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¿Puede Europa reemplazar la ayuda que Estados Unidos le presta a Ucrania?

Aunque nuestras economías lo pueden pagar, nuestros gobernantes se han mostrado incapaces de incrementar de manera relevante nuestra capacidad de producción militar.

Aunque nuestras economías lo pueden pagar, nuestros gobernantes se han mostrado incapaces de incrementar de manera relevante nuestra capacidad de producción militar.
Friedrich Merz, líder de la CDU, saluda a Ursula Von der Leyen. | LD/Agencias

El fin de la guerra en Ucrania aún parece lejos de dilucidarse. Este viernes, Donald Trump se reunía con Zelensky para negociar los términos del acuerdo que suscribirán ambos países.

La reunión ha acabado en una acalorada discusión pública entre Trump y Zelensky, en donde el primero ha acusado al segundo de estar exponiendo al mundo a una III Guerra Mundial y le ha anunciado que no negociará con él "hasta que esté listo para la paz".

Es curioso ver los continuos bandazos de Trump sobre este asunto. Este jueves, contestó lo siguiente cuando le preguntaron por qué había llamado dictador a Zelensky: "¿Dictador? ¿Yo dije eso?", respondió francamente extrañado. Este autor no puede dejar de preguntarse si estamos reviviendo un Biden 2.0 o si es que juega al despiste, pero en cualquier caso el resultado será incierto.

Ante toda esta enorme volatilidad, Europa tiene que estar preparada para responder a la pregunta sobre qué ocurriría si Trump y Zelensky no llegasen a un acuerdo y este último decidiera continuar la guerra con Rusia por no aceptar las condiciones que le impone Estados Unidos. ¿Serían capaces la Unión Europea y sus aliados de mantener el flujo de ayuda del que Ucrania ha venido disfrutando hasta ahora?

Para responder a esta pregunta, primero tenemos que cuantificar cuánta ayuda ha recibido Ucrania en total en estos tres años de conflicto y qué porcentaje de dicha ayuda proviene de Estados Unidos.

Según los últimos datos del Instituto de Economía Mundial de Kiel, se han destinado unos 267.200 millones de euros de ayuda a Ucrania, de los cuales un 49% se han destinado a armamento, un 44% a apoyo financiero y un 7% a ayuda humanitaria. Separándolos por origen, 114.000 millones han sido aportados por Estados Unidos y 132.000 por países de la UE. Es decir, casi el 43% de la ayuda total proviene del país norteamericano, lo cual a priori podría parecer que tendría unas implicaciones enormes si los europeos quisiéramos apoyar al pueblo de Ucrania en su gesta.

Sin embargo, para poner estos datos en perspectiva, tenemos que analizar el peso que suponen respecto a la economía de los estados que envían esa ayuda. Los 114.000 millones antes citados suponen aproximadamente un 0,42% del PIB de Estados Unidos, por lo que, teniendo en cuenta la duración del conflicto, podemos afirmar que éste, de media, apenas ha destinado en ayuda el equivalente al 0,14% de su PIB cada año. No parece que se haya hecho un esfuerzo enorme.

Para más inri, si contraponemos esos 114.000 millones al tamaño de las economías de los países que componen la Unión Europea y sus aliados (Reino Unido, Canadá, Japón y Australia), veremos que nos arroja un resultado prácticamente idéntico al anterior: un 0,41% del PIB.

Viendo estos números, no puedo dejar de preguntarme cómo es posible que Occidente haya permitido que ocurra un genocidio como el de Bucha en sus puertas mientras le dábamos migajas a un pueblo que está librando una lucha heroica. Y no solamente eso, sino que les hemos impedido que usaran ciertas armas en Rusia mientras que ésta les atacaba con todo lo que Irán, Corea del Norte y el resto de democracias plenas del mundo tenían a bien otorgarle.

Aún contando con una ayuda ínfima y luchando con una mano atada a la espalda, Ucrania ha sido capaz de parar la invasión de un país que le triplica en población, e incluso ha llevado a cabo la hazaña de tomar parte del territorio ruso y controlar un área equivalente a la de la provincia de Córdoba. Mientras tanto, Rusia se desangra en Ucrania para conseguir unos avances mínimos, pues a este ritmo necesitaría unos 83 años para tomar el 100% del país.

Pero yendo a los datos concretos, los 267.200 millones que ha recibido Ucrania en total apenas supondrían el 0,96% del PIB de Europa y sus socios, lo que implica que, de media, tendríamos que aportar anualmente un 0,33% del PIB para mantener un flujo de ayuda parecido al actual.

No solamente es que Europa tendría capacidad de sobra para ello, sino que la ayuda debería ser mucho mayor teniendo en cuenta que Ucrania está laminando al ejército de uno de los mayores enemigos de Occidente.

Apostar hoy por la defensa de Ucrania es evitar que, el día de mañana, naciones como Finlandia, Polonia o Estonia sean foco de las ansias imperialistas inabarcables de Putin. Si algo debiera habernos enseñado la política española, es que el nacionalismo es insaciable y no se puede ceder ante él, porque en unos años volverá a las andadas y el punto de partida de la democracia liberal será más precario.

Sin embargo, aunque a nivel financiero parece acreditado que Europa podría hacerse cargo de sobra y que ha faltado voluntad política, a nivel militar hay varias cuestiones que no parecen tan claras.

Aunque en términos financieros el tamaño de las economías de los dos bloques comparados es similar, en términos militares hay notables divergencias. No se trata solo de gastar, sino de ser capaz de producir lo que se necesita y, en ese sentido, Estados Unidos cuenta con una capacidad de producción militar muy superior.

A pesar de ver la amenaza rusa tan cerca, los países europeos no han hecho sus deberes y no han incrementado la industria ni la inversión militar a unos niveles que nos permitan ser independientes y capaces de hacer frente a amenazas externas.

La industria militar europea no tendría hoy capacidad de producir ni los HIMARS, ni los misiles de defensa antiaérea Patriot, ni los tanques Leopard en una escala que le sirva a Ucrania, los cuales han sido fundamentales para que esta resista. Encontramos pequeños focos de luz en iniciativas concretas como el sistema de defensa noruego NASAMS, el cual fue capaz de neutralizar el 94% de los drones rusos que intentaron atacar Ucrania la madrugada del lunes pasado, pero, por desgracia, esto es una excepción.

En función de lo expuesto, podemos afirmar que Europa podría sostener a Ucrania en la guerra si Estados Unidos quiere y le interesa vendernos las armas necesarias para ello, ya que, aunque nuestras economías lo pueden pagar, nuestros gobernantes han sido tan incompetentes que en tres años se han mostrado incapaces de incrementar de manera relevante nuestra capacidad de producción militar.

Francamente, es descorazonador ver cómo Europa ha contado con tantísimo tiempo que ha desaprovechado diseñando planes que nunca se concretaron en nada. Es como si un grupo de bomberos vieran un incendio en el horizonte y se pusieran a discutir cuántas mangueras harían falta para apagarlo, para descubrir cuando este llega que no tienen ni siquiera cubos de agua.

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