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Itxu Díaz

La bachatita

Ha entendido bien Rufián en qué consiste el juego de la carrera de San Jerónimo. Hace mucho tiempo ya que el Congreso se convirtió en un gran plató.

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Madrid es el sueño americano del charnego. Un día llegas al Congreso con una impresora bajo el brazo para robar diez segundos de telediario nacional. ¡Qué mal rato! Que en los pasillos te ven, te confunden, y te piden que les subas folios al despacho, o que le pongas papel higiénico al baño de hombres. Es lo malo de pasearse por las Cortes con una máquina y aspecto de inspector de extintores. Haces el show de la impresora, ya en el hemiciclo. ¡Grandes risas! Con esa coña andaluza no puede ser de Santa Coloma, me dice un diputado aquel día. Haces el payaso un día y otro, para la foto, para hacerte un nombre, que siempre es actuación un poco melancólica, porque la gente no lo sabe, pero los payasos lloran muchísimo. Y al otro día, ocho años de nada, la Villa y Corte a la noche es una inmensa barraca de feria, meneando el bullarengue con Esther Expósito, que no es que sea guapa, es que es Nefertiti doblemente coronada, bendecida por los dioses a la luz de la ventana de las apariciones del maldito palacio real de Amarna.

Y allí estás, Gabriel, más joven, más delgado, veterano, aunque compras los trajes en C&A para poder ir a ver a los amigos a Barcelona sin que te escupan, dándolo todo, chulapo ya como un Gardel en San Isidro, dale que dale, deseando la próxima guaracha, en el siempre sospechoso Madrid de los afters. Los has engañado a todos. Sobre todo a los tuyos. No te culpo. Se lo merecían. Que se queden allí. Para ellos la Barcelona de la butifarra, para ti el Madrid de la farra.

Ha entendido bien Rufián en qué consiste el juego de la carrera de San Jerónimo. Hace mucho tiempo ya que el Congreso se convirtió en un gran plató. Ningún programa de televisión tiene tantos guionistas, ni siquiera esos que ahora regalan en La 1 para agradecer lealtades, que más que presupuesto holgado tienen redundancia de fardos. Hay asesores hasta para saber con qué pie pisar primero al bajar las escaleras hacia la tribuna. Allí se va a actuar para Sus Señorías, y para las señoras de avanzada edad que aún se sientan a ver las noticias de las nueve.

Es entre bambalinas donde la cosa se pone divertida, porque no hay guion. En el bar del Congreso me gustaba ponerme en la zona más indiscreta de la barra, allí donde logras el milagro de molestar a todo el mundo al mismo tiempo. Quid pro quo, desgraciados, que yo también me como vuestras infinitas leyes, bastante más incómodas. Así podía divertirme viendo a los adversarios de cinco minutos antes discutir ahora sobre quién debe pagar el café. Que luego en el hemiciclo discuten por no pagarlo, y en ambos casos la cuenta es tuya. Pero el circo es el circo. Rufián lo ha visto con toda claridad en los ojazos de la Expósito. Engañó a toda España con la impresora, el muy pieza. Se estaba haciendo el muerto. No hay táctica más eficaz para marcar gol en el tiempo de descuento que hacer creer al portero que eres cojo.

Si la política oficial ya solo es un show, es normal que las estrellas del celuloide terminen compartiendo bachata a las horas dudosas, después de cucarachear juntos a cincuenta metros del Congreso. Los famosos son endogámicos, no por convencimiento sino por miedo. Comparten temores: a la traición, a las grabaciones indiscretas, a la estafa, y a casi todo lo que pueda estropear la imagen de la que viven. La exposición es constante, de modo que no puedes permitirte el lujo de que te rompan el corazón, y caminar dos meses escorado, disimulando una lágrima en el probador de Serrano 47. Así que se arrejuntan todos con todas, porque nadie más va a entender sus vidas en la pasarela de cristal.

Cómo se ha puesto Madrid. Está que dice "bébeme". Tengo eslogan con guiño sesentero para la próxima campaña de ERC: "démosle una oportunidad a la juerga". Solo alguien de tenebrosa

sexualidad podría enfadarse por la bachata con la actriz. Rufián y Expósito han hecho más por la España que amamos en diez segundos de flirteo etílico que todo lo que la propaganda antiespañola ha logrado destruir en años. Qué le vamos a hacer.

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