
No es seguro que el intercambio de mensajes de Sánchez con Ábalos vaya a perjudicar las expectativas electorales al presidente del Gobierno. Los votantes socialistas están hechos a todo y apoyarán a Sánchez bajo cualquier circunstancia, como ya han hecho en dos ocasiones, la más reciente en julio de 2023. El votante de izquierdas prefiere pasar hambre antes que permitir que gobierne la derecha y está dispuesto a defender a los candidatos de progreso aunque pesen contra ellos las peores acusaciones de corrupción. Siendo esto así, los whatsapp entre Sánchez y Ábalos son una anécdota que, en todo caso, reforzará la convicción de que todo obedece a una conspiración de la ultraderecha millonaria o cualquier otra subnormalidad.
La manera en que Sánchez se refiere a los dirigentes regionales de su partido, ministros y socios de coalición es, por otra parte, la normal en un político que ejerce el poder. Los partidos son maquinarias de triturar carne, especialmente de la propia ganadería, que es la más peligrosa para los que dirigen el cotarro en cada momento. Sánchez, de hecho, se muestra comedido en sus apreciaciones personales, aunque todos finjamos escandalizarnos por la forma en que se refiere a sus barones, en última instancia unos oportunistas que sacan pecho cuando están en el terruño entre periodistas untados y se van por la pata abajo cuando están delante de él.
Ábalos tenía bien guardados esos intercambios de recados con el presidente, dice que para escribir en un futuro sus memorias, y el exministro de Transportes no mentiría en algo así. En su favor hay que reconocer que la manera en que están escritos los mensajes revela cierta intención de hacer de ellos un uso literario en el futuro, porque nadie reproduce citas de los grandes clásicos cuando envía un mensaje por teléfono. Ábalos sí, pero porque es un hombre del renacimiento y esto, en política, no es habitual.
El empeño en conservar todos los mensajes intercambiados con Sánchez, además de servir de reservorio para iniciar una, esperemos que fecunda, carrera literaria, tienen también la utilidad de servir de aviso al Gobierno por si, finalmente, Ábalos va p’adelante. Feijóo ha convocado un congreso renovador para preparar las elecciones nada más conocerse el contenido de los primeros whatsapps. Igual es casualidad. O también que en Génova saben cosas sobre estos intercambios de notas entre Sánchez y su número dos, mucho más graves que llamar "pájara" a la Robles o "petardo" a Lambán.
