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Amando de Miguel

La extravagante campaña virtual

De poco han servido las farisaicas declaraciones de los señores de la política sobre lo austera que va a ser la campaña electoral.

De poco han servido las farisaicas declaraciones de los señores de la política sobre lo austera que va a ser la campaña electoral. A cualquier cosa llaman chocolate las patronas. Los caudillos podrán gastar menos en cartelería, que, de todas formas, resulta inútil. Pero ninguno de ellos renuncia al llamado mailing, que es lo más enjundioso. Equivale, además, a que los partidos todos dispongan del fichero de direcciones de los españoles. No deja de ser algo molesto, una invasión de nuestra intimidad. Para que luego hablen de la protección de datos.

Vamos a cuentas. Lo fundamental es que el costoso mailing quiere decir que los partidos nos envían a casa sus respectivas papeletas de votación con sus correspondientes sobres. De esa forma, muchos votantes acuden a los colegios con la papeleta metida en el sobre. Eso se presta a algunos fraudes. La única forma democrática de votar es en el recinto reservado en el colegio donde se encuentran todas las papeletas. El votante se introduce en el lugar reservado e introduce una papeleta en el sobre, que inmediatamente va a parar a la urna. Todo esto es solo teoría. El sistema alternativo que funciona en España consiste en traer el sobre de casa o bien escoger una papeleta en el colegio a la vista de todos. Ese "todos" son los vecinos del pueblo o del barrio. En ambos casos se falsifica el principio del voto secreto. Nadie protesta por tal desafuero. Tan pervertidos son nuestros usos democráticos.

Ante el desmán que digo, poco importa que la campaña sea más o menos austera. En realidad, no tendrían que costar nada al contribuyente, más allá del gasto de los comicios, si bien los locales son gratuitos (colegios escolares en un domingo). A estas alturas ya no necesitamos más carteles, mítines, debates. Nos sabemos de memoria de qué pie cojea cada lidercillo. La mejor prueba es que, antes de hablar, ellos o sus acólitos, ya sabemos lo que van a decir.

La verdadera campaña se dice precampaña y se lleva realizando de forma virtual durante semanas (y aun meses) antes de los comicios. Es lo que hacen los medios con informaciones, fotos, vídeos, entrevistas, tertulias, declaraciones, etc. Aunque el Gobierno de España sea de derechas, la campaña resulta favorable a la izquierda. No hay más que repasar las figuras que aparecen en las fotos, vídeos o titulares: pertenecen mayormente a la izquierda, incluyendo ahora a los nacionalistas de distintos pelajes. Hay que precisar, además, que los políticos de Podemos y afines son los que más se preocupan de decir cosas nuevas, de hacer declaraciones sorprendentes. Son revolucionarios profesionales y dominan el arte de la propaganda. Atraen más a los medios. La derecha suele permanecer agazapada.

Una consecuencia del predominio de la imagen en la campaña virtual es que se habla más bien de personas, gestos, posturas, cargos, y no tanto de ideas. Se comprende que así resulte menos aburrida, pero también menos democrática. Contradice los deseos de regeneración, comunes a todos los partidos. Lástima que la expresión tenga más de cien años. Proviene de Joaquín Costa, en cuyo epitafio reza como un mérito que "no legisló". Ya se sabe, aquí lo nuevo suele ser lo vetusto. Puestos a reivindicar los términos del aragonés, bien podríamos seguir hablando de oligarquía y caciquismo. Que se den todos por aludidos.

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