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Amando de Miguel

¿El fin del bipartidismo? No, gracias

Los antisistema más bien parecen anarquistas y los 'podemosos' son comunistas con una forma fascista.

Las pasadas elecciones europeas han dado al traste en España con nuestro sistema de partidos, el que surgió de la Transición. No es muy buena la imagen del arco parlamentario para indicar la presencia de los partidos en el Congreso de los Diputados. ¿Cuál sería la piedra clave? Mejor imagen es la del abanico con varillas multicolores. Así se ve mejor el resultado del cambio radical que ha experimentado de golpe el esquema político.

Es evidente que los dos grandes partidos han entrado en disolución. Sus colores son todavía dominantes (rojo y azul), pero aparece una heteróclita gama de pequeños partidos, cuya significación está por ver. Otra metáfora: la caja de pinturas Alpino.

Si se confirma la tendencia apuntada en las europeas, el Gobierno de España solo tiene dos salidas: 1) la coalición de socialistas y populares; 2) el equivalente del Frente Popular de 1936, es decir, el bloque de izquierdas. Ambas son inestables. Encima, para mayor confusión, tenemos la nueva presencia de los partidos nacionalistas de Cataluña y el País Vasco, escorados claramente hacia la izquierda, hacia los colores cálidos del espectro.

Claro que lo verdaderamente nuevo es la presencia de un partido con un nombre voluntarista: Podemos. Su líder es el auténtico mimado de todas las televisiones. La razón es que asegura el espectáculo, objetivo primordial de ese medio. Pablo Iglesias II utiliza mucho el denuesto de fascista contra el Gobierno. Sin embargo, el verdadero fascista (en sentido riguroso y técnico) es el de la coleta. Su actitud es claramente antiliberal, antidemocrática, anticapitalista. Podría encajar también en el perfil de una especie de nuevo comunismo caribeño, que hemos dado en llamar populismo. Pero, repito, técnicamente es fascismo. Recordemos la letanía de Mussolini: "Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado". Ese es el ideal utópico del colega de mi facultad, para mayor inri. Su narcisismo resulta agobiante. Es la consecuencia de su envidiable juventud. Recordemos otra vez a Mussolini: Giovinezza, giovinezza, il fascismo e la salvezza di la nostra libertá (perdón por la ortografía; cito de memoria y sin saber italiano).

Cabe preguntarse si la mentalidad de Podemos se superpone o no al movimiento antisistema. Para mí que lo utiliza por razones estéticas y de conveniencia, pero no son equivalentes. Los antisistema más bien parecen anarquistas y los podemosos son comunistas con esa forma fascista que digo.

Un dato notorio del abanico parlamentario español es que no aparecen grupos xenófobos, antieuropeos, como en otros países de nuestro continente. Es una originalidad, que de momento beneficia al PP. En el futuro medrarán otros grupos de derechas más bien liberales que presionarán para que el PP se transforme de arriba abajo. También requiere esa reconstitución el viejo PSOE, pero está por ver si no se adhiere a la nueva izquierda radical y populista.

La nueva y deseable estructura de partidos requiere nada menos que una nueva Constitución. Recordemos que la vigente Ley de Partidos es anterior a la Constitución de 1978. Los constituyentes de esa fecha pusieron todas las trabas posibles a la reforma parcial del texto fundamental. Por tanto, habrá que hacer otro. Por favor, que sea corto, que esté bien redactado, que intervengan en su factura no solo juristas de reconocido prestigio. Antes de eso, pónganse de acuerdo respecto al principal problema político que tenemos: la posible secesión de Cataluña y el País Vasco. Y, sobre todo, entierren de una puñetera vez la Guerra Civil. Son muchos los españoles que tienen abuelos fusilados en uno u otro bando. No esperemos a que sean bisabuelos.

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