Rufián y una idea
Faltan dos minutos para que se convierta en un personaje de la tele en el peor de los sentidos. En su caso, pasar de la política al espectáculo no supondrá ningún cambio.
Gabriel Rufián ha tenido una idea, lo cual sería una noticia de impacto si la idea fuera original. Pero no. Como acostumbra a pasar, Rufián ha tenido la idea que muchos otros ya habían tenido primero. En concreto, el portavoz republicano quiere armar un artefacto político a modo de camión escoba de todo lo que haya a la izquierda del PSOE. Y entre cogitación y cavilación se le ha ocurrido que esa plataforma podría ser la respuesta de la izquierda plurinacional a la eventual emergencia de un Gobierno formado por el PP y Vox. Ya de paso se ha presentado voluntario para ser el cabeza de cartel de la cosa. De modo que Rufián quiere ser como Yolanda Díaz al frente de Sumar.
Poca broma con Rufián. El hombre sabe abrirse camino a golpes si hace falta. Así consiguió ascender de "Súmate" (el partido para separatistas castellanohablantes que se inventó ERC) al puesto número 1 de la candidatura republicana al Congreso de los Diputados. El hombre tomó posesión del cargo en enero de 2016 y lo primero que hizo fue prometer con toda la solemnidad que sólo estaría en Madrid dieciocho meses, el tiempo necesario para proclamar la independencia de Cataluña. Han pasado casi diez años y ahí sigue el mozo de Santa Coloma. En este tiempo el hombre se casó, se reprodujo, se separó y se volvió a emparejar. Una década pasa volando, pero da para tanto...
La intención de Rufián es aguantar a toda costa de diputado en Madrid. Y está dispuesto a hacer lo que sea, aunque sea esa idea tan peregrina de dar el salto de un partido regional como es ERC a una hipotética selección nacional de federaciones políticas con la participación entre otros de Bildu, Sumar, Podemos, Aúpa Andalucía, Más Madrid y Més per Mallorca. Y todo esto para quedarse en el foro y porque es harto difícil que vuelva repetir como candidato de ERC en las generales después de cinco legislaturas dando el cante.
A Rufián lo que es de Rufián. Ha sabido convertirse en un personaje, pero esa propuesta de unir a la izquierda no se la compra nadie, ni mucho menos su partido, donde han llegado a la conclusión de que Rufián ya no suma, sino que resta. Y mucho. Cuando arrancó su carrera política, Rufián era la encarnación del castellanoparlante catalán partidario de la independencia. Al independentismo le interesaba ese perfil, el del charnego agradecido. Pero nunca fue del todo aceptado en ERC. Se le consideraba un capricho de Junqueras, un "Pijoaparte", poca cosa, nunca catalán. Él sabe mejor que nadie lo que es ser discriminado por sus orígenes sociales y geográficos. Y así sigue, con la diferencia de que ahora en ERC quieren proyectar otra imagen en España y Rufián ya está amortizado.
Faltan dos minutos para que se convierta en un personaje de la tele en el peor de los sentidos. En su caso, pasar de la política al espectáculo no supondrá ningún cambio. Ganará aún más dinero, eso sí, por reírse de la gente.
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