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Pedro de Tena

El envilecimiento general y que nos besen el culo

Algo así se siente cuando se percibe el envilecimiento general que parece apoderarse no sólo de España sino del mundo mundial.

Europa Press

"¡Así sea! Así sea digo yo de los sabios, de los filósofos que se alimentan en España y de España, de los que no quieren gritos, de los que quieren que se reciba sonriendo los escupitajos de los viles, de los que más que viles, de los que se preguntan qué es lo que se va a hacer de la libertad. ¿Ellos? Ellos… venderla... ¡Prostituto!", es una de las citas que Agapito Maestre hace de Miguel de Unamuno en su último libro Filosofía española de los siglos XX y XXI.

En Cómo se hace una novela, libro donde se encuentran estas palabras, justo antes, Unamuno se refiere a Giuseppe Mazzini, el defensor del Estado-Nación italiano frente a la medieval dispersión de las nacioncitas regionales y reproduce: "En cuanto a mí, lo dejo todo y vuelvo a entrar en mi individualidad, henchido de amargura por todo lo que más quiero, de disgusto hacia los hombres, de desprecio para con aquellos que recogen la cobardía en los despojos de la filosofía, lleno de altanería frente a todos, pero de dolor y de indignación frente a mí mismo, y al presente y al porvenir. No volveré a levantar las manos fuera del fango de las doctrinas. ¡Que la maldición de mi patria, de la que ha de surgir en el porvenir, caiga sobre ellos!".

Si, algo así se siente cuando se percibe el envilecimiento general que parece apoderarse no sólo de España sino del mundo mundial. Que España está envilecida es la consecuencia de haber consentido que algunas castas hayan depravado a dos regiones españolas, País Vasco y Cataluña. Las castas autóctonas han pervertido su convivencia aceptando que asesinos y golpistas sean aclamados en vez de ser reducidos al oprobio y al anonimato.

Las castas nacionales, en lugar de usar todos los instrumentos que la democracia permite para impedir el asesinato físico masivo de españoles que hemos vivido o para perseguir su exterminio cultural y moral de mucho otros, no sólo han dejado hacer a quienes no quieren ninguna democracia ni ninguna nación sino que se han convertido, unos en cómplices y otros en socios, en cooperadores necesarios de la humillación de las víctimas directas y de las indirectas que somos todos, nuestra dignidad y nuestros bolsillos.

Entre putas pagadas con nuestro dinero, ministros y ministras que organizan o consienten bacanales en Paradores nacionales, entre enchufes de amantes e incluso de empresas que se rescatan con dinero de todos, entre fiscales generales que hacen desaparecer pruebas de sus teléfonos y otras mil porquerías, llevamos ya tiempo que no nos da tiempo a salir de nuestro asombro. España se ha convertido en un fangal de cojones.

Y en el mundo mundial, asistimos a un clima prebélico, por ahora comercial, en el que unos personajes que parecen sacados de una mala colección de esperpentos, nos montan una fiesta de aranceles, que si el 10, que el 34, que el 80… ¿Ah, que no? Pues el 100 y si no te avienes, el 140. ¿Ah, sí? Pues yo te clavo el 180. Nunca en toda mi vida he asistido a una pérdida de las formas internacionales de este calibre. De un lado presidentes asesinos, como Putin y Xi JinPing, entre otros, campando a sus anchas y enfrente un señor que se ufana de que medio planeta le llame para besarle el culo. Y por ahí, perdidos, todos los demás.

Llegados a este punto, me parece lo más honroso e incluso sanador decir que eso de "Bésame el culo", aunque sabemos que una expresión popular estadounidense como ha destacado entre nosotros Javier Somalo, tiene su tradición en España, que hemos aportado mucho a la Historia Universal. También en expresiones como esa. Que sí, que lo de besar el culo ya está en Sade, en Voltaire, en Joyce y en muchos otros. Pero está, con otros dichos sobre el culo, en nuestro refranero.

Por ejemplo: "Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo caza moscas, o abre el culo y para moscas, o coge la escoba y se pone a barrer, que en algo se ha de entretener". En Andalucía cuando se perdía una aguja o un alfiler, se decía "Que el diablo se lo clave por el culo". Y hay un saludo popular que parece hecho a posta "Vaya usted con Dios y sin su culo, que Dios no quiere cosa puerca".

Sí, hay más, pero sé que lo que se espera es que haya uno sobre el beso del culo. Paciencia, que lo hay. Pero no me resisto a recitar este otro: "El disimulo de Antequera: la cabeza tapada y el culo fuera". Todos estos refranes se encuentran recogidos por José Maria Sbarbi, presbítero y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1922.

Y ahora sí, encrespado por el envilecimiento que nos inunda en este carnaval enceguecido, ahí va un refrán español preciso y claro: "Tú, que me la pegaste con tanto disimulo, álzame el pañal y bésame el culo". Y fíjense que es un refrán con respuesta: "Tú que me pegaste con tanto saber, álzame el pañal y bésame el culo otra vez".

"La libertad no ha aparecido en el planeta para desnucar al sentido común. Porque se la ha querido emplear en esta empresa, porque se ha pretendido hacer de ella el gran instrumento de la insensatez, la libertad está pasando en el planeta un mal cuarto de hora". Esto dejó dicho nuestro Ortega. Pues eso. Que nos lo besen todos aquellos que hacen que la libertad y el sentido común tengan un mal cuarto de hora y que Dios quiera que sólo sea eso.

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