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¡Trump es malo de la muerte!

Trump es grande, porque todo lo hace por su gente; mientras que Sánchez, como sus periodistas, sólo actúan para ellos.

Trump es grande, porque todo lo hace por su gente; mientras que Sánchez, como sus periodistas, sólo actúan para ellos.
Europa Press

Me he montado en un tren de Renfe Avlo, imagino que es un "nuevo" modelo, para trasladarme de Zaragoza a Madrid. Resulta difícil encontrar algo peor en toda Europa, y eso que los trenes europeos de batalla no son para tirar cohetes. Es un modelo de tren incómodo, produce un ruido infernal, y el traqueteo es parecido al de las diligencias de las películas del Oeste. Al instante he añorado el viejo Talgo español y hasta el TER que me llevaba a mi pueblo, desde Madrid, en el inicio de los setenta del siglo pasado. Las brusquedades del tren eran estímulos para soltar venablos contra Sánchez y su banda. Sí, sí, he maldecido a los golfos que han traído esta chapuza, o sea, he insultado a toda la gentuza política que nos desgobierna. No podía elegir mejor ejemplo que el de esta basura de tren para decir que vamos para atrás. España es un país sin presente y sin futuro. El destrozo de este gobierno, junto con la Oposición que lo ha permitido, pasará a la historia. Los futuros historiadores de la democracia española tienen trabajo: la democracia desapareció, dirán, mientras el personal sonreía con la panza llena de comida barata.

El sistema político español está bloqueado. No funciona. La casta política actúa al margen de la sociedad, aunque dice representarla. El sistema de partidos políticos es un desastre; sus cambalaches, cabildeos y pactos niegan lo principal: la posibilidad de construir bienes en común. Matar España, primer bien común de todos, es su objetivo número uno. La abstención en los procesos electorales es tan amplia que se ha convertido en el más grave problema político de España. El llamado Estado de las Autonomías solo sirve para pagar políticos que callan sobre la desaparición de la Nación. El régimen liberal está destrozado: el Estado no sólo no respeta nuestras libertades individuales sino que las destroza. El sistema de división de poderes en España es solo una engañifa para pagar mil cargos públicos nombrados por Sánchez y sus esbirros.

Mil formas hay, en fin, para mostrar que la esfera pública-política española está tan llena de perversiones que pudiéramos utilizar con certeza la expresión orteguiana "democracia morbosa". Vivimos en un régimen político tan enfermo, ya se habla sin pudor de "democracia totalitaria", o sea, de un sistema totalitario, pero sedicente y formalmente democrático. Lo de siempre, más y peor: "Tenemos el régimen político que nos merecemos". Yo, desde luego, no me merezco esto, pero tengo que reconocer que, a veces, los tópicos y lugares comunes responden a la verdad. Miro las críticas de la prensa española a Trump y son muy parecidas a las de Sánchez. He ahí un ejemplo de sintonía entre el gobierno y la opinión pública-política publicada: Sánchez desprecia a Trump tanto como los columnistas de opinión de todos los medios de comunicación de España. Apenas hay diferencia entre uno y los otros.

Nunca he soportado las frases hechas para analizar fenómenos políticos, aunque a veces vienen como anillo al dedo. Repito: "Toda sociedad tiene el Gobierno que se merece". Sí, repito y repito todas las veces que haga falta, es el caso de Sánchez y los periodistas de opinión de todos los medios españoles de comunicación. Son tal para cual. Todos están de acuerdo: ¡Trump es malo de la muerte! Ni siquiera tiene, dicen estos sabihondos, un programa claro y distinto. ¡Pobres! Les parecerá poco destino democrático que un país tenga un presidente que no se cansa de repetir: ¡América lo primero! Trump es grande, porque todo lo hace por su gente; mientras que Sánchez, como sus periodistas, sólo actúan para ellos, es decir, para robar a los españoles su bien más preciado: España.

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