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Ni pacto, ni nacional, ni por el catalán

El PSC trata de nadar y guardar la ropa recuperando iconos del bilingüismo pero haciendo a la vez la pelota a los partidarios del monolingüismo excluyente por barrios.

El PSC trata de nadar y guardar la ropa recuperando iconos del bilingüismo pero haciendo a la vez la pelota a los partidarios del monolingüismo excluyente por barrios.
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, llegando a la Moncloa. | LD/Agencias

Hubo un tiempo en que la izquierda catalana defendía el bilingüismo y que Barcelona fuese la capital del boom y de la edición mundial en español. Sus iconos eran Manolo Vázquez Montalbán, Juan Marsé, Joan Manuel Serrat, el flamante nuevo Premio Princesa Asturias de las Letras, Eduardo Mendoza… Por cierto, supongo que no es casual ese premio, como no lo es la súbita oleada de reconocimientos a Serrat, que pasó de tesoro "nacional" catalán a ser poco menos que un apestado en los últimos años. Que se vio en la situación grotesca de tener que interrumpir en concierto para dar explicaciones a un "espontáneo" del público de por qué cantaba en castellano. Él, que plantó a Eurovisión por no poder cantar allí en catalán. Inefable.

La rehabilitación de Serrat, como la decisión de la Generalitat de darle la Creu de Sant Jordi a la actriz Loles León, tras denegársele torpemente la Medalla de Oro de Barcelona, apuntan una discreta carrera de fondo del PSC por volverse a hacer con la vara de mando de una cultura que en los últimos años colonizó salvajemente el independentismo. Lo cual no ha jugado precisamente a favor, ni de la excelencia de la cultura vernácula, ni de la anhelada extensión del uso de la lengua catalana, que sigue estando por los suelos. Da igual los millones que se lleve muertos Plataforma per la Llengua, la mafia o quizás deberíamos empezar a decir la DGAIA del catalán. Chupa subvenciones como una esponja —suele rondar un millón de eurazos al año, que salen de varias conselleries de la Generalitat, del Ayuntamiento y de la Diputación de Barcelona, para empezar a hablar— y sólo vale para perseguir y multar a comerciantes y para espiar qué hablan los críos en los patios de las escuelas.

¿A qué juega Salvador Illa con este publicitado a bombo y platillo "pacto nacional por la lengua" del que se han descolgado PP y Vox, por supuesto, pero también los neoconvergentes de Carles Puigdemont —aunque Jordi Pujol estaba allí: ¿vuelve el vaticanismo?—, la antisistemática CUP y la Aliança Catalana de Sílvia Orriols, que bautiza a todos sus hijos con nombres de reyes medievales catalanes?

Yo diría que los socialistas catalanes juegan a nadar y a guardar la ropa. En el gobierno de Illa, la política lingüística y cultural la llevan personas de la órbita de ERC, que son los que más pecho sacan de este no-pacto, no-nacional y ni mucho menos por el catalán. Es en manos de esta gente que el catalán está en vertiginosa caída libre. También se han apuntado los Comuns, teóricos herederos de Solé Tura, aunque a día de hoy algunas de sus diputadas y concejalas no tengan ni idea de quién fue ni de qué defendía. En privado, los Comuns te admiten que la gestión independentista de la "defensa del catalán" ha sido un puro y duro desastre. Porque, lejos de cohesionar, divide, niega la mayor del bilingüismo (cuya defensa sería la mejor garantía de que al catalán no le falte salud), porque politiza antipáticamente la lengua y porque ahí están los resultados de las pruebas PISA. Pero claro, si todos se ponen de acuerdo en decir que el emperador no está desnudo, sino que lleva espardenyes y bata de cola, pues ya está.

No sé cuánta gente de fuera de Cataluña se está molestando en leer este artículo. Me temo que hay muchos, demasiados españoles, que creen que el tema no va con ellos. Que esto son reyertas aldeanas. Así nos va a todos. Es a nivel de toda España donde de verdad necesitaríamos un pacto nacional por las lenguas. Por todas las que se hablan en la piel de toro. ¿Significa esto que en Burgos tienen que hablar catalán? No, pero sí poder aprenderlo si les da la gana, y celebrarlo como cosa propia. ¿No les llama la atención que el independentismo no pelee por eso, prefiriendo dar la absurda batalla por imponer el catalán en las instituciones europeas? Es que en el preciso momento que la diversidad de lenguas fuera funcional, y no disfuncional, en el conjunto de España, algunos se quedarían sin subvención, sin trabajo y sin discurso. Al resto nos iría mejor, pero eso, ¿a quién le importa? Ni siquiera sale en los whatsapps entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos.

Decía que el PSC trata de nadar y guardar la ropa, recuperando iconos del bilingüismo como Serrat y Loles León, pero haciendo a la vez la pelota a los partidarios del monolingüismo excluyente por barrios. Supongo que saben que es cuestión de tiempo que el globo se desinfle y volvamos a una cierta ¿normalidad? Pero primero se tienen que "morir", política y civilmente, todos los que llevan años viviendo de hacer daño no ya a la lengua, sino a las personas que la hablan. Negar la catalanidad plena de los catalanes castellanohablantes, tratarles como ciudadanos de segunda, cuando no de colonos, es una mayúscula burrada, un atentado contra la decencia e, insisto, la manera más rápida de acelerar la decadencia del catalán. Como cuando te vas a Valencia y los catalanohablantes se enfadan si les dices que lo son. Los extremos y los absurdos se tocan. Lo que suena y lo que no.

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