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Rusia nunca cumplió un acuerdo internacional

Deberíamos prepararnos para la tercera guerra de Ucrania en menos de dos años, cuando Rusia se haya recuperado militarmente.

Deberíamos prepararnos para la tercera guerra de Ucrania en menos de dos años, cuando Rusia se haya recuperado militarmente.
Putin junto a su aliado Viktor Orban. | LD/Agencias

En muchos países cuando acudo a dar conferencias a gobiernos o empresarios hay una pregunta que es recurrente: ¿cómo son los acuerdos o los negocios en función del tipo de país en el que se negocia? Yo siempre diferencio cuatro casos. Llegar a un acuerdo con una empresa o el gobierno norteamericano cuesta sangre, sudor, lágrimas y mucho tiempo, pero cuando ya lo firmas, tienes un acuerdo que se va a cumplir. Alcanzar un acuerdo en Europa es rápido pero te pasarás todos los años que esté en vigor haciendo anexos, modificaciones y enmiendas para aclarar todo aquello que no negociaste en un primer momento para alcanzar un rápido final. Con los chinos, tendrás dos acuerdos; el que crees tú y el que creen ellos; y con Rusia tienes un problema, no saben lo que es un acuerdo, es decir: realmente no tienes nada.

Si analizamos la historia del imperio ruso y de sus sucesivas denominaciones, no encontraremos un solo acuerdo internacional que haya cumplido. Desde el siglo XVII, ha venido incumpliendo sistemáticamente todos los acuerdos internacionales que ha suscrito, lo que debería rebajarnos mucho las expectativas de que en el caso de Ucrania vaya a ser la primera vez que respeten un tratado de paz.

Desde el tratado de Smolensko en 1634, Andrusovo en 1654, —salto en el tiempo para no aburrirlos—; el apoyo a la República española mientras negociaba con Hitler; el acuerdo con Alemania de 1939 por el que se repartieron Polonia, aquí encontraron la horma de su zapato; todas las cumbres durante la Segunda Guerra Mundial se las pasaron por el forro, y durante la Guerra fría todos los tratados de control y verificación de armas, y por terminar, el tratado de Amistad, Cooperación y Asociación entre Ucrania y Rusia de 1997, en el que se reconoció la inviolabilidad de las fronteras existentes e impedía que Rusia invadiera Ucrania. Este acuerdo expiró, obviamente, después de la invasión de 2014.

En una negociación como esta, compleja, los pasos iniciales tienen toda la lógica. No debe extrañarnos cómo ha sido la aproximación de Estados Unidos; pero hay que entender el trasfondo de esta negociación que es lo que realmente condiciona todo.

En todo proceso de acuerdo, lo principal es reunirse con todas las partes por separado y conocer las posiciones de tus aliados, y esta aproximación ya se ha realizado correctamente. Luego toca sentarse con la otra parte y establecer un procedimiento de trabajo, designar a unos equipos negociadores y establecer unos mecanismos de comunicación. Enseguida deberán desgranarse los principales capítulos que se verán afectados por el posible acuerdo.

Serían las implicaciones de seguridad, militares, económicas, políticas y los mecanismos de validación. Cada capítulo se irá cerrando por separado antes de llegar a las reuniones, lo que denominamos cumbre, donde solo quedarán los aspectos finales de mayor enjundia para una decisión final política. Entonces, y solo entonces, se reunirán los máximos líderes; si lo hacen antes, será porque la negociación se ha atascado. Algo que deberán cada parte considerar en un inicio si un alto el fuego sería un buen paso o uno nefasto para conseguir un acuerdo a largo plazo, y esto solo lo saben las partes en conflicto.

Como un acuerdo se tiene que firmar, es necesario establecer claramente quiénes serán las partes. En primer lugar, todos los implicados por el acuerdo en sus diferentes capítulos, es decir los que han puesto pasta y armamento, y los que se pueden ver afectados en alguno derecho u obligación. Europa y Estados Unidos son actores imprescindibles. Ucrania porque es sobre su territorio y soberanía sobre la que se planteará el acuerdo y Rusia que es el causante del problema. Si falta una de estas firmas en el acuerdo, entonces no habrá paz. Europa ha ayudado más a Ucrania que Estados Unidos y tiene en su poder la inmensa mayoría de los activos rusos congelados, así que el principal interesado en que participen del acuerdo es Moscú.

La negociación tiene solo un objeto fundamental sobre el que girarán todos los demás aspectos, ¿qué parte de Ucrania invadida por Rusia será recuperada por Kiev? Ni Ucrania ni Europa van a aceptar un acuerdo territorial que no suponga que Rusia solo se quede con el Donbás de mayoría rusa y renuncie a las zonas ocupadas al sur de Zaporiya. Putin podría vender esto como un éxito si consigue el compromiso de que Ucrania no estará en la OTAN y que haya elecciones libres en la Ucrania, obviamente no ocupada. La entrada de Ucrania en la Unión Europea sería el mecanismo de seguridad más potente al que Zelensky podría acudir dada la cláusula de seguridad colectiva que rige en el tratado de la Unión.

Como Rusia no va a cumplir el acuerdo, deberíamos prepararnos para la tercera guerra de Ucrania en menos de dos años, cuando Rusia se haya recuperado militarmente y los programas intensivos de adquisiciones hayan dado sus frutos. Por eso es crucial, pase lo que pase, que Europa se convierta en una enorme potencia militar. Aunque sean veintisiete gobiernos de su padre y de su madre, aunque sea difícil tomar una decisión, la Unión Europea con un presupuesto de defensa de más de 400.000 millones de Euros, es un enemigo imbatible para Rusia.

Pero ¿cuál es el trasfondo qué hay detrás de esa negociación? Es en este punto donde quiero profundizar. Trump no tienen ningún interés en la guerra, ni en los recursos de Ucrania, ni en que se acabe la guerra. Trump solo tiene un objetivo en mente, su agenda interna de revolucionar el sistema político y administrativo de Estados Unidos y Ucrania es un excelente foco de distracción. Lo relevante de la administración Trump está pasando en Washington, no en Riad. En la agenda internacional de Trump solo hay un capítulo, y por supuesto más en clave política e interna: Israel.

No puede pasar desapercibido que en la misma semana que Estados Unidos se reunía con Rusia, entregaba las bombas gigantes a Israel para el ataque a las instalaciones nucleares iraníes, el principal sostén de Rusia en la guerra. Cuando Putin se cree que está a punto de repartirse el mundo con Trump, este le va a pegar una patada en el culo de los Ayatolás y no podrá decir nada. Conseguido su objetivo estratégico, Trump culpará al resto del mundo de que fue imposible la paz a pesar de su enorme liderazgo, y el pueblo americano pedirá para él el premio Nóbel de la paz, la única envidia con Obama que lo corroe.

Para Rusia, la urgencia es mucho mayor. Gracias al comunismo, Rusia dispone de mil cabezas nucleares, que debe mantener y reemplazar a un coste enorme. Si no fuera por esto, Rusia sería irrelevante, pero es que lo acabará siendo. Rusia tiene el PIB de Italia, y su población cae en picado y cada vez más envejecida, con una esperanza de vida muy inferior a la europea. Tiene muchos recursos pero que no puede aprovechar por su dimensión y una estructura industrial obsoleta, y sobre los que China no pierde ojo. Es la última oportunidad de la historia para hacer que Rusia vuelva a ser grande, pero su destino está condenado a la irrelevancia. El mundo del siglo XXI será de Estados Unidos, China, Europa e India, y Rusia deberá buscar acomodo y buscar el mejor socio entre ellos, y sin lugar a dudas, como siempre fue el sueño de los zares, su destino final será Europa, lo que en el fondo siempre han querido ser los rusos.

El tiempo, largo sin duda, nos dirá si tenía razón o realmente se incumplirán todos los pronósticos, pero hoy estamos igual de lejos de la paz como ayer. Repasando los artículos escritos en 2014, reescribo algunas de mis frases de entonces.

"Solo una Europa unida fuerte con una capacidad militar renovada podrá hacer frente a Rusia y devolver la estabilidad y el equilibrio a las relaciones internacionales". (Un nuevo Telón de acero, 21 de diciembre de 2014).

"Malos tiempos nos aguardan si la agresión se consuma en Ucrania. No es admisible la amenaza y mucho menos la invasión rusa de Ucrania, aunque sea de la boya de la base de Sebastopol; y si queda sin una respuesta enérgica y adecuada de la comunidad internacional, seguirán Moldavia, las repúblicas bálticas y por qué no, proteger a la minoría rusa en la Costa Brava, ya puestos. Cuando alguien transgrede la ley internacional una vez, por qué no va a hacerlo más veces. ¿No les recuerda esto a la invasión alemana de Austria o de los Sudetes para preservar a la minoría alemana de esos países? Europa va camino de repetir el error de Múnich de 1938 si no detiene a Rusia en este primer embate" (Europa regresa a las cavernas, 4 de marzo de 2014).

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