Summa fangológica
¿A quién se le ocurre entregar la operación de supervivencia a una persona como Yolanda Díaz?
El que sabe sumar, suma. O sea, añade, adiciona, agrega, anexa, aumenta, hace crecer. Por eso se llama "Suma" al resultado de reunir conocimientos en un compendio, un tratado general, una recopilación amplificadora. Se trata de convertir una unidad originaria en algo más grande, más potente, más fecunda. De ahí, la Summa Theologiae, el aditamento inteligente de la lógica y la metafísica aristotélica al cristianismo de la mano de Tomás de Aquino. Sumó, vaya si sumó. Hasta hoy.
En español, ha habido otras "Summas". Por ejemplo, la Summa de tratos y contratos, de Tomás de Mercado, de 1571. ¿Quién no ha oído hablar la Summa Artis, de Pijoán? Menos estarán enterados de que hasta lo demoníaco tiene una Summa. La oración mental tiene otra. Y en 1547 se imprimió en Madrid una Summa de Cirugía (propagan que no hubo ciencia española). No digamos nada de la Summa poética de Guillén o la de Maqron el Gaviero, de Álvaro Mutis y así podría seguirse y seguirse.
Pero la que nos interesa especialmente es esa Summa comunista que no existe. La han llamado Sumar porque de haberla denominado Summa habría tenido que escribirse algo coherente, enriquecedor y fecundo que uniera las diferentes facciones que han destrozado el comunismo desde su nacimiento para dar paso a una novedad integradora. Algo de eso intentó Julio Anguita con Luis Carlos Rejón de escudero y Felipe Alcaraz y la bella Concha Caballero en Andalucía.
Los que los conocieron personalmente hace mucho imaginaron que, por una vez, el comunismo patrio iba a hacer de la ética política una bandera digna. Los que echan de menos aquellos tiempos supusieron que a la corrupción se le llamaría corrupción, antes de los tiempos de la estafa del lenguaje y la perversión del significado de las palabras. Por eso, recuérdese, Felipe González dijo que Aznar y Anguita eran la "misma mierda."
El problema es que el comunismo nunca fue tal cosa. Sobre todo, Anguita, contaminado por el libertarismo y la moral cristiana, llegó a decir – y se ha hecho viral, cuentan, en estos días -, que entre ladrones y gente honrada hay que votar a los honrados aunque sean de extrema derecha. Sentaba así el digno ex alcalde de Córdoba que la ética es superior a la política y luego remató con aquello de que, desde la Constitución, sin malearla ni depravarla, podían desarrollarse los postulados de la izquierda. O sea, socialdemocracia respetuosa con la ley y con los adversarios. Y no. No fue así.
Pasado el tiempo, llegó Podemos y parecía que sí, que querían sumar porque eso de hacer una Summa de la izquierda les quedaba muy largo. Pero no, no querían sumar, sino manipular y mandar. Desde el principio, o casi, tras haberse apropiado de la plusvalía política de los indignados de la Puerta del Sol y haberse apoderado de los cargos políticos derivados, se les vio el plumero comunista a pesar de esconderlo con esmero, estallaron las contradicciones éticas clamorosas, la inclinación cainita y al final, la obsesión sexual.
Pero ni siquiera entonces, tras lo de Galapagar, lo de Monedero, Errejón, (¿qué les pasa a la izquierda con el sexo, joé? los malos tratos perpetrados contra Teresa Rodríguez y otras puñaladas, se esperaba que el invento de Sumar (Podemos, más Izquierda Unida, más menos los 18 partiditos restantes, Compromis, el de Mónica Oltra incluido), sumara aunque fuera incapaz de elaborar una Summa neocomunista, que eso es lo que son con poses iranobolivarianas.
Ni por esas. En vez de sumar, restan e incluso sustraen. Unidas Podemos ya no está en su nómina y los de Compromís, andan malheridos. Los andaluces del Kichi y esposa han perdido la fe y poco a poco el edificio se desmorona. ¿A quién se le ocurre entregar la operación de supervivencia a una persona como Yolanda Díaz, a la que, quienes la conocen, identifican como alguien de la que debe desconfiarse por principio? Si buscan en Google, la palabra más usada para denotarla es "traidora", como ya la caracterizó el nacionalista José Manuel Beiras, cuando la acusó de utilizar las Mareas gallegas para hacer carrera política en Madrid. Y ya ha llovido.
Y sigue lloviendo. Pero ahora es que llueve fango. Sus palabras: "Yo sé que usted es honrado", dirigidas a un Pedro Sánchez sitiado por los tribunales, por la UCO y por sus propios actos, plantean una incógnita. ¿Cómo lo sabe? ¿Es intuición o mancia? Así que todo lo que pasa es que Cerdán, su hermano, su esposa, Ábalos, Koldo, Illa, Pardo de Vera y los cómplices en Bildu, Junts, Esquerra, PNV o la propia Sumar, todos lo han engañado. Pobre. No se puede ser bueno. Pedro, un Puto Amo, pero qué limpio.
Pero ella, la de la Summa fangológica, texto que podría escribir sin esfuerzo alguno a pesar de su uso estrambótico de la lengua española común, cree "solidario" que los gobiernos catalán y vasco manejen más dinero que los demás gobiernos autonómicos o que no importa lo que se robe a los ciudadanos siempre los rateros sean de los "suyos" o que mejor es un gobierno de esta clase, la peor, que otro menos sinvergüenza.
La verdad parece ser muy otra. Ella está sometida al Uno porque su estrategia es la misma y tal vez por otras cosas. Desde luego, aunque Sumar se esté hundiendo, lo de dejar de ser cabeza visible y vicepresidenta no parece probable. Que su espectro ideológico haya pasado de los 71 escaños a la previsión de no más de 10-12, no le parecerá una diferencia escandalosa que haga asumir responsabilidades. Ni un Papa la salvaría, pero las cosas se convierten en su contrario, negación de la negación. Sumar es sustraer. Fango, cieno barro, mugre, roña, en estado puro.
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