
Es un hecho que Santos Cerdán nunca ha tenido nada que ver con el PSOE, como explicó el otro día María Jesús Montero. La vicepresidenta tampoco se quemó la mano cuando mostró su confianza ciega en el flamante inquilino de Soto del Real, porque ella se refirió (ahí está la hemeroteca) a Zantoh Serdán, aunque los medios del fango quieran hacer paralelismos interesados. Sánchez ni siquiera se ha pronunciado tras conocerse el auto de prisión incondicional de su número dos en el Partido Socialista Obrero Español, señal de que ha decidido desconocerlo retroactivamente, a pesar de que hace pocos días decía esto en la red social X, un mensaje que, a día de hoy, no ha eliminado.
Mi solidaridad con Santos Cerdán y su familia. El acoso de ultraderechistas disfrazados de periodistas no tiene cabida en una democracia. Esto no va de partidos, va de derechos. Un abrazo.
Ole, ese presidente. Pero Santos Cerdán sí era del PSOE y, además, el hombre que llevó a Sánchez a La Moncloa, con todo lo que eso implica, también a efectos penales. La confianza de Sánchez en el cachazudo político navarro le llevó a encomendarle la labor de convencer al prófugo Puigdemont de votar a favor de la investidura tras las elecciones de julio de 2023, una embajada que Cerdán cumplió con gran eficacia, como se vio después. Esos trabajos de fina orfebrería política no se le encargan a cualquiera. Solo los muy leales están habilitados para gestionar esos asuntos asumiendo el coste personal que corresponda, como le pasó al bueno de Santos, al que sentaron bajo una foto conmemorativa del butifarréndum independentista, imagen que pasará a la posteridad.
Cerdán viajó a Bruselas para evitar que el motxo entrara en la cárcel y el que ha acabado en el trullo ha sido él, pero eso es un daño colateral que hay que asumir cuando uno trabaja para Sánchez, el personaje más tóxico de la política mundial.
El número dos de Sánchez está en la cárcel y ahí va a tener tiempo para reflexionar sobre el alcance de las decisiones que tome en los días venideros, cuando las pesquisas de la UCO cierren el círculo y el Tribunal Supremo cuente con elementos indiciarios suficientes para empezar a juzgar. El tipo lo sabe todo de las finanzas de sus amigos y, sobre todo, de sus enemigos. También conoce el flujo de pagos discretos que hayan podido llegar a las arcas del PSOE, otro factor importante que puede dar un vuelco a la situación de todos los implicados si Zantoh Serdán empieza a largar.
La legislatura se tambalea y los tiempos de los separatistas para alcanzar sus objetivos en esta legislatura sanchista se aceleran también. A los socios de Sánchez les da igual lo que hayan robado en el PSOE, partido al que desprecian casi tanto como a su actual secretario general. En Cataluña parecen dispuestos a montar otro referéndum, pero esta vez con el visto bueno del Gobierno, lo que sería una gran noticia para la inmensa mayoría de los españoles. Aquí salimos ganando seguro: O el Gobierno se va definitivamente al carajo o nos independizamos de Cataluña y el PSOE no vuelve a gobernar jamás. ¿Puede haber mayor felicidad?
