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Andrés Navarro

Sánchez tiene que apagarse

Cerrar las centrales nucleares es un error garrafal. Nos hace más dependientes del gas, encarece la factura y pone en riesgo la estabilidad de la red.

EUROPA PRESS

Lo que vivió España el pasado lunes no fue un simple incidente técnico. Fue un serio aviso de las consecuencias que tiene gobernar desde la ideología, con falsos comités de expertos, y no desde el conocimiento. El sistema eléctrico sufrió un desajuste que acabó en apagón generalizado y lo peor es que era algo perfectamente evitable. Estaba anunciado. Llevamos años escuchando a los expertos advertir de que esto podía pasar.

Pero el Gobierno de Pedro Sánchez ha preferido taparse los oídos y seguir vendiendo un modelo energético de laboratorio, alejado de la realidad técnica y de las necesidades de un país como el nuestro, con una red aún poco interconectada con Europa y con una demanda cada vez más exigente.

España tiene un grave problema de interconexiones eléctricas. Somos, como dicen los expertos, una "isla energética" y eso significa que no podemos contar con el apoyo constante de nuestros vecinos cuando algo falla y por eso necesitamos un sistema que sea especialmente estable. No podemos tener ningún tipo de error, no podemos permitirnos un "cero energético" que la propia Unión europea ha calificado con el mayor incidente europeo en 20 años, y sin embargo, este Gobierno ha apostado por desmantelar las centrales nucleares mientras llenaba titulares con promesas verdes que no vienen acompañadas de la infraestructura necesaria.

El problema de fondo es técnico, pero también profundamente político. La presidenta de Red Eléctrica Española, Beatriz Corredor, fue nombrada por su proximidad al presidente, cobra más de medio millón al año y fue elegida no por su experiencia en la gestión de sistemas críticos y sí por su cercanía al PSOE. Su negativa a dimitir es otro ejemplo de un Gobierno que se cree impune.

Como portavoz de la Comisión de Digitalización en la Asamblea de Madrid, no puedo dejar de señalar el daño que este tipo de fallos provocan en nuestra credibilidad internacional. Madrid está compitiendo para atraer inversiones tecnológicas clave: centros de datos, infraestructuras digitales, grandes plataformas… con ciudades de todo el mundo y las grandes multinacionales del sector necesitan garantías. Necesitan una red eléctrica robusta, continua, previsible. Y lo que han visto esta semana es justo lo contrario: improvisación, silencio y un Gobierno central que no asume sus errores y despeja la responsabilidad a terceros.

Pedro Sánchez no ha asumido su responsabilidad y ha optado por su estrategia habitual: culpar a las empresas privadas, dividir el debate, polarizarlo todo. Ha intentado presentar esto como un conflicto entre los que creen en las energías renovables y los que no. Pero eso es falso. Nadie discute el papel que deben jugar las renovables, lo que discutimos es su implantación sin red de seguridad.

Un informe de REE de hace cinco años ya advertía del riesgo que suponía tener un sistema con un porcentaje creciente de energías renovables, pero sin suficiente respaldo de fuentes firmes como la nuclear. Y en febrero de este mismo año, esa advertencia se reiteró. No fue una sorpresa. Fue una negligencia.

Las centrales nucleares aportan algo que las renovables no pueden: estabilidad. Funcionan de forma síncrona con la red, es decir, acompasadas a su frecuencia, aportando inercia. Esa inercia es vital para evitar sobresaltos. Las renovables, por su naturaleza, no lo hacen. Son asincrónicas, variables, dependen del viento o del sol, y no ofrecen esa garantía. Se puede compensar, claro, pero para eso hace falta tecnología, inversión y tiempo. Lo que no se puede hacer es cerrar nucleares por prejuicio ideológico, sin tener listo el relevo y yendo en el camino contrario al resto del mundo.

Cerrar las centrales nucleares ahora mismo es un error garrafal. Nos hace más dependientes del gas, encarece la factura, aumenta las emisiones y, lo más grave, pone en riesgo la estabilidad de la red. Es una decisión que va contra el sentido común, contra los datos y contra el interés de los ciudadanos.

Necesitamos un modelo energético equilibrado. Renovables, por supuesto. Pero también energía firme y estable. Y, sobre todo, necesitamos un Gobierno central que hable claro, que asuma errores y que piensen en el futuro del país, no en el titular del día.

Madrid está preparada para liderar la transformación digital de Europa. Tenemos el talento, la posición estratégica y la ambición. Pero sin una red eléctrica fiable, sin una planificación seria y ágil, y sin una política energética responsable, todo eso se desvanece.

Y mientras tanto, el presidente guarda silencio, o peor, culpa a los demás. Pero la verdad es tozuda: el fallo del lunes no fue una casualidad. Fue la consecuencia directa de años de negligencia y por ese motivo quien lo sabía tiene que dimitir.

Andrés Navarro es portavoz del PP la Comisión de Digitalización en la Asamblea de Madrid

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