Los muertos no valen menos que los vivos
Hamás puede jugar a los bolos con la vida de su propia gente, ejecutarla en medio de la calle, usarla de escudo humano, robarle el agua y el pan. Israel no tiene esa opción.
Me siento a escribir esta columna desde Tel Aviv, donde el lunes pasado tuve el honor de asistir en directo, desde la Plaza de los Secuestrados, al momento en que se anunció la liberación de los últimos 20 rehenes del 7 de Octubre que seguían vivos. Cumplía así Hamás aparentemente a rajatabla lo acordado bajo la presión del ejército israelí, de los países árabes hartos del conflicto y de Donald Trump. Mucha menos diligencia están mostrando para devolver a los rehenes muertos. Quien dice menos diligencia, dice feroz mala fe.
Desde Barcelona o Madrid puede parecer que los muertos valen menos que los vivos. Error. En la cultura judía, cuando una persona muere hay que sepultarla enseguida, porque cuanto más tarde el cuerpo en bajar a la tierra, más sufre el alma. Es religión, pero no sólo. Hasta los más laicos entre los laicos se revuelven como leones si se les priva de los restos mortales de sus seres queridos. Hablamos de una comunidad tan cohesionada por la desdicha que, por peleados que lleguen a estar, entre ellos y con su propio gobierno, se unen graníticamente en lo esencial. Y lo esencial, para ellos, es no olvidarse de nadie, no dejar a nadie atrás.
Hamás puede jugar a los bolos con la vida de su propia gente, ejecutarla en medio de la calle, usarla de escudo humano, robarle el agua y el pan. Israel no tiene esa opción. De ahí la radical desigualdad de todo canje entre rehenes y prisioneros. Al cambio, la vida de un solo israelí cotiza por cientos, a veces miles de "palestinos". Vivos e, insisto, muertos.
Hay una crueldad estremecedora, por invisible para muchos que no la saben o no la quieren percibir desde fuera, en el mercadeo de Hamás y otros enemigos de Israel con los difuntos. Cuando las familias vieron que se incumplía el plazo para su entrega, llegó la desesperación. Seguida de la furia. ¿Otra vez parece que ya está, que todo arreglado, que el "mundo libre" puede cantar victoria, mientras aquí sigue el infierno?
Están soltando a los muertos con cuentagotas. Y con crueldad. Uno de los ataúdes contenía en realidad a un palestino, vestido, eso sí, con ropa del ejército israelí. La israelí de izquierdas -más antiNetanyahu, imposible- que yo tenía al lado cuando se conoció la noticia, dijo lo primero que le salió del alma: "¡Pero qué descarados!". Luego se puso colorada y me miró, casi excusándose. Para acabar musitando: "Antes de esta guerra no sabía que yo podía acabar reaccionando así".
Después se supo que el palestino disfrazado de israelí que Hamás intentó hacer pasar por un rehén del 7 de Octubre pudo ser uno de los pocos gazatíes que se atrevieron a enfrentarse al terror. A ayudar al ejército de Israel a penetrar en algunos túneles buscando rehenes. Un ser humano para mí y espero que para ustedes. Un "pandillero sionista" para Hamás, de esos que ejecutan de un tiro en la nuca, en la mejor tradición etarra. Meterlo en un ataúd de rehén y despacharlo a Israel da idea de la actitud. Del nivel.
Pónganse por unos segundos en la piel de las familias. Hamás miente más que reza. ¿Cómo creerles en nada? Capaces serían de tener todavía rehenes vivos escondidos, y sacarlos cuando consideren que llega la oportunidad.
O todo lo contrario, alargar el limbo de los muertos hasta lo infinito, hasta lo insoportable, conscientes de que a eso no se le da desde Occidente la importancia que tiene. Dicen ahora, con esas excusas típicas de bullying de colegio -sólo que este bullying es a muerte…- que no entregan más cadáveres porque "no los encuentran". Vaya por Dios. ¿Quién pierde algo tan valioso?
Hay un precedente que pone los pelos de punta: el de Eli Cohen, el espía israelí más famoso de todos los tiempos. Su infiltración en Siria llegó a ser tan potente que poco faltó para que le nombraran ahí viceministro de Defensa. Descubierto al fin, Eli Cohen fue brutalmente torturado y ejecutado en la plaza pública de Damasco en 1965. Hace de eso sesenta años. Sesenta años durante los cuales ha sido "imposible" encontrar su cuerpo. Hace un cierto tiempo, el Mossad logró recuperar su reloj. Lo cuenta Sal Emergui en su imprescindible libro "Descifrando Israel."
Oficialmente, Siria no devuelve los restos de Eli Cohen porque no sabe dónde están. Con el background que yo me he ido construyendo y que intento compartir aquí con ustedes, permítanme que lo dude. Cuando vi la aparatosa salida de la familia Assad de Siria, pensé: ahora. Ahora lo van a devolver. Menuda moneda de cambio han tenido a buen recaudo todo este tiempo.
No puedo afirmar que "dicho y hecho", pero ya se empieza a hablar de eso. De que el nuevo gobierno sirio podría ayudar a "distendir" encontrando "por casualidad" los restos de Eli Cohen. Sesenta años después, insisto. ¿Se entiende mejor ahora lo que está haciendo Hamás y por qué?
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