
Para todos los que se preguntan qué se va a sacar Pedro Sánchez de la chistera este sábado, o qué planes tiene de ahora en adelante…ahí van algunas ideas.
Luis Roldán no fue un mal director de la Guardia Civil. Todo lo contrario, fue bastante bueno. Suyo es el mérito de la caída de la cúpula de ETA en Bidart. Pero en 1993 empezó el runrún periodístico sobre las miserias que ocultaba. En abril de 1994 se fugó espectacularmente, dejando a los pies de los caballos al entonces ministro del Interior, Antoni Asunción, que tuvo que dimitir. Roldán aguantó fugado hasta febrero de 1995, cuando pactó su entrega a las autoridades españolas. En principio se hizo creer a todo el mundo que se entregaba en Laos, lo cual acotaba los delitos por los que se le habría podido juzgar en España, es decir, la magnitud de la condena. En realidad, la entrega fue en Bangkok. Nada más llegar a Madrid, fue arrancada la página de su pasaporte donde constaba un visado que pretendía lo contrario. A Roldán le habían engañado como a un chino. Recibió una condena enorme. No la cumplió entera, pero pasó en la cárcel de Brieva diez años en aislamiento absoluto. Que se dice pronto. Cuando salió, era un hombre destruido. Y arruinado. Fernando Paesa se había quedado con todo el dinero que él robó y sus antiguos correligionarios le inmolaron y escarnecieron como supremo chivo expiatorio de la entera corrupción de la era felipista, que no fue poca. Gracias a esta concentración de la vergüenza en un solo hombre, Felipe logró aguantar hasta mayo de 1996. Eso es más de dos años después de que Roldán se fugara, y más de un año después de su detención. Atención a los tiempos.
Lo que distingue a Roldán de otros caídos del felipismo es que a él sí le dejaron caer de verdad, solo y a plomo. Comparemos por ejemplo su caso con el de José Luis Barrionuevo y Rafael Vera, los condenados más prominentes por la trama de los GAL.
El juicio por el secuestro y tortura de Segundo Marey no tuvo lugar hasta 1998, gobernando ya José María Aznar. Dos años largos llevaba ya el PSOE apeado del poder. Seis años todavía más largos le faltaban para recuperarlo. Y más largos que habrían podido ser sin el 11-M. Seguro que esa lección tampoco se les olvida a los actuales dirigentes socialistas.
Pero volvamos por un momento al caso GAL. Felipe tuvo que comparecer en aquel juicio. Le hicieron pasar un mal rato. No le gustó nada que los jueces le pidieran según qué explicaciones. Menos aún que interrumpieran la vista justo a mitad de su declaración y él tuviera que quedarse ahí, en la sala del Tribunal Supremo, como un furioso león enjaulado. Momento que inmortalizó una foto robada por el diario El Mundo, saltándose la prohibición de tomar testimonios gráficos. Al mago de Suresnes nunca nadie le había humillado así. Pero quitando eso, salió inmaculado. Nunca nadie pudo probarle nada. Nadie tiró de ninguna manta contra él. Barrionuevo y Vera entraron en la cárcel de Guadalajara sin rechistar, abrazados por Carmen Romero y arropados por una enfervorizada multitud socialista que gritaba: "¡Aznar, capullo, sácalos del trullo!". Aznar efectivamente les acabó indultando. En el ínterin, a las familias de los condenados no les faltó de nada. El hijo de Vera trabajaba en la fundación del partido, que durante mucho tiempo les siguió pagando los abogados. Al final, efectivamente, el gobierno Aznar les indultó.
Del trío del Peugeot y la vergüenza, el reto aquí es averiguar quién hace de Vera y Barrionuevo y quién hace de Roldán. Por de pronto el único que conserva su escaño en el Congreso, y su sangre fría, es José Luis Ábalos. Santos Cerdán, que rima con Luis Roldán, podría tener todos los números para sucederle en una operación de autoescarnio destinada a lavar él solo todos los pecados del socialismo y comprarle tiempo. Puede darse la paradoja de que, cuánto más la oposición se encarnice con Cerdán, más esté ayudando a Sánchez a seguir adelante con su estrategia.
Mi apuesta es que no se va a demostrar nada que incrimine directamente al presidente del gobierno (Nixon sólo ha habido uno, y no era español), nadie va a tirar de la manta hasta tan arriba, y el daño ya está hecho, sí; pero no va a haber ninguna prisa por dejar el poder antes de tiempo. Desde luego no antes de que la amnistía a Puigdemont sea un hecho. A partir de ahí es cuando empieza a ser remotamente posible que Junts entone un "así no podemos seguir" como el que un diputado de CiU, Josep López de Lerma, pronunció para precipitar las elecciones de 1996, un año antes de lo que habrían "tocado". Calculo que la oposición tiene un año a partir de ahora para prepararse para lo que tenga que venir. Y quien sea que vaya a tomar el relevo en el PSOE, también.
