Colabora
Daniel Rodríguez Herrera

Guardans, complejo de inferioridad catalanista

El mito de la capitalidad consiste en creer que Madrid es una comunidad boyante, próspera, libre y cosmopolita gracias a que es la capital de España.

Ignasi Guardans. | Europa Press

Ignasi Guardans es un burgués de Barcelona que jamás se ha salido de la linde del pensamiento clasista y racista tan prevalente entre los suyos. Incapaz de pensamiento original alguno, suscribe todas las estupideces que son moneda corriente en la Cataluña de TV3 y el tres por ciento. Tras años de militancia remunerada en el segundo partido más corrupto de España, tuvo apenas un año escaso de responsabilidades de gobierno colocado por la PSOE de Zapatero, acabando en el basurero donde la inteligencia va a morir, la Cadena Ser.

Hará un par de días volvió a hacer gala de su capacidad para reflejar el pensamiento ambiente de los barrios más pijos de la ciudad condal asegurándonos que Madrid nunca debió ser "una Comunidad Autónoma como las demás" porque "vive esencialmente de los beneficios de su capitalidad" y que por eso debería ser gobernada esencialmente por el Estado central. De ese modo, olvidó añadir, la PSOE rascaría bola de vez en cuando, arruinaría a los madrileños cuando le tocara gobernarlos, y cuando le tocara al PP no sería al PP liberal madrileño sino al PP socialdemócrata de Feijóo y Bonilla, de modo que los nacionalistas catalanes no tendríamos que soportar la ignominia de saber que Madrid nos ha superado en todos los aspectos. Pero da igual. Estaba implícito.

El mito de la capitalidad consiste en creer que Madrid es una comunidad boyante, próspera, libre y cosmopolita gracias a que es la capital de España. Pero el crecimiento y el sorpasso de Madrid a Cataluña comenzó hace más o menos un cuarto de siglo, pese a ser capital desde Felipe II; justo cuando llega la gran descentralización de Aznar, que precisamente quitó peso al Gobierno central para dárselo a los autonómicos. Que durante la dictadura centralista de Franco quienes prosperaran fueran Cataluña y País Vasco y que tuviera que llegar la democracia y el Estado autonómico para que Madrid se convirtiera en lo que es hoy no deja en buen lugar a las élites gobernantes en ambas regiones, entre las que se encuentra Ignasi Guardans y su círculo.

Cuando toda tu visión del mundo gira alrededor de la fe en la inmensa superioridad moral e intelectual de la burguesía catalana frente a las clases y razas inferiores que somos los demás españoles, creerás en todo tipo de mitos absurdos e irracionales para que se sostenga. Porque nada asusta más que dejar caer tu visión del mundo. El intelectual recientemente fallecido David Horowitz recuerda cómo, en su camino a la sección de marxismo de una librería, le dio por imaginar, sólo por imaginar, que el marxismo estuviera equivocado. Casi se desmayó de la impresión. Pero Horowitz era un pensador honrado y terminó cayéndose del caballo. Dudo mucho que, ya cumplidos los sesenta, Guardans sea capaz de una hazaña semejante.

Madrid no es la ciudad más próspera, libre, cosmopolita y avanzada de España por ser la capital. Lo es porque cuando tuvo capacidad de gobernarse a sí misma, probó con el liberalismo y le funcionó. Cataluña, en cambio, fue gobernada por los Guardans. Y por eso ha pasado de ser lo que ahora es Madrid a sufrir una decadencia que no parece tener fin. Pero claro, este hecho indudable nunca pasará por la cabeza de Ignasi. No sea que corra el riesgo de desmayarse de la impresión.

Temas

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario