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José García Domínguez

Desmantelar el Estado del Bienestar

Europa occidental no va a hacer cosa distinta que armonizar su modelo de sociedad con los vigentes en el resto del orbe capitalista desarrollado.

Cumbre de la Otan, con Pedro Sánchez descolgado a la derecha | Europa Press

Vamos a hacer un poquito de matemáticas a nivel de colegio de enseñanza primaria. Calculemos el 5% de una cifra grande, muy grande, grandísima; una cifra tan grande como 1,62 billones. Según prescribe la pantalla de mi ordenador, el resultado de esa operación aritmética remite a otra cantidad de un volumen también respetable; en concreto, 81.000 millones. O sea, un ocho y un uno seguidos de nueve ceros. Bien, pues ese ocho y ese uno seguidos de nueve ceros es lo que, a partir de muy pronto, va a tener que gastar anualmente en armas el Estado español; anualmente, sí. Y ya puede decir misa el presidente Sánchez, porque eso se va a hacer. Se va a hacer aquí y se va a hacer en el resto de Europa.

Por lo demás, cualquiera que tenga un dedo de frente -solo hace falta disponer de uno- comprenderá de inmediato que llevar a la práctica tal medida exigirá desmantelar el Estado de Bienestar. Y naturalmente, se va a desmantelar. El Estado del Bienestar era (hay que escribir ya en pasado) un invento europeo que nunca existió en Estados Unidos, igual que tampoco tienen noticia de él en China, la Federación Rusa o Japón. Por tanto, la Europa occidental no va a hacer cosa distinta que armonizar su modelo de sociedad con los vigentes en el resto del orbe capitalista desarrollado.

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Como se trata de un concepto tan manoseado que al final no se sabe bien qué significa, procede aclarar que estamos hablando de sanidad pública y universal, de educación gratuita o semigratuita hasta el nivel universitario, y de pensiones. En esencia, eso era el Estado del Bienestar. Y dos de sus tres grandes grupos de prestaciones, la educación y la sanidad, estaban siendo cuestionadas cada vez con mayor virulencia por una clase media crecientemente individualista y proclive a las soluciones que le ofrece el mercado. Lo que implica que el cambio de paradigma que se avecina va a disponer de su apoyo político en las urnas. Las pensiones son otro asunto, pero de él hablaré mañana.

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