
El presidente del Gobierno ha admitido en público –lo hizo el lunes en su atroz comparecencia en Ferraz– que no convoca elecciones porque las perdería y "dejaría las riendas del país" en manos de la derecha.
Muchos se han escandalizado, y con razón, porque cuando llamas a las urnas a los ciudadanos esas son las manos en las que dejas las riendas del país: las de los votantes. Y si ellos deciden que mande la derecha, el centro –reformista, por supuesto– o el Partido de Satán... pues para eso se supone que está la democracia. Hay que concluir, es evidente, que en la cabeza de Pedro Sánchez la democracia está para otra cosa: mandar él, que para algo es el más guapo.
Entiendo el cabreo, pero sinceramente tampoco me parece una sorpresa como para que se nos caiga el monóculo: puede que ahora lo haya dicho más claro, pero toda la presidencia de Sánchez, y ya van siete años, ha sido exactamente esa misma negación de la legitimidad de la derecha para gobernar, un discurso que tomó prestado de Podemos y se lo ha agradecido llevando al partido de iglesias casi al exterminio.
A mí, la verdad, bien sea porque estoy ya de vuelta de las ansias dictatoriales de Sánchez, bien porque tengo una cierta deformación profesional con el tema, la frase me hizo pensar sobre todo en otra persona: José Félix Tezanos.
No podía dejar de imaginarme al presidente del CIS siguiendo la comparecencia de Sánchez desde su amplio despacho en un edificio en una de las zonas más lujosas y exquisitas de Madrid, atónito, sin dar crédito a lo que veían sus ojos y lo que oían sus oídos, roto por la traición, casi tan profundamente decepcionado como estaba el propio jefe del Ejecutivo unos días antes.
No me quitaba la imagen de la cabeza: el pobre José Félix, tan socialista él, tan servicial, tan falto de escrúpulos como el propio Sánchez, tan capaz de cualquier cosa como lleva siete años demostrando que es, frente al televisor, abundantes lágrimas corriendo por sus barbudas mejillas y musitando: "Pedro, cómo me haces esto". Afortunadamente, las penas con un sueldo de 100.000 euros al año son menos, que si no...
Porque el pobre Tezanos sacó una encuesta hace una semana en la que le daba a Sánchez una victoria poco menos que arrolladora –siete puntos de ventaja sobre el PP– y una mayoría que era pan comido conseguir: sólo con Sumar se iría a unos 170 escaños. Un paseo militar, vamos, una goleada, un triunfo imperial.
Y resulta que el presidente tampoco se lo cree. Todos lo sabíamos, sí, pero el propio Sánchez lo dejó claro el lunes: Tezanos no es más que un esbirro circunstancial y sus encuestas son pura bazofia con la que no puedes ni limpiarte el trasero. Todos lo sabíamos, sí, pero qué cruel decirlo en público, pobre José Félix, con lo que él se ha arrastrado por el ingrato Pedro.

