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¿Sí a la guerra?

La hemeroteca de cara a las próximas elecciones va a estar bien nutrida de los discursos belicistas de los líderes socialistas y comunistas

La hemeroteca de cara a las próximas elecciones va a estar bien nutrida de los discursos belicistas de los líderes socialistas y comunistas
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante la clausura del XVII Congreso Regional del PSRM-PSOE, en el Auditorio y Palacio de Congresos El Batel, a 2 de marzo de 2025, en Cartagena, Murcia (España). | Europa Press

El conflicto ucraniano y la necesidad de que los países de la Unión Europea aumenten su ayuda militar debería interpelar muy seriamente la conciencia de la izquierda, que ha hecho del pacifismo una de sus principales señas de identidad.

Si no lo conociéramos, asistiríamos con asombro al hecho de que Sánchez negocie el aumento del presupuesto de defensa y el envío de material bélico al ejército ucraniano con tanta naturalidad. Pero en Sánchez es, tan solo, otro cambio de opinión. Sus socios, en cambio, tendrán que superar las contradicciones derivadas de su pertenencia a un Gobierno de coalición que promueve la guerra, extiende la muerte, vulnera derechos, niega la paz universal y acelera el cambio climático, que los misiles calientan la atmósfera un montón.

Este es un momento excelente para recordar las manifestaciones contra la guerra de Irak, con que la izquierda arrasó las calles de toda España en una oleada de violencia urbana como pocas veces hemos visto en nuestro país. Los políticos de izquierdas, con ZP a la cabeza, las gentes de la cultura (¡?) y la chusma de base salieron a las calles con sus pancartas y sus bongos para exigir al Gobierno que no participara en la guerra de Irak. El detalle de que el Gobierno de Aznar jamás participó en ese conflicto y que solo mandó un buque de ayuda médica cuando las estatuas de Sadam rodaban por el suelo resultó intrascendente a todos los efectos y la izquierducha, aupada por los medios afines, siguió quemando las calles hasta la trágica jornada del 11-M, cuando la operación política quedó finalmente sentenciada.

Estos días hemos escuchado a Yolanda Díaz defender la participación de España en la guerra de Ucrania porque se trata de un país invadido ilegalmente por otro. Exactamente eso es lo que ocurrió con Kuwait, con la diferencia de que Aznar no mandó material de guerra al conflicto, como está haciendo ya el Gobierno en el que participan Yolanda y los suyos.

La ultraizquierda callará porque nunca se trata del qué, sino del quién. Siendo cosa de "los suyos", callan cual asexoras abalicianas, como hacen con el acoso sexual de sus camaradas masculinos. Pero siempre hay disidencias, claro, sobre todo en el sector que goza de menos prebendas políticas y, por tanto, tiene menos que perder si Sánchez se enfada y rompe la baraja. La hemeroteca de cara a las próximas elecciones va a estar bien nutrida de los discursos belicistas de los líderes socialistas y comunistas, para convencer a los perroflautas de que la guerra de Ucrania es una excepción y que ahí sí que hay que ayudar a matar.

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