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Amando de Miguel

Los talismanes de los regímenes políticos

Los actuales señores de la política no encuentran las palabras talismán que se acomoden al régimen que ahora comienza.

Me refiero a ciertas palabras repetidas ostentosamente, de forma mágica, que definen cada época política y el régimen correspondiente. Forman parte del esquema legitimador de los Gobiernos. Cristalizan sin saber cómo y hacen más atractivos a los líderes que las manejan.

A lo largo del siglo XIX, una de esas palabras talismán fue progreso. Augusto Comte logró colocarla en la divisa del escudo del Brasil, que entonces era el país del futuro, y sigue siéndolo. En España fue la voz de los liberales. Realmente se progresaba respecto al régimen anterior, el de la monarquía absoluta.

Entre los dos siglos, el XIX y el XX, los políticos españoles se aficionaron al regeneracionismo, desde Canalejas a Maura. La idea procede de Joaquín Costa. La Restauración entera fue un intento de regenerar la vida pública. En aquel tiempo se hallaba vigente la metáfora organicista. Todavía perduran algunas leyes que se promulgaron entonces. Incluso la idea del Estado de Bienestar tuvo su precedente en el Instituto de Reformas Sociales de principios del siglo XX. Las reformas formaban parte del esquema regeneracionista.

A partir de la crisis de la Restauración, hacia 1914, Ortega y Gasset puso en circulación la nueva política como el talismán que había de redimir a España. Paradójicamente, la idea la hizo suya Miguel Primo de Rivera con su peculiar dictadura.

La II República apeló a la igualdad, aunque acabó mal, con la mayor desigualdad que significa una guerra civil.

El franquismo duró tanto que tuvo tiempo de manejar distintos talismanes: unidad, vertical, crecimiento económico, desarrollo, etc.

La Transición democrática mitificó el cambio y la libertad.

Llegados al régimen actual se nos presenta una situación inquietante. Los actuales señores de la política no encuentran las palabras talismán que se acomoden al régimen que ahora comienza. Dada la pobreza de imaginación, simplemente recuperan las palabras históricas, por tanto, bastante gastadas: progreso, regeneración, reformas, nueva política, igualdad, unidad, cambio. Extrañamente, el único talismán que no se copia es libertad. Tampoco gusta lo de vertical, ahora transformado en transversal. Vaya por Dios.

¿Cómo se explica la ausencia de imaginación o de creatividad para acuñar nuevos talismanes? Está muy claro. Nos encontramos ante una lamentable ausencia de intelectuales independientes. Sin ellos la política se reduce a un juego de intereses de pequeños círculos personales. Vamos, que se repite lo de oligarquía y caciquismo como descripción sintética del régimen político de la Restauración. Ante una retórica tan vana, no asombrará que menudeen tanto lo que ahora se llaman mantras y antes eran estribillos, muletillas o letanías. Es decir, se repiten palabras o locuciones sin ton ni son, simplemente porque se han oído antes. El resultado es de una pobreza que asusta. Todo eso hace que los debates electorales, las declaraciones de los políticos, incluso los artículos de opinión presenten un carácter tan repetitivo. Viene a ser la versión retórica del trabajo de corta y pega que se hace con los ordenadores. Lamento que yo mismo haya sido atacado por este mal del siglo que apunto.

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