El sistema electrónico que controla el cumplimiento de las órdenes de alejamiento en los casos de maltrato doméstico es un elemento esencial para proteger a las víctimas de sus agresores. El adecuado funcionamiento de las pulseras antimaltrato, por tanto, debería ser una prioridad del Gobierno, especialmente si pone el feminismo en el vértice de su acción política como ocurre con el Ejecutivo social podemita. Sin embargo, como todo lo que toca la ultraizquierda, también este sistema básico de protección de la mujer maltratada se convirtió en un fiasco tras intervenir en su gestión la inefable Irene Montero, la política más nefasta para los intereses de las mujeres que jamás ha padecido España.
El origen hay que buscarlo en diciembre de 2023, cuando Irene Montero decidió cambiar un sistema que funcionaba a la perfección a través de su adjudicación a un nuevo prestatario del servicio informático. El cambio de operador ocasionó la pérdida de datos imprescindibles para probar el incumplimiento de las órdenes de alejamiento, lo que ha propiciado la absolución de los infractores por falta de pruebas, para escándalo de los jueces que han tenido que decretar el sobreseimiento de las causas.
El escándalo es tan palmario que hasta la Fiscalía General del Estado, en su memoria anual, no ha tenido más remedio que admitir el fallo de las pulseras, lo que ha provocado "la pérdida de un elemento probatorio en ocasiones imprescindibles para poder formular acusación" y, en consecuencia, "una gran cantidad de sobreseimientos provisionales o fallos absolutorios". Al día siguiente de conocerse este hecho, la Fiscalía emitió una nota adicional matizando con lealtad perruna lo que recoge su memoria oficial de manera irrefutable, pero ni siquiera los esfuerzos del procesado García Ortiz son capaces de tapar las vergüenzas del Gobierno que lo protege en un caso tan sensible como el de las mujeres maltratadas.
La Ley del sí es sí, elaborada por el equipo de Irene Montero e impulsada por Sánchez, rebajó las penas de más de mil agresores sexuales y puso en libertad a cientos de ellos, pero eso, al parecer, no era suficiente. En un último servicio a los machistas y criminales que decía perseguir, Montero se despidió de su Ministerio provocando un fiasco en las pulseras antimaltrato, que ha librado del castigo a centenares de agresores entre marzo y diciembre de 2024. Ese, y no otro, es el legado de la ministra más incompetente y sectaria de nuestra historia democrática, que ahora dicta lecciones de feminismo en el Parlamento Europeo, a donde fue catapultada para seguir medrando en el presupuesto público junto a su camarilla de indocumentadas.

