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¿Por qué la derecha española es incapaz de elegir a líderes carismáticos?

Son las propias estructuras de los partidos de derechas las que impiden tener a un líder que destaque demasiado.

Son las propias estructuras de los partidos de derechas las que impiden tener a un líder que destaque demasiado.
Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal. | LD/Agencias
Donald Trump en Estados Unidos, Javier Milei en Argentina, Giorgia Meloni en Italia, Marine Le Pen en Francia, Viktor Orbán en Hungría, Jair Bolsonaro en Brasil…
Definir a estos líderes bajo un mismo patrón es absurdo, pues presentan diferencias notables en todos los ámbitos.
Algunos, como Trump, se encuentran en el mejor momento de su carrera, mientras que otros, como Bolsonaro, están en un momento difícil. Algunos, como Milei, defienden un liberalismo a ultranza, y otros, como Le Pen, abogan por medidas proteccionistas. Algunos, como Meloni, proceden de familias humildes, y otros, como Orbán, han contado con un padre millonario.
No es mi objetivo dilucidar las filias y fobias de cada uno, ya que yo mismo no oculto que me siento más cercano a Meloni por su defensa de Ucrania frente a un Trump que parece haberse entregado a Putin, pero no hemos venido a hablar de eso.
De lo que quiero hablar es del rasgo que les une a todos a ellos a pesar de sus múltiples diferencias: son líderes carismáticos capaces de arrastrar a las masas con un magnetismo natural, el cual hace que cuenten con legiones de seguidores dispuestos a hacer lo que sea por su causa.
Pero por algún motivo que se me escapa, también en esto "Spain is different". En las últimas semanas, hemos podido observar a un exultante Iván Espinosa de los Monteros, el cual ha participado en multitud de actos públicos con una energía renovada, fascinando a propios y a extraños con su fluida oratoria, su exquisita educación y su enorme rapidez mental.
La pregunta que escucho entre quienes no están ideologizados es la misma: "¿y por qué este tipo no es el líder de Vox?".
Lo cierto es que Vox cuenta con un líder, Santiago Abascal, que hace su papel de una manera correcta, sin estridencias y ajustándose lo mejor que puede a lo que cree que le piden sus votantes. Pero no consigue emocionar, ilusionar o transmitir de una forma ni remotamente parecida a todos los líderes antes mencionados.
La verdad es que también en esto encontramos múltiples ejemplos en la derecha tradicional española: Aznar cuando empezó no es que fuera especialmente carismático, luego llegó Rajoy cuando todo el mundo esperaba que fuera Rato, y finalmente el azote de la oposición, la otrora todopoderosa Soraya Sáenz de Santamaría, cayó frente a un prácticamente desconocido Pablo Casado.
Y ahora tenemos a Alberto Núñez Feijóo, el cual llegó no por su carisma, su oratoria o su elocuencia, sino porque había tal convulsión en su partido que era el único que podía calmar las aguas.
El problema de Feijóo, y que conste que me parece un buen tipo, es que estaba destinado a replicar en España lo mismo que hizo en su partido: calmar las aguas después del tsunami más grave al que se había enfrentado, que no era otra cosa que un sanchismo embravecido que estaba llevándose por delante todas las instituciones democráticas.
Y honestamente creo que si hubiera hecho lo que estaba destinado a hacer —obtener una mayoría en las elecciones del 23 de junio de 2023— hubiera sido bueno para España, pues por un lado hubiese acabado con la insoportable polarización que padecemos, algunos dirán que por moderado, otros por anodino; y por otro estoy convencido de que hubiera recuperado el orden institucional de las cosas.
Pero por no saber gestionar bien ese momento vital, perdió —o mejor dicho, no ganó como necesitaba— y ahora se encuentra interpretando un papel que no estaba destinado a ejercer avanzando entre el maquiavelismo, las argucias y las trampas del sanchismo intentando evitar dar el paso en falso que lo tire al mismo sumidero de la historia que a Pablo Casado. Francamente, es como ver a Lina Morgan haciendo Cinco Horas Con Mario.
Pero frente a todo esto yo me sigo haciendo la misma pregunta: ¿por qué? ¿Por qué nuestra derecha es incapaz de elegir a líderes que muevan y emocionen a la gente? Es que incluso en la derecha tradicional en otros países también ha habido esos líderes: Reagan en Estados Unidos, Thatcher en Reino Unido, Merkel en Alemania, Sarkozy en Francia…
¿Y qué es lo que ocurre en España? Si analizamos nuestra historia veremos que se acaba laminando a casi todos los lugartenientes que acaban teniendo mucha popularidad: Adolfo Suárez fue despedazado por los suyos, el antes citado Espinosa de los Monteros fue internamente presionado hasta que no pudo más, Cayetana Álvarez de Toledo casi es destruida por destacar demasiado, Macarena Olona fue engañada para asumir una misión suicida que la apartara de Madrid…
A la conclusión que llego después de todo este análisis es que son las propias estructuras de los partidos de derechas las que impiden tener a un líder que destaque demasiado, porque esa misma popularidad se las puede llevar por delante.
No hay más que ver lo que ha hecho Pedro Sánchez con el PSOE: impulsado por su mesianismo, ha destruido cualquier resquicio de contrapoder interno y hoy ejerce un control total del partido.
Y, en mi opinión, son esas estructuras las que favorecen que perfiles como el de Rajoy, Casado o Feijóo acaben triunfando, ya que al carecer de ese pulso de la calle deben apoyarse en ellas y preservar sus arquitecturas de dinero, amigos y poder.
Y, por desgracia, Vox ha copiado en este punto lo peor del PP de una forma agravada, ya que al menos en el PP se permite que perfiles disonantes como el de Ayuso, Alejandro Fernández o Esperanza Aguirre existan, aunque nunca lleguen a liderar el partido por populares que sean. Sin embargo, en Vox se acaba destrozando a todo el que pueda suponer una amenaza para el liderazgo de Abascal, pues podría poner en peligro los puestos de trabajo de mucha gente que ahora vive de la política.
Y en esas estamos y con estos mimbres tenemos que combatir al peor Gobierno que ha tenido España en su historia. Lo peor es que aquellos que estamos hastiados, cansados y decepcionados somos mayoría, al igual que la somos quienes deseamos que emerja un líder que nos inspire, coja una bandera y podamos seguirla.
Mientras tanto, sigamos disfrutando de Lina Morgan en Cinco Horas Con Mario.

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