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El ejemplo de los Reyes y el recuerdo de Paiporta

La Corona se expuso en el barro de Valencia con una dignidad que contrastó vivamente con la actitud del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Los Reyes han visitado algunas de las zonas arrasadas por los incendios y se han reunido con vecinos y afectados, así como con responsables de las tareas de extinción, mandos técnicos, alcaldes y autoridades autonómicas. Ha sido una lógica manifestación de sentimientos, de afecto y de solidaridad, una muestra de conexión y empatía. Felipe VI y Letizia se conducen con una naturalidad y una sinceridad que pueden resultar reconfortantes, sobre todo en comparación con las actuales formas de la clase política.

La Corona se expuso en el barro de Valencia con una dignidad que contrastó vivamente con la actitud del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En aquel contexto, Sánchez no supo o no pudo estar a la altura y labró su propia estatua política, la del galgo de Paiporta. Nunca le ha gustado a Sánchez la calle. Prefiere los entornos controlados, actos y contactos perfectamente planeados y sobre todo, blindados. Paiporta confirmó esa pavorosa ausencia de carácter y autoridad moral. Sus visitas a los centros de coordinación durante los incendios no tienen nada que ver con lo que están haciendo los Reyes.

La presencia de ánimo de Felipe y Letizia, su actitud abierta y cercana y su naturalidad son lo opuesto a la rigidez y distancia de personajes como Sánchez, cuyo rictus en sus escasos encuentros con ciudadanos comunes expresa un indisimulable malestar. Hábitos como los viajes en Falcon o el uso y abuso de los recursos del Estado confirman la pertenencia de Sánchez a esa clase de políticos ajenos por completo a la realidad.

Sánchez no puede salir a la calle tranquilo y eso se explica por su falta de conexión con los ciudadanos, evidente en frases como "si quieren ayuda, que la pidan" o "yo estoy bien" tras la famosa fuga de Paiporta. Muy diferente, por fortuna, es la situación de los Reyes, quienes se relacionan con la ciudadanía en términos diametralmente opuestos a cómo lo hace Pedro Sánchez.

No es previsible que el presidente del Gobierno vaya a cambiar. A estas alturas el síndrome de La Moncloa es incurable. Tampoco es previsible que vayan a cambiar los Reyes, a pesar de que se enfrentan a muchas presiones para que se comporten como lo hace Sánchez y no le dejen, sin querer pero constantemente, en evidencia.

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