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Antonio Robles

Pudimos - Bella Ciao

Esa vieja nación de la que Bismarck aseguró estar convencido de ser la nación más fuerte del mundo a pesar de llevar siglos queriendo destruirse a sí misma sin conseguirlo, se resiste una vez más a que la destruyan.

La eurodiputada de Podemos Irene Montero. EFE/ Fernando Villar | EFE

Algo está cambiando en la epidermis emocional del pueblo español. La juventud actual empieza a liberarse del complejo español que las generaciones precedentes padecieron desde los sesenta del siglo pasado.

Durante décadas, las referencias políticas moralmente superiores lo eran, no per se, sino por oposición al franquismo. De hecho, ideologías denostadas en Europa como el nacionalismo o sospechosas como el comunismo, en España pasaban por progresistas por el mero hecho de ser antifranquistas. Y de paso, España como nación y su bandera eran rechazadas por "fachas", confundidas maliciosamente con el régimen franquista.

Vivir esas simplificaciones en el País Vasco o en Cataluña era especialmente doloroso para quienes consideraban una burda manipulación identificar a España con el franquismo. O a España con la ultraderecha. No malgastaré una sola línea para desmontar esa burda identificación. Pero la influencia que ha tenido a lo largo de estos últimos 65 años ha sido letal para la nación más influyente de los siglos XV, XVI y XVII; técnicamente el primer Estado moderno de Europa y uno de los Imperios más fructíferos y extenso de la historia de la humanidad. Fruto de esa vergüenza inducida por sus enemigos internos estamos donde estamos.

Sin embargo, algo está cambiando. Esa vieja nación de la que Bismarck aseguró estar convencido de ser la nación más fuerte del mundo a pesar de llevar siglos queriendo destruirse a sí misma sin conseguirlo, se resiste una vez más a que la destruyan.

Las encuestas comienzan a subrayar el cansancio de las nuevas generaciones por los nacionalismos periféricos, y por las izquierdas neocomunistas para emocionarse con la vieja nación de todos. Y sin complejos. O mejor, sin reparar en el acoso moral que humillaron a las generaciones precedentes. A pesar de lo que está cayendo.

Los síntomas no sólo se intuyen en el desplazamiento del voto joven de la izquierda plurinacional a la derecha, o a la utilización de símbolos españoles sin complejos, sino en la mayor presencia de activistas neoespañoles en las RRSS que antes monopolizaban movimientos como el 15-M y sus gestores podemitas con todo tipo de agitprop aprovechando la irrupción de la IA. Desde las propuestas más groseras, a las batallas culturales más inteligente y sensatas. Es el caso de la utilización de la canción partisana contra el fascismo, que Los Meconios han versionado contra los farsantes de Podemos (PUDIMOS, Bella Ciao), recurriendo al mismo mecanismo utilizado miles de veces por las ideologías neocomunistas para lograr inducir mediante emociones valores ideológicos interesados y a menudo diametralmente contrarios a los valores que defendieron los partisanos contra la Italia fascista.

La valentía de Los Meconios al versionarla, es uno de los tantos síntomas que en España empiezan a salir a la luz, impulsados por muchos ciudadanos sin complejos dispuestos a disputarle a las izquierdas neoreligiosas la superioridad moral y dar la batalla cultural por España que las generaciones precedentes perdieron.

Junto a esta versión hay miles de creaciones digitales, muchas de ellas toscas y nada edificantes. Y otras, como es el caso de un himno creado para VOX, sobrada de cojones, escasa de ecuanimidad, y insultantemente partidista, comete el error de alimentar la falsa identificación entre su ideología y España (España No Se Arrodilla). Abono para sus enemigos de siempre.

En esa prolífera fuente de ideas y posturas, destaca por su ironía caustica el rechazo al racismo cultural, a la insolidaridad y avaricia desmedida de los dirigentes del nacionalismo catalán. Una muestra de ello es la canción protesta "Lo mío, mío, lo tuyo de los dos", bajo el membrete de "Coplas del Pueblo".

P.D. Por si alguien se siente escandalizado por esta versión de Bella Ciao, no es ocioso recordar que Bella Ciao no es patrimonio de nadie, si acaso de la libertad y el rechazo a la explotación y opresión del ser humano. No fue la versión partisana durante la ocupación nazi en Italia el origen de esta canción de resistencia. Sólo era una versión de una canción campesina del S.XIX, que de forma espontánea cantaban las mujeres trabajadoras temporeras para denunciar las condiciones de explotación y abuso laboral a que eran sometidas en los arrozales del Valle del Po. Fue posteriormente cuando la resistencia partisana contra la ocupación nazi y el régimen fascista de Mussolini (1943-1945), adaptó la melodía con una letra de lucha.

En los años 60/70 de finales del S.XX se transformó en una canción internacional de resistencia, sobre todo por los movimientos de emancipación de la izquierda hispanoamericana. Y ya en nuestro siglo, ha sido mancillada por "relatos interesados". Uno de los más groseros fue el caso de la serie "La casa de papel". Lo único que han hecho Los Mecanos ha sido utilizar esas mismas emociones de emancipación para desenmascarar a Podemos y reivindicar España.

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