
Vivimos momentos muy difíciles y convulsos. La llegada de Donald Trump al poder ha sacudido por completo los cimientos de Occidente y ha hecho saltar por los aires un complejo sistema de alianzas internacionales que lleva funcionando desde hace ochenta años.
Trump está obsesionado con liquidar cuanto antes el problema de la guerra para poder colgarse la medalla de que él la acabo, y para ello está dispuesto a darle a Putin todo lo que este quería desde un inicio y más: cederle el 20% de Ucrania, otorgarle garantías de que jamás será aceptada en la OTAN, forzarla a desmilitarizarse…
Sin embargo, como Zelensky no se arruga, tenemos a todos los influencers pagados por el Kremlin y a sus bots funcionando a pleno rendimiento con la máquina de la propaganda, a los cuales se han unido para mi sorpresa la mayor parte de los perfiles de la derecha alternativa.
Su objetivo es construir una narrativa que convenza a las sociedades democráticas de dejar caer a Ucrania y de darle al tirano de Putin todo lo que se le ha resistido en estos tres años de guerra.
La mejor contribución que puedo hacer esta semana a la democracia liberal, es dejar aquí una guía de cuáles son los principales bulos que intentan colarnos y una argumentación detallada para que el lector pueda contrarrestarlos.
En primer lugar, nos intentan vender la idea de que es lógico que Rusia haya invadido Ucrania, pues la OTAN se ha expandido de forma excesiva desde la caída del muro de Berlín y se han incumplido los supuestos acuerdos que había para evitar que eso sucediese.
La realidad que esos acuerdos jamás se produjeron y no hay un solo compromiso vinculante entre la OTAN y Rusia que impida que esta primera se extienda. Todo lo que verás en redes referido a esto no son más que conversaciones informales que jamás llegaron a materializarse en nada.
Es más, a Putin tampoco fue un tema que le importara mucho en las sucesivas ampliaciones que hubo. De hecho, no fue hasta la conferencia de Múnich de 2007 cuando emite una débil protesta por el expansionismo occidental, pero sin manifestar en ningún momento que eso fuera una preocupación existencial para Rusia. En honor a la verdad, no es hasta 2014 con la toma de Crimea cuando utiliza esta falacia para justificar esa ya inexcusable agresión al pueblo ucraniano.
Por otro lado, son los estados de Europa del Este lo que voluntariamente han pedido unirse a la OTAN, y Putin no es quién para cuestionarlo, pues cada país es soberano y libre para decidir unirse a cuantas organizaciones internacionales quiera. Por no hablar de que si el objetivo de la invasión era no expandir la OTAN no es les haya salido muy bien, ya que ha provocado que las hasta ahora neutrales Suecia y Finlandia hayan entrado en la organización y la frontera que comparte con la OTAN haya crecido miles de kilómetros.
Lo que Putin debería preguntarse es por qué la mayor parte de las exrepúblicas soviéticas no quieren saber nada de la madre patria y hacen cola para ingresar en la OTAN y en la UE.
El siguiente bulo más repetido es que es absurdo que sigamos mandando armas y dinero, pues es una guerra que Ucrania tiene perdida.
Lo cierto es que en tres años han bastado 267.000 millones en ayudas a Ucrania, lo cual supone un pírrico 0,5% del PIB de los países de la OTAN, para parar la invasión y hacer que Rusia sea incapaz de avanzar. Es más, Ucrania ha conseguido tomar en Rusia un territorio equivalente al de provincia de Córdoba y, al ritmo al que avanza Putin en Ucrania, necesitarían 83 años para conseguir conquistar el país al completo.
Los países occidentales tienen una capacidad de inversión mucho mayor, y si se hubieran tomado la guerra en serio, brindando un apoyo más decidido a Ucrania, ya habrían logrado expulsar a todos los invasores.
A continuación, nos dicen sin parar que Ucrania es un país nazi y que Zelenski es un dictador que no convoca elecciones.
En realidad, es la Constitución ucraniana la que impide que se convoquen elecciones mientras esté vigente la ley marcial, y sólo la Rada Suprema, el Parlamento de Ucrania, tiene potestad para suspender su aplicación. De hecho, se ha filtrado que el equipo de Trump ha sondeado a los líderes de la oposición para conseguir forzar elecciones y deponer a Zelensky y estos se han negado mientras el país siga en guerra.
Lo que no tiene ningún sentido es convocar unas elecciones con un país en dicha situación, y el ejemplo más claro lo tenemos en Reino Unido, el cual estuvo diez años sin convocar elecciones en la II Guerra Mundial y nadie afirmó que fuera menos demócrata por ello.
Sobre las infundadas acusaciones de que el ejército ucraniano es nazi, esto no es más que otra invención de la propaganda rusa. En el ejército ucraniano se han detectado pequeños grupos ultranacionalistas, como sucede en la mayor parte de todos los ejércitos del mundo, pero no hay evidencia alguna de que eso sea mayoritario ni de que tengan un papel relevante, y la prueba más evidente de ello es que Zelensky es judío y perdió a familiares en el Holocausto.
El cuarto bulo más repetido, y esto ha sido afirmado hasta por el mismísimo Santiago Abascal, es que la Unión Europea habría suspendido las elecciones en Rumanía porque no le gustaba el candidato que había salido.
Es radicalmente falso que esto sea así, ya que la UE no tiene competencia alguna para hacer esto. Ha sido el Tribunal Constitucional rumano el que ha suspendido dichas elecciones ante la evidencia de que R usía había destinado millones de euros para interferir en ellas y poner a Georgescu, un candidato marioneta próximo al Kremlin. Es más, el jefe de seguridad de dicho candidato es un mercenario que ha defendido los intereses rusos en conflictos armados en África y al que se le han encontrado armas de asalto y millones de euros en efectivo.
Podría seguir indefinidamente así, ya que el Kremlin dedica ingentes cantidades de dinero en tejer una compleja maraña de mentiras, pero creo que al menos con esto he conseguido tumbar la mayor parte de los argumentos con los que nos asedian en estos días.
Lo que nunca nadie debería olvidar es que Vladimir Putin fue capaz de mandar asesinar a sangre fría a un exagente soviético con polonio, y esa persona murió entre horribles sufrimientos absolutamente destrozado por la radicación. No podemos ceder en nada ni creer nada de lo que provenga de un ser tan abyecto, y Occidente sólo tendrá salvación si él fracasa.
