
Cuando mi paisano Juan Bonilla escribió su exitosa novela va a hacer ya 30 años[i], no podía saber que eso de que nadie conoce a nadie no era un juego macabro ni la experiencia limitada de un sujeto atolondrado. No. Eso de que nadie conoce a nadie es ahora una consigna del mismísimo gobierno de España con su presidente a la cabeza. Si se le suma la de que "esto no existe" y la de "quién sabe dónde", se sabe por qué España es hoy muy diferente. Tanto que ni cuando Franco.
Pedro Sánchez no conocía a Víctor de Aldama, a pesar de fotos y encuentros. Tampoco a José Luis Ábalos aunque fue su secretario de Organización, su portavoz parlamentario, su amigo, al que regalaba bonsáis por su cumpleaños y uno de los que lo acompañaron en el famoso Peugeot a la búsqueda de avales o lo que fuera aquello. Es curioso porque de tanto no conocerlo lo salvó de la ruina que él mismo le causó haciéndolo diputado por Valencia, conocidas ya sus correrías y sus negocios, desde prostitutas a mascarillas.
Tampoco conocía bien a Santos Cerdán, otro del Peugeot y de la secretaría de Organización ni a la Paqui, ni al hermano de la Paqui, ni al resto de la familia. De sus negocios ni idea. De sus encuentros con Otegui, tampoco. Menos aún conocía a Koldo, que pasó de militante ejemplar a tipo con el que se había tenido una relación tangencial. ¿Pero no fue el vigilante de los avales, el de la urna, el de los votos falsificados, el visir felpudo ante Puigdemont? Es que en la intimidad eran otras personas. Ellos. Sánchez, no.
¿Paco Salazar? ¿Quién es ése? Ah, ¿el que iba a suceder a Santos Cerdán al frente de la Secretaría de Organización del PSOE? Pues ni idea. Se sabía que era un adelantado del socialista clan Toscano de Dos Hermanas, nada recomendable por cierto, pero poco más, a pesar de estar contratado por Moncloa como alto cargo y luego como asesor externo. Pero de sus sexoguarrerías, ni idea, a pesar de las denuncias interpuestas contra él en el Partido.
Por este camino, pronto se sabrá que Pedro Sánchez no conocía bien a su hermano David, que tampoco conocía al candidato Gallardo. Por no conocer no conocía dónde trabajaba y dónde vivía. Seguramente, tampoco conocía bien a su suegro Sabiniano y mucho menos a su hija, la "pichona" Begoña, con la que miren por dónde se casó. ¿Cómo iba a saber él que su suegro regentaba puticlubs y saunas y que su hija llevaba parte de la contabilidad?¿Cómo que grababa los encuentros secretos?
O sea, que el tipo al que su ministro de Presidencia, Félix Bolaños, tenía que consultarle cada detalle de la exhumación de los restos de Franco de la tumba del Valle de los Caídos, hasta si se envolvía o no la caja con una bandera de España, algo que no permitió según ha contado el abogado de la familia, Luis Felipe Utrera-Molina, no sabía nada de nada ni conocía a nadie de nadie ni de nada. Hay guionistas mejores.
Esto no existe, es la segunda consigna de este gobierno. Por ejemplo, el Sáhara español, la Constitución, la verdad de los hechos, la decencia, los presupuestos y tantas cosas. Pero actualmente lo que no existen son comportamientos machistas e incluso presuntamente delictivos en ningún rincón del PSOE. No existen los delincuentes sexuales beneficiados por la Ley del Sí de Sí, ni existen las denuncias falsas por violencia machista con las que algunas mujeres sin escrúpulos, nadie sabe cuántas porque no se puede saber, arruinan la vida de sus parejas o ex parejas.
Si lo sabrá Juan Soto Ivars, que está presentando un libro entero sobre el tema. Hace dos días, lo hizo en Sevilla. Se llama precisamente Esto no existe. ¿Hay algo más literario y reconfortante que publicar un libro sobre algo que no existe? Es el no da más del periodismo fantástico. Por cierto, lo escracharon unas supuestas feministas - se ha dicho con acierto que lo odian más que al cochino Salazar -, que gritaban "Fuera machistas / de nuestras Bibliotecas".
Se referían a las públicas. Y ahora va la Junta del PP de Juanma Moreno y dice que hubiera sido mejor que se hubiera celebrado el acto en una privada. Claro. Claro. Hay dos clases de libros. Los que se pueden presentar en Bibliotecas Públicas y los que no. Lo público es propiedad de las izquierdas. Y el PP andaluz traga y traga.
Fíjense en el tejemaneje estadístico: "Para que la Fiscalía cuente como «denuncia falsa» una denuncia falsa, el fiscal debe retirar la acusación motu proprio, pedir al juez que deduzca testimonio y perseguir de oficio a la denunciante, cosa que no ocurre casi nunca, y esto tiene que pasar durante el juicio oral, de modo que tampoco cuenta un caso si se condena a la denunciante porque la cazaron en la fase de instrucción. Por si fuera poco, el procedimiento contra la mujer y la condena deben darse el mismo año", cuenta Soto Ivars en el libro. O sea, que existen poco o no existen porque no se quiere que existan.
Tampoco existe el libro de José Díaz Herrera, El varón castrado, que data de 2006. Por cierto, se lo dedicó a los más de 250.000 hombres detenidos en poco tiempo por supuesta violencia doméstica, a los 1.300.000 hombres divorciados que luchan por el reparto justo de su sociedad de gananciales y a los padres que les han robado a sus descendientes y luchan por la custodia compartida de sus hijos. Pero, claro, es otro fascista. Es más, los hechos son fascistas. Por ello, se decreta que no existan.
¿Y quién sabe dónde? ¿Dónde aquel Comité de Expertos de la pandemia de Covid?
¿Dónde van los dineros públicos, de Europa y de España, que día sí y día también nos enteramos de amigos o amigas que se forran con adjudicaciones, subvenciones y concesiones? ¿Y dónde los fondos europeos? ¿De dónde sacan algunos socialistas y sus hijas el caudal de dineros que exhiben o los hipódromos que pusieron en marcha, por dar dos puntadas?
¿Dónde están, dónde fueron, dónde, las maletas de Delcy y qué había en ellas?¿Dónde reside el capital que se le supone a los tres espadas del PSOE que están o acaban de estar en la cárcel? ¿Dónde están los videos que dice Villarejo que se grabaron en las ardientes saunas gay y no gay de Sabiniano?
Sí, la España de Pedro Sánchez es diferente porque él, para perpetuarse, está logrando que nadie conozca a nadie; que ésto, lo que molesta, no exista y que nadie sepa dónde, ni dónde están nuestros dineros ni a dónde vamos.
(Y va y se nos muere Alfonso Ussía. "Es prodigioso que entre tanto canto/ no exista ningún ripio". Las desgracias nunca vienen solas.)
[i] Nadie conoce a nadie, de la que hay película.
