Sánchez y Puigdemont, más cerca de la foto que de la moción
Junts intenta extorsionar a Sánchez sin disimulo , de una forma tan descarnada que resulta inaudita hasta en una vida política tan indecente como la nuestra.
Que Junts haya tenido que anunciar dos veces que rompe con el Gobierno de Pedro Sánchez es una muestra evidente de la falta de credibilidad del prófugo Carles Puigdemont y sus peones. Míriam Nogueras, la aguerrida portavoz separatista en el Congreso de los Diputados, trató de aclarar el jueves que la ruptura anunciada por su jefe de Waterloo once días antes en Perpiñán era una enmienda a la totalidad de todas las leyes que promueva el Gobierno siempre que esas leyes no otorguen más privilegios y ventajas a Cataluña. La obscenidad de los golpistas herederos de Convergencia no tiene límites.
Junts intenta extorsionar a Pedro Sánchez sin disimulo y sin reparos, de una forma tan descarnada que resulta inaudita hasta en una vida política tan indecente como la nuestra. La manera de negociar de Junts y el PSOE pasará a la historia como uno de los pasajes más oscuros de la cada vez más debilitada democracia en España. Que un fugado instalado en Waterloo mueva las clavijas de la gobernación es una de esas grandes contribuciones del PSOE a la historia de la infamia en política, ese "Pacto de Bruselas" que atenta contra la libertad, la igualdad, los derechos y la misma esencia de la democracia y de España. El domingo se cumplirán dos años de la firma. Por parte del PSOE estampó su rúbrica Santos Cerdán. Por parte de Junts, Jordi Turull.
Ni a Sánchez ni a los dirigentes de Junts no les importa en absoluto el bien de España y los españoles, por lo que los separatistas no van a hacer nada que pueda precipitar un cambio de Gobierno. Para ellos, cuanto peor para España, mejor, por lo que les interesa y les conviene que Sánchez siga en la Moncloa. Los indultos primero y la amnistía después son los ejemplos más evidentes de que la presidencia de Sánchez es lo mejor que les puede pasar a los golpistas catalanes. Tienen al líder socialista en sus manos y le presionan, le amenazan, juegan con sus expectativas y se burlan de él, pero no van a hacer nada que le pueda perjudicar de una manera efectiva, real y concreta, nada que le haga perder el poder.
La moción de censura no está en los planes de Puigdemont. Decir que rompe y que la ruptura es definitiva es su forma de negociar, su manera de presionar a un Sánchez que a su vez deja sin palabras a los separatistas cuando les recuerda que no les irían mejor las cosas con un Gobierno distinto y que a pesar de sus trampas, sus dilaciones, despistes e incumplimientos, él es un mirlo blanco para el separatismo, el que les sacó de la cárcel y les devolvió a la política, el que les ha permitido sembrar de pinganillos el Congreso, el que les ha prometido el traspaso de las competencias en inmigración, el que mantiene e impulsa a través de Salvador Illa la discriminación de los hispanohablantes en Cataluña, el que está dispuesto a dar la independencia económica a la región con un concierto que permitirá a la Generalidad recaudar y gestionar todos los impuestos que se paguen en la comunidad. Sánchez es para ellos la primera acepción de bicoca.
Que Puigdemont no es el político más espabilado que ha dado Cataluña lo demuestra su propia trayectoria, pero hasta alguien tan dubitativo y obtuso como él entiende que Sánchez es su única garantía, el único que le puede proporcionar la impunidad absoluta. Nunca se van a dar las condiciones para una moción instrumental. A Puigdemont le pesa demasiado el miedo, el factor Aliança Catalana y su situación procesal. De ahí que sus órdagos sean meros pellizcos de monja, pólvora mojada, cartuchos de fogueo. Patéticas amenazas de un político inconsistente, cortinas de humo para disimular que la justicia europea avala las decisiones del Tribunal Supremo y desbarata toda la estrategia judicial y política en el extranjero del separatismo.
Sánchez y Puigdemont están cada vez más debilitados. De eso no cabe duda. Los dos tienen problemas con la justicia, los dos están al final de la escapada y los dos tratan por todos los medios de evitar el banquillo. Almas gemelas. Coinciden incluso en su desprecio por España, por sus democracia, por sus leyes y por sus instituciones. En este momento está más cerca una foto de Sánchez y Puigdemont que una moción de censura.
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