Sánchez quiere ser Perón
Un contexto que Sánchez está sabiendo aprovechar con astucia propagandística para escenificar una pose, la del nacionalismo airado que se revuelve contra Goliat
España es un país que no puede ni tan siquiera fantasear con salir de la OTAN exactamente por las mismas razones que Ucrania no puede entrar. Alcanzar una visión adulta de la política significa comprender ese tipo de limitaciones insoslayables. Y como España, todos los demás socios de Estados Unidos en la Alianza. En consecuencia, el margen de soberanía residual que conservan los Estados miembros en relación a las grandes directrices estratégicas que emanan del Alto Mando en Bruselas se acerca tendencialmente a cero. En toda la historia de la OTAN, amagar con gestos individuales de insubordinación fue algo sólo al alcance del general De Gaulle, únicamente de él. Pero ni España es Francia, ni el compañero Pedro Sánchez Castejón es el general De Gaulle.
Donald Trump, que tampoco resulta ser precisamente Metternich, ha salido ahora con otra de esas bravuconadas suyas, la del 5%, para acabar haciendo lo de siempre: acongojar de entrada a la otra parte y, en el transcurso de la negociación posterior, ir echando agua al vino de las exigencias maximalistas iniciales. La estrategia es conocida por los especialistas como la "ventana de Overton", un truco más viejo que andar a pie. Trump necesita que Europa le compre armas al complejo militar-industrial para así compensar el déficit de su balanza comercial con Alemania. He ahí todo el problema. Por eso, el imperativo del 5% acabará relajándose.
Un contexto que Sánchez está sabiendo aprovechar con astucia propagandística para escenificar una pose, la del nacionalismo airado que se revuelve contra Goliat, que siempre resulta rentable en clave de consumo populista interno. El simulacro escénico de Sánchez me recuerda mucho a las demagógicas representaciones antiimperialistas de Perón. Perón, un militar fascista que había llegado a la Casa Rosada -vía golpe de Estado- tras empaparse de corporativismo en la Italia de Mussolini, montó un número parecido, en 1946. "Braden o Perón", rezaban sus carteles electorales por entonces (Braden era el embajador yanqui en Argentina). Fue así como ganó unas elecciones en las que todos le daban por perdedor. Ojo con Sánchez, se va a marcar un Perón
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