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Trump reactiva su ruinosa cruzada arancelaria

Es materialmente imposible que EEUU alcance un equilibrio comercial perfecto con el resto del mundo, salvo que Trump decida convertir a su país en una autarquía.

El presidente norteamericano anunció este pasado viernes la imposición de una tasa del 50% a todos los productos procedentes de la Unión Europea, rompiendo así la tregua decretada por él mismo para poder llegar a un acuerdo estable en el tiempo en el plazo de 90 días. Exasperado por la lentitud de las negociaciones con Bruselas, Trump ha hecho nuevamente un alarde absurdo de autoritarismo que ya se ha dejado sentir en los mercados bursátiles, profundamente afectados por los constantes vaivenes políticos del personaje.

Donald Trump dio inicio a su particular batalla arancelaria, basada en una mentira y un despropósito. La Casa Blanca miente cuando asegura que la UE mantiene unas tasas a los productos norteamericanos del 40%, cuando la realidad es que apenas superan el 2%. Lo mismo cabe decir de la relación de EEUU con otras potencias industriales, cuyas trabas económicas a la importación de productos norteamericanos no son, ni de lejos, las que maneja el presidente norteamericano para justificar su ofensiva.

Washington confunde interesadamente aranceles con déficit comercial, dos categorías económicas que han de considerarse de manera independiente para establecer un marco negociador basado en la realidad. El propio Trump ha explicado que su objetivo con la imposición de aranceles extraordinarios a las importaciones es equilibrar la balanza comercial con el resto de países, lo que resulta un completo despropósito en un mundo globalizado, donde los productos y capitales viajan de un lado a otro cada vez con mayor celeridad.

Es materialmente imposible que EEUU alcance un equilibrio comercial perfecto con el resto del mundo, salvo que Trump decida convertir a su país en una autarquía. Como ocurre con todas las naciones, EEUU tiene déficit con unos países y grandes superávits con otras regiones, por lo que, en todo caso, debería preocuparse de no incurrir en un déficit agregado. Ajeno a los rudimentos de la economía y las sutilezas de la política internacional, Trump ha decidido dar un golpe en el tablero iniciando una guerra contra todos en la que los ciudadanos estadounidenses van a ser los mayores perjudicados.

Cabe esperar, no obstante, que todo obedezca a la burda estrategia matonil que Donald Trump ha incorporado como su manera habitual de hacer política y que, en última instancia, esta absurda guerra de aranceles llegará a su fin. Hasta entonces, los bandazos y ocurrencias del presidente norteamericano están llevando a la economía mundial a una situación de incertidumbre permanente, que ya está afectando a los mercados financieros y haciendo que los inversores de todo el mundo contemplen como una posibilidad la llegada de una nueva recesión.

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