Hamás dice que sí a la paz, pero tiene que demostrarlo liberando a los rehenes
No creo a Hamás, pienso que su sí al plan de paz es sólo otra maniobra para ganar tiempo, pero también hay elementos para ser un poco menos pesimista.
Mientras Yolanda Díaz, Irene Montero e Ione Belarra están indignadísimas con que haya una posibilidad para la paz, Hamás ha anunciado no tanto que acepta el plan de Trump –no lancemos todavía las campanas al vuelo– pero sí que están dispuestos a negociar sus términos y a liberar a la cincuentena de rehenes, muchos de ellos ya sin vida.
Les seré sincero: no creo a Hamás, pienso que esto es solo otra maniobra para ganar tiempo, un movimiento táctico para evitar que Israel desate la última ofensiva para exterminarlos, con el apoyo total de Estados Unidos.
Y no me creo a Hamás porque eso es lo que siempre han hecho: engañar, maniobrar, manipular, decir que sí cuando iba a ser que no, desarrollar operaciones de propaganda y no aceptar ningún compromiso que pusiera en peligro sus fines últimos. Es difícil pensar que ahora será diferente, por mucho que lo deseemos.
Puntos para ser optimistas
Dicho lo anterior, en esta ocasión hay algunos motivos para no ser completamente pesimista, hay indicios de que quizá en Hamás sí estén, por una vez, dispuestos a aceptar la paz, con toda seguridad porque no les queda más remedio, pero esa ya es otra cuestión.
El primero de ellos es el hecho de que casi todos los países árabes, y específicamente los que pueden estar implicados en el final del conflicto como Egipto, Jordania o Arabia Saudí, están apostando por la paz. Y más importante en este contexto: hasta Qatar, uno de los financiadores y aliados de Hamás de toda la vida, se ha puesto del lado del plan de paz. Dicho de otro modo: los terroristas están muy solos, quizá solo cuentan ahora con el respaldo de Irán y los ayatolas no están para muchas fiestas después de que Israel y Estados Unidos les hayan dado una soberana paliza en los doce días de la última guerra, que fueron una de las mayores humillaciones que ha sufrido ningún país importante en las últimas décadas.
Como decimos, hay un cambio en Qatar, probablemente relacionado con la operación de Israel que eliminó allí a buena parte de la cúpula de Hamás y que les ha demostrado ser vulnerables, además de a la notable presión que ha ejercido sobre los qataríes Donald Trump, que realmente está haciendo una excelente política en Oriente Medio, hay que reconocerlo.
La segunda razón para el optimismo la he encontrado esta misma mañana, mientras buscaba información sobre el tema en la prensa israelí. Se trata de una noticia en Jerusalem Post que cuenta cómo una veintena de terroristas de Hamás han muerto en un enfrentamiento con uno de los clanes en la Franja y sus cuerpos han sido arrastrados por las calles.
El incidente me parece sumamente revelador de la pérdida de poder militar de los terroristas y también de prestigio, capacidad de intimidación y respeto. Gaza, algo que se sabe poco en Occidente, tiene una muy fuerte estructura de clanes a los que cada uno de los habitantes de la Franja debe cierta lealtad, pero hasta ahora eso no había interferido en el poder de Hamás, que estaba por arriba.
Cuando uno de los clanes se atreve a un enfrentamiento directo con la organización terrorista y, sobre todo, cuando después pasea por las calles los cadáveres de los enemigos muertos estamos hablando de un cambio que puede ser radical.
Estamos hablando, en suma, de que quizá Hamás acepte la paz porque no le queda más remedio, porque ya sea su única posibilidad de sobrevivir, no en el poder ni siquiera como organización, sino personalmente. El plan de Trump les da una salida: una amnistía para los que se arrepientan e incluso la posibilidad de salir de la Franja e irse a vivir una vida muelle, por ejemplo, a Qatar. Sé que hay no poca injusticia en eso: deberían acabar todos en la cárcel, pero el mundo es como es y no como nos gustaría que fuese, así que si eso sirve para que por fin llegue la paz será un sacrificio que valga la pena.
Los rehenes nos dirán la verdad
Por desgracia tenemos una clave que nos va a decir si Hamás realmente se compromete con el plan de paz o no: los rehenes que todavía tienen en sus mazmorras en Gaza. Si vemos una liberación más o menos inmediata podemos creer que, efectivamente y por una vez, hay una oportunidad para la paz; en cambio, si lo que vemos es que vuelven a usarlos de monedas de cambio tendremos que asumir que la guerra –y el conflicto– van a seguir. La paz está, como lo ha estado siempre, en manos de los terroristas de Hamás.
Por lo pronto Israel ha vuelto a hacer sus deberes, como los ha hecho siempre, y este mismo sábado ha frenado su ofensiva, demostrando una vez más que es un país que ansía la paz, aunque tantas veces se haya visto obligado a la guerra.
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