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Desvaríos de Illa en China

Con Illa se están dando pasos que los golpistas no se atrevieron a dar en 2016 y 2017.

El presidente de la Generalidad catalana, Salvador Illa, ha vuelto a rebajarse ante los aliados separatistas del PSC y el PSOE sin que haya mediado amenaza alguna. Tan sólo por gusto y por complacer a Oriol Junqueras y a Carles Puigdemont. Al primero le ha vuelto a prometer que el Gobierno romperá la caja común para aplicar un concierto económico como el vasco en Cataluña. A Illa le da igual que para eso haya que cambiar al menos tres leyes en el Congreso de los Diputados. Actúa con una política de hechos consumados y la "Agència Tributaria de Catalunya" ya se ha puesto en pie para gestionar y recaudar todo el IRPF en 2028. El desprecio que se muestra por las leyes es similar al de Puigdemont y Junqueras cuando perpetraron el golpe de Estado separatista tras derogar en la cámara catalana nada menos que la Constitución.

Para empezar a hablar de una hacienda catalana hay que modificar primero un mínimo de tres leyes: la Ley orgánica 8/1980, de 22 de septiembre, de financiación de las comunidades autónomas; la Ley 22/2009, de 18 de diciembre, que regula el sistema de financiación de las comunidades autónomas de régimen común; y la Ley 16/2010, de 16 de julio, del régimen de cesión de tributos del Estado a Cataluña. Pero a Illa, presionado por Junqueras, le trae sin cuidado ajustarse a las leyes. Ya se ha encargado a Indra el diseño de la hacienda y su despliegue en un proceso totalmente opaco y que muestra a las claras las intenciones rupturistas de la Generalidad socialista. En eso, nada que envidiar a los independentistas. Es más, con Illa se están dando pasos que los golpistas no se atrevieron a dar en 2016 y 2017.

Todavía en China tras nueve días de viaje, Illa ha hecho balance del primer año de legislatura y no ha tenido el más mínimo empacho en ponerse toda clase de medallas, al más puro estilo sanchista. Y no solo se ha mostrado agradador con Junqueras, ya que ha dedicado parte de su intervención a exigir a los jueces del Tribunal Supremo que retiren la orden de detención por malversación contra Puigdemont y le apliquen una amnistía "completa". Apela Illa al respeto a las leyes, un respecto del que carecieron por completo los golpistas. Y es que de todas las maneras que hay de defender la amnistía, apelar al respeto a la ley es tal vez la más loca.

Que Illa ha perdido el rumbo si es que lo había tenido se nota también en que persiste en sostener que la amnistía ha normalizado Cataluña cuando lo único que ha hecho es consolidar la desobediencia y los desplantes. He ahí el incumplimiento de las sentencias sobre el 25% de español en la enseñanza pública o el caso mucho más reciente de las trabas para tratar de dejar en agua de borrajas el fallo sobre la devolución del arte sacro arrancado de los muros del Monasterio de Villanueva de Sijena, en Huesca.

Pero lo más sorprendente del caso no es que el museo se niegue a facilitar el cumplimiento de la sentencia sino que Illa se dedique a insultar al presidente de Aragón, Jorge Azcón, y le acuse de desagradecido y maleducado por no expresar un rendido reconocimiento "a las gentes de Cataluña" por la conservación de las pinturas murales. En eso, Illa está a la altura de personajes como Puigdemont, Junqueras y Lluís Llach, que han hecho del desprecio a las demás regiones de España su seña de identidad. Puro supremacismo.

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