
Ayer, como habíamos anunciado la pasada semana, fuimos "de zarzuela" por tierras sorianas: era nuestro objetivo Medinaceli y su Festival lírico, que bajo la dirección de Federico Figueroa se desarrolla en el patio del Palacio de la histórica localidad; un evento operístico que ya va tomando pátina de veteranía. Este año, nada menos que Madama Butterfly, el sábado 9, con un previo zarzuelero ayer viernes: "El Café de la Rima Ondulante", estreno de la obra de Fernan de Valder, y Manuel Valencia, que obtuvo un éxito importante, hizo reír al numeroso público, al que deleitó con su gracia, su magnífica música y el excelente hacer actoral y vocal de la naciente compañía "La Ondulancia", a la que auguramos excelente futuro. Gritemos con el equipo de "La Ondulancia" lo que corearon sus miembros junto al satisfecho público al terminar la representación en el bellísimo marco del Palacio de Medinaceli: ¡Viva la zarzuela!
Pero no sólo hablaremos de zarzuela
Porque en el trayecto entre Madrid y Medinaceli no tiene uno más remedio que indignarse al contemplar los estragos paisajísticos y geológicos causados por la implantación de las hileras de molinos captadores de energía eólica.
Se trata de paisajes sobrios y duros: desde los páramos yeyosos de las inmediaciones de capital hasta los depósitos calizos del Triásico y del Terciario, con sus rellenos kársticos y sus interesantes depósitos minerales, como el Aragonito, al que el hierro presta su rojizo tinte ferruginoso.
Bellos anticlinales y barrancos impresionantes a medida que nos vamos acercando a nuestro objetivo: la histórica ciudad que se asoma al Valle del Jalón y que encierra el tesoro de los restos arqueológicos dejados por la madre Roma.
Los molinillos comienzan a aparecer en la lejanía del paisaje ya antes de adentrarse la carretera en tierras sorianas, pero en algunas curvas se acercan hasta parecer que quieren invadir hasta la ruta asfaltada: cuando aparecen de forma brusca y en proximidad inmediata al camino, menudo susto, es inevitable evocar a un nuevo Quijote que fuera capaz de detener su especuladora invasión, pero no lo hay y no parece que vaya a aparecer, al menos de inmediato.
Los depósitos triásicos del Keeper de Medinaceli y sierras próximas, con sus correspondientes discordancias, anticlinales y coberturas, jurásicas y terciarias, están literalmente "crucificados" por las hileras de los "gigantes metálicos": pobres aves, pobre paisaje y pobre futuro.
Desde Medinaceli, sobre el Valle del Jalón, reflexionamos sobre los desastres paisajísticos que vienen causando las hileras de "molinazos" hiriendo el suelo y profanando la sobria belleza y el patrimonio histórico soriano
Porque el paraíso geológico y mineralógico de aquellas tierras ha sido devastado por un coloso de dimensiones económicas gigantescas que nadie parece capaz de parar: un desastre ecológico de valor incalculable, porque el paisaje también forma parte del patrimonio natural de un país: ¿Necesaria la invasión tecnológica?. No, de ninguna manera.
Cuando dentro de unos años, seguramente muy pocos, se diluya como un azucarillo en agua el mito de la dominancia de las energías renovables, ¿alguien ha pensado en los costes económicos y ecológicos que supondrá el desmantelamiento por obsolescencia o la sustitución por nuevos modelos, de las enormes masas de chatarra que habrá que retirar de las sierras?, A las cruces seguirán las heridas en el terreno causadas por una generación de irresponsables.
Porque al hablar de la supuesta limpieza ecológica de las instalaciones para la obtención de energía eléctrica llamada impropiamente "verde" o renovable, sus partidarios se hacen "trampas en el solitario" al llevar cuentas incompletas. Inciertas e interesadas. No tienen en consideración los carísimos costes ambientales de la fabricación de tales monstruos, ni los que implicará su retirada.
Un futuro, bastante próximo, habrá que pedir responsabilidades a los responsables, y no serán solamente ecológicas, sino también económicas; sólo cabe pedir que esta "fiebre verde" se cure lo antes posible, pero no parece que estemos en la senda hacia la terapia adecuada.
Ya hablaremos de los espejos solares que cubren los terrenos fértiles hasta ahora destinados a la agricultura o el pastoreo y que no dejan pasar a las ovejas para alimentarse. ¡luego dirán de los lobos¡
Vamos, que al final lo más ecológico va a ser seguir hablando de zarzuela.
