No al velo islámico en las escuelas
La propuesta de Vox en la Asamblea de Madrid a fin de prohibir dicha prenda en las escuelas debería ser tomada en consideración más allá del empobrecedor y simplista debate político.
La prohibición del velo islámico en los colegios debería ser la consecuencia lógica del seguimiento y la aplicación de los valores universales y los derechos humanos en la enseñanza, una cuestión sobre la que no debería haber el más mínimo disenso. El velo es un símbolo de imposición, de represión, de sumisión, una prenda nada inocente como pretenden hacer creer quienes obligan a sus hijas, a sus madres y hermanas y a sus esposas a "lucirlo", sino una expresión machista, misógina y cruel que denota poder sobre y contra las mujeres, sean niñas o ancianas, madres, hijas o esposas. Esa documentada especie de fobia islámica contra la mujer.
La propuesta de Vox en la Asamblea de Madrid a fin de prohibir dicha prenda en las escuelas debería ser tomada en consideración más allá del empobrecedor y simplista debate político. Se cuentan por millares los testimonios de mujeres musulmanas que denuncian esas imposiciones, esa cosificación, ese marcaje, esa salvaje muestra de sometimiento que sus promotores pretenden hacer pasar por una versión supuestamente moderada del islam cuando tal cosa no existe.
Una de las singularidades del debate es que muchos de los que están en contra de los crucifijos en las aulas están a favor de que niñas menores de edad deban llevar una prenda que no es precisamente un complemento, sino una forma de señalamiento perfectamente equiparable al marcaje de los judíos con la estrella de David.
Debería tenerse en cuenta, por ejemplo, que hay mujeres en Irán que son asesinadas por no llevar el pañuelo. O que en Afganistán se azota, lapida y ejecuta a mujeres por no observar la más mínima regla del estricto y brutal código islámico de vestimenta. Así que el velo no es una prenda destinada a proteger a las niñas o a las mujeres de las miradas masculinas, sino la negación de valores como la igualdad entre hombres y mujeres y la misma libertad de las mujeres. Y no es eso lo que debería fomentarse en las escuelas.
Quien fuera diputada liberal en los Países Bajos, Ayaan Hirsi Ali, nacida en Somalia y crecida en Arabia Saudí, Etiopía y Kenia hizo la siguiente reflexión en "Mi vida, mi libertad":
"La mayoría de los musulmanes jamás profundizamos en la teología y rara vez leemos el Corán; nos lo enseñan en árabe, una lengua que la mayoría de los musulmanes no habla. Por eso, casi todo el mundo piensa que el islam busca la paz. De estas personas sinceras y amables emana la falacia de que el islam es pacífico y tolerante (…) El verdadero islam regula todos los detalles de la vida y subyuga el libre albedrío. El verdadero islam, un sistema confesional y rígido y un marco moral, lleva a la crueldad".
La misma mujer, un referente del feminismo, manifestó en una entrevista en 2008 que "discutir sobre el velo no es la cuestión. El verdadero debate es sobre la moral sexual que el velo representa, que no es otra que la mujer es responsable de la sexualidad del hombre. Debemos cubrir nuestro cuerpo para que él no se excite; debemos permanecer encerradas en casa, para que él no se excite. Esta moral, que pone toda la responsabilidad sobre la mujer, es lo que hay que discutir". Eso y mucho más es lo que está en juego con el velo en la escuelas mientras la izquierda enarbola el gigantesco bulo del islam moderado, un "invento occidental" como acertó a definir Oriana Fallaci.
Llevar velo no es una decisión voluntaria, no es un gesto de personalidad, no tiene nada de libre albedrio sino que es el primer paso en la "educación" de la mujer en el islam, un ser inferior y sin los mismos derechos que el hombre. Que eso esté permitido en las escuelas de España es un crimen contra la humanidad.
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