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El concierto catalán y el paroxismo de la corrupción sanchista

La administración que sirvió de plataforma para el golpe de Estado separatista será la encargada de recaudar y gestionar el gran impuesto, el IRPF.

Sustanciada la última comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso con el apoyo rastrero de socios y aliados, estos se disponen a cobrarse la factura este lunes que viene en Barcelona, en la comisión bilateral entre el Gobierno y la Generalidad en la que se hará entrega a la administración autonómica de la gestión y recaudación del 100% del IRPF. Será la primera piedra del concierto económico catalán, el cupo vasco trasladado a Cataluña, la ruptura de la caja común y otro paso irreversible hacia la desintegración de España, la demolición de la solidaridad entre territorios y de la igualdad entre españoles.

El sórdido espectáculo de las mordidas socialistas, las andanzas venéreas de sus dirigentes costeadas con fondos públicos o la posible financiación irregular del partido son hechos gravísimos, pero poca cosa en comparación con la peor de las corrupciones de Pedro Sánchez y del PSOE: el desguace de España, la indecente entrega de competencias nacionales a los grupos separatistas a cambio de un día más en la Moncloa, la condonación de la deuda catalana y la cesión a la Generalidad de atribuciones y competencias que lesionan la unidad nacional, la cohesión territorial y la prestación de servicios en el conjunto de España.

Este nuevo episodio de traición, esta nueva muestra de desprecio por los ciudadanos, este completo desafuero fue lo que firmaron los socialistas para que ERC hiciera presidente de la Generalidad al socialista Salvador Illa. Y ahora Sánchez se dispone a pagar la cuenta de su delfín, pero con el dinero que se tendrá que robar a todos los españoles para satisfacer a los aliados de la formación republicana. El negocio es tan espectacular que no resulta nada extraño que Gabriel Rufián se haya convertido en el primer espada de Pedro Sánchez. Ante semejante pelotazo y ante las posibilidades que se abren, a ERC le sale muy a cuenta apoyar a los corruptos ejerciendo el papel de corruptores.

El trato de Sánchez e Illa con ERC es ceder a la Generalidad la gestión, recaudación y liquidación del 100% de los impuestos que se pagan en Cataluña. El próximo año, la administración autonómica que sirvió de plataforma para el golpe de Estado separatista de 2017 será la encargada de recaudar y gestionar el gran impuesto, el IRPF, unos 25.000 millones de pesetas. Y eso tras la condonación de 17.000 millones de deuda de la Generalidad, una deuda que en la última década tuvo que ver en gran parte con los gastos del llamado "procés" separatista.

A Pedro Sánchez le debe parecer muy barato. O que no hay para tanto, acostumbrado como está a toda clase de excesos, incluidos los de pactar con la extrema izquierda, con los herederos del terrorismo vasco y con los golpistas xenófobos. Se trata de otro zarpazo a la dignidad de los españoles, otra burla y otro robo escandaloso e intolerable. Y aún más, la entrega a una administración de las herramientas fiscales necesarias para que el próximo intento secesionista pueda ser culminado con éxito.

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