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El dilema autonómico de Vox

¿Para qué van a pedir el voto en la siguiente cita con las urnas? ¿Para entrar en el Gobierno y salir pocos meses después?

¿Para qué van a pedir el voto en la siguiente cita con las urnas? ¿Para entrar en el Gobierno y salir pocos meses después?
El líder de Vox, Santiago Abascal. | EFE

La salida de los gobiernos regionales de los vicepresidentes y consejeros del partido de Abascal el pasado verano fue únicamente un primer paso para poner en aprietos al PP, su socio en Castilla y León, Valencia, Baleares, Aragón, Extremadura y Murcia. Después de la abrupta salida de los ejecutivos, ordenada por la dirección nacional, ahora toca machacar a los populares en esas mismas autonomías en las que, hasta hace unos meses, gobernaban en coalición con gran eficacia y sin dar muestras de la menor incomodidad.

En consonancia con la decisión anterior, Vox ha rechazado los presupuestos generales para 2025 de manera que, desde el pasado 1 de enero, en esos territorios funcionan con los presupuestos prorrogados. Naturalmente, el partido conservador tiene todo el derecho a negar el voto de sus diputados a las cuentas públicas presentadas por los gobiernos regionales del PP, pero hay dos objeciones de peso que deberían aclarar a sus votantes en las autonomías afectadas.

En primer lugar, los presupuestos para 2025 se diseñan en gran medida siguiendo el patrón económico-financiero establecido en 2024, cuando Vox participaba en los gobiernos afectados o los apoyaba con un pacto de legislatura como en Baleares. ¿Por qué rechazan unas cuentas para 2025 que, por la propia inercia de la gestión pública, no son tan distintas de las del año anterior, que ya no es que fueran apoyadas en los parlamentos autonómicos: es que, a excepción de Baleares, ¡fueron elaboradas por los propios consejeros de Vox!?

Por otra parte, el rechazo a los presupuestos de 2025 por motivos ideológicos sería más creíble si no fuera porque Vox apoyó los cinco presupuestos generales anteriores: 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024. Si las cuentas del PP son tan desastrosas ¿Por qué se tragaron cinco anualidades presupuestarias sin rechistar?

Son preguntas retóricas porque todos sabemos que la negativa de los diputados de Vox a votar sí a los presupuestos extremeños o murcianos no tiene que ver con la falta de pulcritud de las cuentas presentadas o con una traición de los populares que, aunque solo sea por el escaso tiempo transcurrido, no han podido orquestar. Es una decisión de Madrid y nada más.

Pero esto último presenta un grave problema para los votantes de Vox en las siguientes elecciones autonómicas, porque en la última cita con las urnas el mensaje fuerza del partido de Abascal fue que necesitaban entrar en los gobiernos regionales porque el PP no era de fiar, algo que, efectivamente, es una realidad. Abandonados esos mismos gobiernos por la puerta de atrás ¿Para qué para pedir el voto en la siguiente cita con las urnas? ¿Para entrar en el Gobierno y salir pocos meses después? ¿Para sumir en la inestabilidad a los gobiernos de las autonomías en los que tenga un resultado decisivo para formar Gobierno? En cualquiera de los casos no parece que el mensaje sea de los que ilusionan a un electorado que no entiende esta huida a la francesa de unos ejecutivos que estaban funcionando razonablemente bien.

La cosa puede agravarse si Feijóo ordena a los suyos adelantar las elecciones para acabar con el boicot de Abascal. Si eso ocurre, el papelón de Vox durante la campaña electoral puede ser histórico. El batacazo en las urnas, también.

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