbes, Rousseau, Robespierre, Marx y Foucault. Ha tenido que ser un vicepresidente norteamericano, J. D. Vance, el que venga a decirnos a los europeos que los tecnócratas de la UE, los burócratas de Bruselas, los jueces de Estrasburgo y casi todos los políticos que pueblan como parásitos sometidos a sus sectas partidistas los parlamentos europeos están desnudos. Como el niño del cuento de Hans Christian Andersen, Vance no ha hecho sino decir en lenguaje sencillo, a años luz del estereotipado usado por políticos cortados por el mismo patrón del engaño y la falacia, las verdades de una Europa arrasada por ideologías delirantes que se han colado en las leyes, las mentes y los corazones.
¿Qué les ha dicho Vance a los líderes europeos a la cara? Con la claridad discursiva y la fundamentación intelectual del que ha estudiado en Yale, servido en los Marines y habiendo nacido en un lugar muy humilde, Vance les recitó en París a Macron y Úrsula Von der Leyen cómo debe actuar un Estado respecto a la innovación, dejando manos libres a los empresarios y los mercados para que desarrollen en competencia los servicios y productos que hará enriquecerse a la sociedad en su conjunto. En su lugar, la respuesta de los europeos es más intervencionismo regulatorio y más lluvia subvencionadora de millones extraídos de los cada vez más sufridos y explotados contribuyentes europeos, obligados a financiar a empresarios especializados en capturar rentas estatales en vez de promover la I+D+i.
En Múnich, Vance les explicó a los europeos que mientras los políticos alemanes, españoles, franceses… señalan a Putin y Xi Jinping, nuestros socialdemócratas europeos de izquierda y derecha amañan elecciones (véase Rumanía), prohíben rezar (véase Reino Unido), asaltan tribunales y televisiones (véase España), impiden hablar en las universidades (véase, de nuevo, España), propagan el alarmismo climático (véase toda Europa), colonizan África (véase Francia), explotan sudamericanos (véase Zapatero), se enriquecen sospechosamente (véase toda la casta europea, especialmente los socialistas españoles), apoyan dictadores (véase Zapatero de nuevo), discriminan a mujeres y mutilan niños (véase la ideología woke legalizada en todo el continente).
En palabras de Vance:
Debemos hacer más que hablar de valores democráticos. Debemos vivirlos. Muchos de ustedes en esta sala recuerdan que la Guerra Fría posicionó a los defensores de la democracia contra fuerzas mucho más tiránicas en este continente. Y consideren al bando que en esa lucha censuró a los disidentes, cerró iglesias y canceló elecciones. ¿Eran ellos los buenos? Ciertamente no.
Es una vergüenza para los dirigentes europeos que tenga que venir un norteamericano para reivindicar la figura de Juan Pablo II, al que citó como héroe intelectual, político y ético contra el totalitarismo socialista, el mismo que campa por sus respetos en los mítines del PSOE cuando sus dirigentes levantan el puño y cantan la infame Internacional que tenían que escuchar las víctimas del gulag. Vance recordó cómo el papa polaco nos animaba a los europeos a no tener miedo. También dijo Juan Pablo II:
Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Verdad y en realizar la Verdad.
En estos tiempos en los que Europa está en manos de los que detestan la verdad y temen la libertad, Vance nos ha puesto delante un espejo. Es tarea nuestra cambiar o romper el espejo.
